El contexto actual está marcado por la búsqueda de soluciones para que los procesos sean cada vez más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente, intentando minimizar así la crisis climática que atravesamos.
En este sentido, las energías renovables y, en concreto, el almacenamiento energético emergen como una pieza clave para reducir la dependencia mundial de las energías y combustibles de origen fósiles, optimizar el uso de recursos renovables, contribuir significativamente a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por Naciones Unidas.
También permite la integración de las renovables en el sistema eléctrico actual y promueve un modelo económico más resiliente, ya que aporta flexibilidad en la gestión de energía y ofrece la posibilidad de gestionar la intermitencia de las fuentes renovables, al almacenar el exceso de energía durante los periodos de alta producción y suministrarlo en momentos de baja generación, como en las horas nocturnas, o en picos de alta demanda.
Sus características lo convierten en una tecnología que garantiza un suministro eléctrico estable, verde y fiable, lo que facilita una transición energética hacia un sistema más limpio y sostenible, en línea con el ODS 7, que garantiza el acceso a una energía limpia y asequible y busca impulsar las energías renovables y el ODS 13, centrado en adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
Las renovables también juegan un papel relevante en la reducción de las desigualdades, especialmente en regiones donde las infraestructuras energéticas son insuficientes o, incluso, inexistentes, lo que impacta directamente en las comunidades y aumenta su vulnerabilidad. Ante esta situación, los sistemas de almacenamiento pueden facilitar el acceso a la energía limpia y asequible para todos.
No obstante, las empresas renovables debemos ir más allá, tenemos la responsabilidad de generar un impacto social positivo en las comunidades en las que estamos presentes, facilitando el acceso a la energía de las comunidades, así como fomentando el empleo local y la formación (en línea con el ODS 8), contribuyendo así directamente a la erradicación de la pobreza (ODS 1), y fomentando la educación y el empleo de comunidades vulnerables (ODS 4). De esta forma, las compañías del sector podemos contribuir directamente a un cambio transformador, alcanzando un futuro más equitativo y sostenible.
Por otro lado, la integración de los sistemas de almacenamiento energético es un aspecto fundamental para alcanzar la modernización de las infraestructuras energéticas, en línea con el ODS 9, que tiene como objetivo construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización sostenible y fomentar la innovación.
A su vez, el almacenamiento puede contribuir a la mejora de las redes eléctricas urbanas, lo que contribuye directamente a alcanzar ciudades y comunidades más sostenibles, ofreciendo una respuesta más eficaz ante posibles deficiencias en el suministro y facilitar la integración de vehículos eléctricos y sistemas de transporte sostenible.
Además, todas las energías renovables facilitan la expansión global y la cooperación internacional, ya que pueden ser implementadas en diversos contextos geográficos y económicos, fomentando la solidaridad entre naciones en la lucha contra el cambio climático y la búsqueda de una autonomía energética sostenible, un aspecto clave para la consecución del ODS 17, que promueve los medios de implementación y revitaliza la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible.
El almacenamiento energético trae consigo innumerables beneficios para el sistema eléctrico y la sostenibilidad. No obstante, también se enfrenta a diferentes retos en los que las compañías debemos trabajar para superarlos y avanzar en la descarbonización del sistema energético para un futuro verde y sostenible.
Un aspecto clave en el que ya se está trabajando es en la reutilización de los componentes de los sistemas de almacenamiento energético. A pesar de que es cierto que todavía queda camino por recorrer, son cada vez más las empresas que trabajamos por buscar soluciones que faciliten el reciclaje de este tipo de materiales y, por tanto, fomentar la economía circular.
Sin duda, el aspecto más crucial al que afronta el sector es lograr que el almacenamiento alcance su potencial completo. Para ello, resulta imprescindible la inversión en investigación y desarrollo para poder superar posibles limitaciones relacionadas con la capacidad, la eficiencia, la accesibilidad y los costes.
La capacidad del almacenamiento energético para proporcionar un suministro eléctrico resiliente, flexible y sostenible es indiscutible. Sin embargo, para explotar completamente su potencial, es necesario seguir invirtiendo en innovación y políticas que apoyen el despliegue y la integración de estas tecnologías en el tejido energético global.
En este sentido, el impulso del almacenamiento no es posible sin la colaboración público-privada. Las empresas del sector debemos trabajar de la mano y las administraciones públicas tienen la responsabilidad de desarrollar una regulación que apoye este tipo de inversiones para que esta tecnología llegue lo antes posible a nuestro país y mantener así nuestra posición de liderazgo en el ámbito renovable.
La cooperación entre administraciones, industria y comunidades es vital para asegurar que los beneficios del almacenamiento energético se traduzcan en un progreso real en línea con los ODS, marcando un camino hacia un futuro más sostenible y equitativo para todos.
La contribución del almacenamiento de energía a los ODS es clara y su papel será cada vez más crucial a medida que buscamos soluciones efectivas para mitigar el impacto ambiental de nuestra actividad y avanzar hacia un futuro sostenible para las próximas generaciones.
*** Rocío Fernández es directora de sostenibilidad de Grenergy.