España enfrenta una creciente amenaza silenciosa: la escasez de agua y la falta de saneamiento adecuado en diversas regiones. Esta problemática, que afecta de manera desproporcionada a ciertas áreas geográficas, no solo pone en riesgo la sostenibilidad ambiental, sino que también tiene graves implicaciones para la salud pública y el bienestar de la población.
La escasez hídrica, exacerbada por el cambio climático y la gestión inadecuada de los recursos, ha alcanzado niveles alarmantes en regiones como el sureste peninsular y las islas Canarias. La sobreexplotación de acuíferos, la contaminación de fuentes hídricas y la dependencia de costosas y energéticamente intensivas desoladoras pintan un panorama preocupante. En paralelo, la falta de inversión en infraestructuras de saneamiento adecuadas en ciertas zonas rurales y urbanas pone en riesgo la calidad del agua y aumenta la vulnerabilidad a enfermedades transmitidas por el agua.
Las consecuencias para la salud son palpables y alarmantes. La escasez de agua potable limita el acceso a una higiene adecuada, lo que aumenta el riesgo de enfermedades infecciosas como la gastroenteritis y la hepatitis A. La contaminación del agua con productos químicos y microorganismos patógenos puede causar enfermedades crónicas como el cáncer y problemas renales. Además, la falta de saneamiento adecuado favorece la proliferación de vectores de enfermedades como mosquitos y roedores, aumentando el riesgo de enfermedades como el dengue y la leptospirosis.
La situación se agrava en comunidades vulnerables, como las personas mayores, los niños y las personas con enfermedades crónicas, quienes son más susceptibles a los efectos negativos de la falta de agua y saneamiento. La escasez de agua también puede tener un impacto psicológico, generando estrés, ansiedad y conflictos sociales por el acceso a este recurso vital.
Es imperativo que España actúe con urgencia para abordar esta problemática y garantizar el derecho humano al agua y al saneamiento para todos sus ciudadanos. Para ello, es necesario implementar un enfoque integral y multisectorial que abarque desde la gestión sostenible de los recursos hídricos hasta la mejora de las infraestructuras de saneamiento y la promoción de la educación sanitaria.
En primer lugar, es fundamental mejorar la eficiencia en el uso del agua en todos los sectores, desde la agricultura hasta la industria y los hogares. La adopción de tecnologías de riego más eficientes, la reutilización de agua depurada y la concienciación ciudadana sobre la importancia del ahorro de agua son medidas clave para reducir la presión sobre los recursos hídricos.
En segundo lugar, es necesario invertir en la modernización y ampliación de las infraestructuras de saneamiento, especialmente en zonas rurales y comunidades desfavorecidas. Esto incluye la construcción de nuevas plantas de tratamiento de aguas residuales, la mejora de las redes de alcantarillado y la promoción de sistemas de saneamiento descentralizados adaptados a las necesidades locales.
En tercer lugar, la protección y restauración de los ecosistemas acuáticos es esencial para garantizar la calidad y disponibilidad del agua a largo plazo. Esto implica la conservación de ríos, humedales y acuíferos, así como la implementación de medidas para reducir la contaminación y la sobreexplotación de estos ecosistemas.
Además, es necesario fomentar la investigación y la innovación en tecnologías de gestión del agua, como la desalación con energías renovables, la reutilización de agua en la agricultura y la implementación de sistemas de alerta temprana para sequías y otros eventos climáticos extremos.
La educación y la sensibilización ciudadana también juegan un papel crucial en la promoción de un uso responsable del agua y en la adopción de prácticas de higiene adecuadas. Es importante que los ciudadanos comprendan la importancia del agua para la salud y el bienestar, así como su papel en la protección del medio ambiente.
La falta de acción en este ámbito no solo pone en riesgo la salud y el bienestar de la población, sino que también puede tener graves consecuencias económicas y sociales. La escasez de agua puede afectar la productividad agrícola e industrial, aumentar los costes de producción y limitar el desarrollo económico. Además, puede generar conflictos sociales por el acceso al agua y aumentar la vulnerabilidad a desastres naturales como sequías e inundaciones.
Regiones con mayor necesidad de acción
Sureste peninsular. Esta zona, que incluye Murcia, Alicante y Almería, es la más árida de España y sufre una grave escasez de agua. La sobreexplotación de acuíferos, la dependencia de trasvases y la contaminación de fuentes hídricas son problemas acuciantes.
Islas Canarias. La insularidad y la aridez de las islas plantean importantes desafíos en la gestión del agua. La desalación es una fuente importante de agua potable, pero su elevado coste energético y ambiental plantea retos adicionales.
Cuenca del Ebro. Aunque es una de las cuencas hidrográficas más importantes de España, la creciente demanda de agua para agricultura y otros usos está generando tensiones y conflictos por el reparto del agua.
Cataluña. La región metropolitana de Barcelona y otras áreas densamente pobladas de Cataluña enfrentan problemas de escasez hídrica y de calidad del agua, especialmente durante los períodos de sequía.
Otras zonas con problemas específicos. Algunas áreas de Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía también presentan problemas de escasez hídrica, contaminación de acuíferos y dificultades en el acceso a servicios de saneamiento, especialmente en zonas rurales.
Ejemplo de solución implementada en otros países: Singapur, un país con escasos recursos hídricos naturales, ha logrado convertirse en un referente mundial en la gestión sostenible del agua. A través de una combinación de medidas innovadoras y políticas públicas efectivas, ha logrado garantizar el acceso universal al agua potable y saneamiento seguro, al tiempo que protege sus ecosistemas acuáticos.
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Reutilización de agua. Singapur ha desarrollado un avanzado sistema de reutilización de agua, conocido como NEWater, que trata las aguas residuales hasta convertirlas en agua potable de alta calidad. Esta agua se utiliza para diversos fines, como el abastecimiento industrial y la recarga de acuíferos.
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Desalinización. La desalación es otra fuente importante de agua potable, que cuenta con varias plantas desalinizadoras que utilizan tecnologías avanzadas para reducir el consumo energético y el impacto ambiental.
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Captación de agua de lluvia. Singapur ha implementado un sistema de captación y almacenamiento de agua de lluvia a gran escala, que permite aprovechar este recurso natural para diversos usos.
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Gestión integrada de los recursos hídricos. Han adoptado un enfoque de gestión integrada que considera todos los aspectos del ciclo del agua, desde la captación y el tratamiento hasta la distribución y el uso eficiente.
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Educación y concienciación ciudadana. Singapur ha invertido en programas de educación y sensibilización para promover el uso responsable del agua y fomentar la participación ciudadana en la gestión de este recurso vital.
El éxito de Singapur en la gestión del agua y el saneamiento demuestra que es posible superar los desafíos hídricos y garantizar la salud pública a través de la innovación, la planificación y la inversión en infraestructuras sostenibles. España puede aprender de esta experiencia y aplicar soluciones similares adaptadas a su contexto específico para garantizar el acceso universal al agua limpia y saneamiento seguro, y proteger la salud de su población.
*** Nora Vázquez Martínez es jurista, sanitaria en radiología y farmacia hospitalaria y docente.