La época estival lleva asociados conceptos como vacaciones, disfrute y calor. Un calor que, año tras año, se incrementa, pues el verano pasado fue el más cálido en la España peninsular desde que existen registros.

Sin ir más lejos, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) afirma que el verano de 2024 podría situarse entre el 20% de los más cálidos registrados en el tercio norte peninsular y las islas Canarias más orientales.

Si a estas previsiones le sumamos que el parque inmobiliario de España tiene una edad media cercana a los 43 años —lo que supone que 4 de cada 5 edificios son ineficientes—, y que, de los más de 26 millones de viviendas que existen, cerca de 20 no cumplen las condiciones de eficiencia energética porque se construyeron antes de que se introdujeran requisitos en la edificación, esto se traduce en veranos asfixiantes para muchas familias, tanto por el calor que acumulan las viviendas, como por los gastos de climatización de los hogares.

Ante esta situación resulta imperativo reforzar los esfuerzos por concienciar a los ciudadanos sobre la importancia de la rehabilitación energética de edificios. Pensemos en un ejemplo práctico: al mejorar las fachadas y cubiertas, podríamos reducir entre un 25% y un 30% la energía que usamos para refrigeración durante los meses de verano, algo que no solo disminuye los costes para las familias, sino que también crea espacios más cómodos y saludables.

Ahora bien, son muchas las personas que no pueden permitirse realizar estas reformas con ahorro propio y, además, desconocen las múltiples herramientas financieras y fiscales que existen para ello. Y es que, de acuerdo con el II Observatorio UCI sobre Vivienda y Sostenibilidad, apenas 1 de cada 4 encuestados conoce la existencia de la financiación a comunidades de propietarios para reformas sostenibles.

Mayor, si cabe, es el desconocimiento de las deducciones en el IRPF por rehabilitación de vivienda (89,2%) o el de los Fondos Next Generation UE (71,9%). Por ello, empresas e instituciones debemos trabajar para hacer saber a todos los ciudadanos todas las soluciones y ayudas que existen.

En este sentido, el programa de rehabilitación residencial del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), que dispone de 3.420 millones de euros procedentes de los Fondos NGEU para financiar la renovación y mejora de la eficiencia energética en edificios residenciales y viviendas, supone un verdadero alivio económico, permitiendo ahorrar entre un 40% y un 80% de los costes de rehabilitación.

Los beneficiarios pueden recibir entre 6.300 y 18.800 euros por vivienda, dependiendo de los ahorros energéticos generados. Además, el plan de incentivos se ha extendido hasta finales de 2024, ofreciendo deducciones fiscales de hasta el 60% en las obras de rehabilitación, si bien la burocracia y lentitud administrativa para su concesión supone un freno en su expansión.

Desde el prisma empresarial, la financiación sostenible y las entidades financieras jugamos un papel crucial como facilitadoras para los propietarios de vivienda. Esta es una máxima que promulgamos en UCI como parte de nuestro compromiso con la financiación de la descarbonización. En este aspecto, fuimos pioneros en lanzar una solución 360º destinada a las Comunidades de Propietarios, que facilita la mejora de la eficiencia energética de los edificios de las comunidades de propietarios.

De hecho, el papel de las entidades financieras será más importante todavía tras la aprobación de la Directiva de Eficiencia Energética de los Edificios (EPBD), el principal instrumento legal a nivel de la UE para descarbonizar el parque de edificios de los Estados miembros, que promueve edificios nuevos cero emisiones en 2030, la eliminación de calderas con combustibles fósiles en 2024 o la renovación del 15% del parque edificado con peor desempeño energético en 2027.

Esta norma, que se traspondrá a nuestro país en forma de un nuevo Plan Nacional de Rehabilitación en 2025, forma parte del paquete Fit for 55, el conjunto de propuestas para garantizar que las políticas de la UE se ajusten a los objetivos climáticos acordados por el Consejo y el Parlamento Europeo.

Así, la EPBD tiene como objetivo facilitar la renovación de viviendas y edificios en toda Europa para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y las facturas de energía, mejorando la calidad de vida de millones de ciudadanos.

En definitiva, la rehabilitación energética es imprescindible para lograr edificios más saludables y confortables, donde las personas puedan vivir felices y cómodas en verano y en invierno. No se trata solo de reducir costes o cumplir con normativas, sino de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Para alcanzar este objetivo, es fundamental que impulsemos el conocimiento y la utilización de las herramientas disponibles, como los Fondos Next Generation EU y los programas de incentivos fiscales, así como subrayar la idea de que mejorar nuestro patrimonio colectivo aumenta el valor de nuestro patrimonio personal.

Solo así podremos construir un futuro más sostenible. La rehabilitación energética no es solo una cuestión técnica; es una necesidad urgente que impacta directamente en nuestras vidas.

*** Laura Visier es directora de Rehabilitación en UCI.