El pasado febrero del 2024, el Consejo de Ministros remitió el proyecto de Ley de Movilidad Sostenible a las Cortes Generales para su tramitación, por la vía de urgencia. Aunque actualmente la ley se encuentra en fase de aprobación, y parece que todavía tardará en ser aprobada, es interesante abordar los cuatro pilares básicos en los que se sustenta.
Estos son la movilidad como un “derecho social”, de toda la ciudadanía, y que debe ser “limpia y sana”; la necesidad de innovar y digitalizar el proceso con la creación de un “espacio de datos integrado de movilidad” en el que empresas de transporte, gestores de infraestructuras (como es el caso de iPark) y administraciones, puedan compartir datos; y la apuesta por mejorar la calidad de las decisiones de inversión y gasto en transporte y movilidad.
Teniendo en cuenta lo anterior, se puede decir que la movilidad sostenible es esencial en el contexto actual de sociedad, donde el bienestar y la calidad de vida de las personas es central en la toma de decisiones.
Hablar de transporte sostenible es hacerlo de una reducción de la contaminación ambiental, del ahorro económico en la planificación de infraestructuras, de una menor congestión y mayor eficiencia en los desplazamientos, de poder disfrutar de más espacios verdes y de permitir al ciudadano ser parte de la vía pública de una manera segura, sin privarle del uso del vehículo privado.
Las sociedades de países desarrollados, entre las que se encuentra la española, son cada vez más conscientes y están más comprometidas con el respeto al medio ambiente y la sostenibilidad. Al enfrentarse a este nuevo paradigma, la congestión provocada por el tráfico urbano se presenta como uno de los desafíos más apremiantes.
Al intentar buscar soluciones efectivas para mejorar la calidad del aire y la salud pública, los aparcamientos urbanos subterráneos (off-street en la terminología anglosajona), a menudo pasados por alto, emergen como una posible respuesta sencilla a un problema complejo.
Fomentar la movilidad sostenible
El concepto de aparcamiento es anterior en muchos de los casos al propio concepto de movilidad sostenible. Por ejemplo, en la ciudad de Londres, después de la Segunda Guerra Mundial y debido a los bombardeos a los que estuvo sometida, surgieron huecos en la vía pública o entre edificios, que decidieron utilizarse como aparcamientos.
Posteriormente, otras ciudades fueron copiando este modelo que permitía absorber un gran número de vehículos estacionados, en centros de ciudades, véase la Plaza Mayor de Madrid como ejemplo, sin que esto afectase a los tráficos de la superficie.
En los últimos años, los parkings han adoptado un papel dinamizador en la gestión de la movilidad de las ciudades, posicionándose, también, como un pilar fundamental para la consecución de todos los beneficios de las llamadas smart cities.
En estas ciudades inteligentes, una buena planificación urbanística es crucial: la construcción de más vías peatonales y más carriles bici, la proximidad de servicios esenciales a los ciudadanos y, por supuesto, la creación de zonas de estacionamiento subterráneo que permitan el acceso mediante el vehículo privado rodado.
Un claro ejemplo que me viene a la cabeza es la ciudad de Soria y su plaza de Manuel Granados, la cual ha evolucionado desde ser el punto de máximo tráfico a la plaza peatonal que hoy en día da continuidad a un proyecto de ciudad en el que es posible conciliar y potenciar ese bienestar social antes comentado.
En la actualidad, el coche privado sigue siendo el medio de transporte dominante en nuestros desplazamientos, tendencia que, a pesar del trabajo de concienciación de las entidades involucradas, tiende al aumento, con más de un vehículo por unidad familiar en muchos casos (el índice de motorización de España es de 539 vehículos por cada 1.000 habitantes frente a la media de la UE de 561).
Llegado a este punto resulta crucial destacar cómo el número de aparcamiento disponibles en la vía pública no está creciendo al mismo ritmo que el número de vehículos en circulación. La situación se complica aún más en las llamadas zonas centro o de bajas emisiones, donde la peatonalización de muchas áreas, ha eliminado espacio de estacionamiento en la vía, y por ello supone todo un reto a la hora de buscar y encontrar un lugar para estacionar.
En estos casos, de media, un coche puede pasar alrededor de 20 minutos en busca de una plaza de aparcamiento libre, lo que se llama tráfico de dispersión, que se traduce en más ruido, inseguridad viaria y contaminación, afectando a la salud y bienestar de los residentes. En definitiva, hasta ahora el aparcamiento había sido visto como una alternativa más cómoda o una herramienta derivada de una necesidad laboral, pero la búsqueda de una movilidad más eficiente y sostenible convierte al aparcamiento en una solución muy eficaz a la hora de conseguir alcanzar las políticas de bienestar social.
Recuperando los espacios urbanos
Otra de las principales ventajas de los aparcamientos subterráneos es la posibilidad de liberar espacio en la superficie. Estas zonas descongestionadas de coches pueden destinarse a zonas verdes, espacios abiertos a disposición del peatón, que mejoran la calidad del aire y ofrecen a los ciudadanos áreas de recreo y esparcimiento.
La creación de parques, jardines y plazas no solo embellece el entorno urbano, sino que también proporciona un lugar para actividades comunitarias y eventos culturales, fortaleciendo el tejido social de la ciudad y dinamizando su economía.
Además, la reducción del tráfico en la superficie contribuye a disminuir la contaminación acústica, creando un entorno urbano más tranquilo y saludable. Menos vehículos en circulación significa menos emisiones de gases contaminantes, lo que tiene un impacto positivo en la salud pública, reduciendo enfermedades respiratorias y cardiovasculares asociadas a la contaminación del aire.
Mejor circulación
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que el 55% de la población mundial vive actualmente en ciudades, una cifra que se prevé siga creciendo hasta el 68% para 2050. Ante este nuevo reparto de pesos poblacionales, el periodo de búsqueda de un aparcamiento libre, denominado tráfico de agitación, como antes destacamos, es considerado como uno de los factores más determinantes en cuestiones de contaminación, además del incremento en el índice de accidentes, disminuyendo con ello la seguridad vial para el peatón.
Considerando esta situación, la red de aparcamientos puede diseñarse para incorporar sistemas avanzados de gestión que permitan reducir significativamente la congestión vial y facilitar un flujo de tráfico más fluido. Al ofrecer espacios específicos para estacionar —y con el apoyo de tecnología de sensores y aplicaciones móviles—, se disminuye la cantidad de coches circulando en busca de una plaza libre, lo que a su vez reduce la contaminación, siendo herramienta clave en la propia gestión y organización de las zonas de bajas emisiones en las ciudades de más de 50.000 habitantes.
Energía eléctrica para coches
Por último, es clave destacar otra ventaja crucial de los aparcamientos subterráneos: su capacidad para albergar e integrar infraestructuras de recarga para vehículos eléctricos. Con el auge del transporte eléctrico como una alternativa limpia a los motores de combustión, que ayude nuevamente a conseguir los objetivos de movilidad sostenible, estos aparcamientos pueden equiparse con estaciones de recarga (desde lenta a ultrarrápida), ayudando así a promover el uso de vehículos eléctricos.
Esta alternativa de vehículo eléctrico no solo reduce la dependencia de los combustibles fósiles, sino que también limita las emisiones de CO₂, contribuyendo significativamente a la sostenibilidad urbana.
En conclusión, los aparcamientos urbanos, y en particular los subterráneos, no solo ofrecen una solución eficaz a la congestión del tráfico, sino que también desempeñan un papel esencial en la promoción de una movilidad sostenible, la recuperación del espacio urbano y la mejora de la calidad de vida en las ciudades. Apostar por una planificación inteligente y una integración de tecnologías avanzadas en los aparcamientos es fundamental para construir ciudades más sostenibles y habitables.
*** Juan Manuel Mogarra es CEO de iPark.