El 2024 sigue batiendo récords. El pasado julio se convirtió en el segundo mes más caluroso en la Tierra desde 1940, según el boletín climático de Copernicus. La temperatura media global alcanzó los 16,91 grados, superando en 0,68 grados la media de julio entre 1991 y 2020.

Este alarmante aumento de la temperatura presenta un desafío doble para las empresas y la sociedad: cómo mantener un ambiente adecuado en las instalaciones mientras se controla el consumo energético y se evitan facturas desorbitadas. Las consecutivas olas de calor han disparado la demanda de energía, lo que ejerce una presión sobre las redes eléctricas y eleva exponencialmente nuestras facturas.

La optimización del consumo de energía es más importante que nunca. Para ello, las organizaciones deben realizar auditorías energéticas detalladas que permitan identificar ineficiencias y corregirlas. Este es el primer paso para ajustar el consumo a las necesidades reales y evitar despilfarros.

La eficiencia energética desempeña un papel crucial en la reducción del consumo energético y, en consecuencia, en la reducción de costes. La diversidad en las necesidades energéticas de las diferentes industrias y sectores obliga a las empresas a diseñar estrategias personalizadas que se adapten a sus realidades operativas y objetivos específicos.

Reforzar el aislamiento de los espacios, instalar sistemas de climatización más eficientes y adoptar hábitos de consumo responsables mediante la promoción y concienciación entre los empleados son acciones que contribuyen significativamente a alcanzar la eficiencia.

El diseño de una estrategia integral que combine auditorías energéticas, inversiones en tecnología, mejores prácticas de consumo y opciones de financiación sostenible es lo que determinará el éxito de una empresa en su gestión energética.

Además de fomentar la eficiencia energética o el uso de energías renovables, por ejemplo, es recomendable sustituir la flota de dispositivos electrónicos por versiones más modernas y con etiqueta A.

Al principio puede parecer costoso, pero su bajo consumo los hace más rentables a largo plazo. La implementación de tecnologías inteligentes, como sistemas de iluminación y climatización automatizados, permite ajustar el consumo según la ocupación y las condiciones ambientales, maximizando la eficiencia energética.

Esta inversión en tecnología avanzada asegura que las empresas no solo reduzcan su impacto ambiental, sino que también obtengan un retorno financiero a través de la disminución de los costes operativos.

Sin embargo, más allá de la eficiencia energética, es clave que las empresas exploren otras áreas para mitigar el impacto de los crecientes costes energéticos. Negociar condiciones más favorables con los proveedores de energía o buscar alternativas más competitivas puede ofrecer oportunidades de ahorro.

En tiempos donde el coste energético se dispara, cada área de ahorro cuenta. Es fundamental adoptar una visión transversal de los gastos para identificar y aprovechar todas las oportunidades de optimización.

En definitiva, el clima extremo representa un desafío y es imprescindible replantearnos la gestión del consumo energético. La combinación de tecnología avanzada, auditorías energéticas y una revisión de costes y proveedores son estrategias básicas para que las empresas afronten estos retos sin comprometer su rentabilidad.

Contar con un experto que acompañe a las empresas en la identificación de oportunidades de ahorro y de optimización en materia energética puede acelerar un impacto positivo tanto en los resultados financieros como en el cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad.

***Fernando Vázquez es socio consultor y co-area developer de ERA Group España.