En 2023, UNICEF empaquetó y envió ayuda humanitaria por valor de más de 890 millones de dólares a 81 países y zonas. Mientras, Iberia transportaba a 24 millones de pasajeros y 145.000 toneladas de carga. Era cuestión de tiempo que nuestros destinos se unieran para acercar a las personas que más lo necesitan soluciones que salvan vidas.

Corría 2020. La misma pandemia que había puesto en jaque a toda la industria aérea, catalizaba el vínculo de UNICEF con las aerolíneas como aliadas críticas e insustituibles para el envío urgente de vacunas contra la Covid-19 a todo el mundo.

A ese ímpetu imprevisto, al mismo tiempo indeseable, le debemos la apertura de miras que convirtió a Iberia en un aliado logístico de UNICEF tras más de diez años de estrecha colaboración a favor de la infancia más vulnerable.

Desde entonces, Iberia ha incorporado el envío de suministros humanitarios a favor de UNICEF en sus protocolos logísticos y juntos ya hemos transportado, con el apoyo de IAG Cargo, más de 15 toneladas para dar respuesta a emergencias como la de Haití (2021) o la reciente sequía en Argentina.

En el proceso de trabajo hemos identificado que nuestra mayor complementariedad logística se sustenta en el preposicionamiento de suministros de primera necesidad en el hub humanitario regional de UNICEF en Panamá.

Esto permite que, en caso de que se produzcan nuevas situaciones de emergencia humanitaria como desastres naturales en cualquiera de los países de Latinoamérica y Caribe, desde UNICEF se pueda dar una respuesta más inmediata, eficiente y económica.

Así, en las bodegas de los aviones de Iberia conviven los equipajes de los viajeros con carga comercial y suministros humanitarios claves para la salud y la supervivencia de niños y niñas vulnerables y sus familias. La emoción de ser parte de un viaje especial llega a cada pasajero, que sabe que ese vuelo también transporta una carga enorme de esperanza e impacto para las comunidades que más lo necesitan.

Hoy más que nunca es necesario sumar fuerzas a favor de las personas y la infancia más vulnerable. En 2023, el número de personas en necesidad de asistencia humanitaria alcanzó los 364 millones en todo el mundo, 40 millones de personas más que un año antes.

Más de 200 millones de niños y niñas necesitan ayuda humanitaria. Viven en un mundo cada vez más hostil hacia sus derechos, especialmente aquellos que están viviendo o huyendo de zonas de conflicto —hoy 1 de cada 5 niños y niñas enfrenta esta cruda realidad—.

Ante un contexto global cada vez más volátil y cambiante, necesitamos aportar soluciones innovadoras, ágiles y coordinadas que integren las visiones de diferentes actores. Para ello es crítica, no solo la suma, sino además la integración de esfuerzos que involucren y articulen a la sociedad civil, la academia o el sector público, y también a empresas y organizaciones.

Esto pasa por que cada uno de estos actores asumamos como propias la oportunidad y la responsabilidad de asegurar que nadie se quede atrás, con un foco especial en la infancia más vulnerable, esté donde esté.

El gran reto en este trabajo conjunto es incorporar en las cuentas de resultados de diferentes actores la medición y valoración del impacto social, al igual que ocurre con los resultados económicos. Porque, todavía hoy, muchas empresas siguen reportando las cifras de impacto social de forma segregada en sus informes de sostenibilidad.

Sabemos que es indispensable avanzar la agenda de medición de impacto, ya que lo que no se mide, no existe, y lo que no existe es inabordable. Así las cosas, en alianza, avanzamos hacia un escenario en el que las empresas cuenten con una mirada nítida hacia su interrelación e interdependencia con la sociedad, dotando del mismo nivel de importancia a ambos resultados: el impacto económico y social.

La suma de fuerzas entre Iberia y UNICEF para proporcionar asistencia básica a través de materiales sanitarios y medicinas a niños, jóvenes y familias en situación de emergencia es inspiradora. Esta mirada de infancia es trascendente en tanto en cuanto todas las empresas tienen un impacto en los niños, niñas y jóvenes; identificar y mitigar los impactos negativos es tan importante como potenciar los positivos.

La gestión de empresas competitivas, sostenibles y socialmente responsables puede y debe contemplar la integración de la infancia, la adolescencia y la juventud como grupo de interés de la empresa.

Asumir a este grupo de interés como prioritario es una de las herramientas de planificación más sencillas y económicas de poner en marcha, pues es la manera más natural, coherente y efectiva de analizar y proyectar la actividad comercial con la necesaria perspectiva de futuro: obligándonos a la visión a largo plazo y fortaleciendo la licencia social para operar. No debemos olvidar ni un día que los niños, niñas y adolescentes de hoy son los empleados, líderes, clientes y miembros de las comunidades del mañana.

Las alianzas entre actores como la que construimos cada día desde Iberia y UNICEF desde hace más de 10 años son esenciales para abordar los desafíos sociales, en línea con el ODS17. Entrañan su complejidad por el reto intrínseco que implica sumar a bordo nuevas visiones, a menudo de sectores diferentes, y en ocasiones pueden —y deben— implicar renuncias y compromisos por ambas partes.

Pero al introducir en el indicador de rumbos un propósito común y sumando esfuerzos y capacidades desde la confianza, el impacto positivo que se genera de manera conjunta realmente merece la pena, generando cambios a escala, y siempre marcando el camino para que los derechos de la infancia estén en el radar y en el horizonte de cada empresa.

*** Marta López Fesser es responsable de Alianzas corporativas de UNICEF España.

*** Teresa Parejo Navajas es directora de Sostenibilidad de Iberia.