Erradicar la pobreza y el hambre, combatir el cambio climático, alcanzar la igualdad de género… Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) plantean un ambicioso plan de acción para alcanzar un futuro global más humano, más igualitario y justo.

Sin embargo, para avanzar hacia estas metas existe una ruta crítica que conecta y potencia todas las demás: la tecnología, y en concreto, la conectividad. Sin conectividad, la tecnología es un árbol sin raíces, que no es capaz de transportar agua y nutrientes hasta las hojas, y sin la que no es posible el establecimiento de la digitalización más básica.

Entre los 17 ODS, el número 9 (industria, innovación e infraestructura) tiene como objetivo construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización sostenible y fomentar la innovación. Emerge, por lo tanto, como un catalizador del resto de objetivos, un pilar fundamental para hacer realidad la Agenda 2030.

En un mundo tan globalizado, la conectividad mundial se ha convertido en una necesidad básica. Sin infraestructuras de telecomunicaciones sólidas y accesibles no sería posible que el mundo funcione tal y como lo conocemos. La reciente pandemia mundial o la crisis de la cadena de suministro han evidenciado la fragilidad de un sistema que necesita estar conectado.

El ODS 9 no es solo un fin en sí mismo, es la autopista hacia el resto de los objetivos. Si no, ¿cómo podemos lograr una educación de calidad (ODS 4) sin el acceso a internet en zonas rurales o más desfavorecidas?, ¿o cómo impulsamos el crecimiento económico (ODS 8) o las ciudades sostenibles (ODS 11) sin apoyarnos una infraestructura digital que lo soporte?, ¿o cómo garantizar una salud universal (ODS 3) sin telemedicina o acceso en tiempo real a información actualizada a nivel global? Ninguno de esos objetivos puede alcanzarse sin un acceso equitativo y universal a Internet y a las tecnologías y telecomunicaciones.

A pesar de ello, aún queda un largo camino por recorrer. A finales de 2022, solo el 63% de la población mundial tenía acceso a internet, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Esta brecha digital es aún más profunda en los países menos adelantados (PMA), donde millones de personas no tienen acceso a las oportunidades del mundo digital, y dónde es necesario invertir en tecnologías avanzadas, reducir las emisiones de carbono y aumentar el acceso a la banda ancha móvil.

Si vamos más allá, innovaciones como el 5G, la inteligencia artificial, el IoT, la computación en la nube o el Big Data, son tecnologías con el poder de transformar nuestra forma de vivir, así como ofrecer soluciones innovadoras a los desafíos globales. Por ejemplo, la agricultura de precisión puede optimizar el uso del agua o fertilizantes mediante sensores y análisis de datos en tiempo real, lo que permite reducir la emisión de gases nocivos, así como alimentar a más personas con menos recursos.

O sistemas de alerta temprana de desastres naturales que pueden salvar vidas gracias a la conectividad. O servicios de telemedicina que acerquen la atención médica de calidad a zonas remotas.

Sin embargo, estas tecnologías también requieren de un alto consumo de datos y dependen de una conectividad robusta, segura y accesible en todas partes y en todo momento. Por lo tanto, la revolución digital que abra las puertas al mundo del futuro solo será sostenible si construimos una red a la altura.

Ya no se trata solo de desplegar más cables o instalar antenas (que también), sino de crear redes sostenibles, inteligentes y resilientes, que nos sirvan para satisfacer las demandas actuales y futuras de la sociedad.

Reforzar las infraestructuras de telecomunicaciones ya no es, por tanto, solo una cuestión tecnológica, es una cuestión de desarrollo humano y social, ya que es la forma para garantizar que todas las personas, independientemente de dónde vivan o su condición social, puedan beneficiarse del progreso tecnológico.

Ya hemos asumido que la tecnología está en todas partes, ahora solo nos queda decidir utilizarla para mejorar. Invertir en conectividad es invertir en desarrollo, ya que es una manera de tender puentes digitales que permitan a todas las personas acceder y beneficiarse de las ventajas de un mundo mejor por igual.

***Gianni Cecchin es CEO en Verne Technology Group.