En un mundo cada vez más consciente de los desafíos ambientales, la innovación científica se posiciona como una herramienta fundamental para abordar los problemas globales más apremiantes. España, respaldada por la calidad de sus investigaciones y el talento de sus científicos, evidenciado por el número de publicaciones de alto impacto, se encuentra en una encrucijada determinante para potenciar su capacidad de emprendimiento científico innovador y alinearlo con los principios de la sostenibilidad.
El emprendimiento científico no es un concepto nuevo, pero su relevancia ha crecido exponencialmente en la última década. En España, el ecosistema de startups tecnológicas y científicas ha experimentado una mejora, con un incremento en la creación de empresas emergentes basadas en tecnologías disruptivas.
Este crecimiento ha sido posible gracias al esfuerzo conjunto de universidades, centros de investigación, instituciones públicas y el sector privado. Pero también, al mayor interés por parte de los investigadores en el mundo del emprendimiento.
Sin embargo, la sostenibilidad, entendida no sólo como la preservación del medio ambiente, sino también como la creación de modelos de negocio resilientes y socialmente responsables, debe integrarse de manera más profunda en este movimiento.
En este sentido, el VIII Congreso Nacional de Científicos Emprendedores, que se celebrará en noviembre en Fundación Botín (Madrid), es una oportunidad única para reflexionar sobre este tema y trazar el camino hacia un futuro más verde y competitivo. Un foro de intercambio de ideas, en el que científicos, emprendedores, inversores, académicos y responsables de políticas públicas debatirán sobre los retos y oportunidades de emprender en el ámbito de la ciencia.
En un mundo pospandemia, marcado por la urgencia climática, la conversación sobre cómo el emprendimiento científico puede contribuir a la sostenibilidad nunca ha sido más pertinente. De hecho, el futuro de la economía global dependerá en gran medida de la capacidad de las empresas para innovar de manera sostenible.
Aquellas iniciativas emergentes que logren integrar soluciones científicas con un enfoque ambientalmente responsable tendrán una ventaja competitiva significativa. Por ejemplo, la biotecnología verde, la energía renovable, la agricultura de precisión y los materiales sostenibles son sectores en los que España podría liderar, no sólo en Europa, sino a nivel mundial. Para ello, es necesario fomentar un ecosistema que premie la innovación y que incentive la responsabilidad social.
Desde nuestra fundación creemos que la ciencia, cuando se combina con una mentalidad empresarial y un compromiso con la sostenibilidad, puede generar soluciones transformadoras. Sin embargo, también somos conscientes de las barreras que los emprendedores científicos enfrentan en nuestro país: la falta de financiación adecuada, el complejo marco regulatorio y una cultura que, aunque está cambiando, aún no valora suficientemente el riesgo y la innovación.
Es crucial que se adopten políticas públicas que apoyen el emprendimiento científico desde su etapa más temprana. Esto incluye desde la simplificación de los trámites administrativos hasta la creación de incentivos fiscales específicos para startups que apuesten por la innovación sostenible.
Además, es necesario mejorar la conexión entre la academia y la industria, facilitando la transferencia de conocimiento y tecnología, y promoviendo la creación de spin-offs universitarios.
Debemos fomentar el encuentro entre todos estos agentes, en espacios en los que se visibilice el talento científico emprendedor de nuestro país y en los que se discuta cómo podemos integrar mejor la sostenibilidad en el ADN de nuestras empresas emergentes. Es fundamental un cambio de paradigma en el que la innovación y la sostenibilidad dejen de ser vistas como conceptos separados y se conviertan en los pilares de nuestro futuro económico.
La sostenibilidad no es una moda pasajera; es una necesidad imperiosa. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación ambiental están redefiniendo las reglas del juego económico a nivel global. Las empresas que no adapten sus modelos de negocio a esta nueva realidad quedarán rezagadas.
Por el contrario, aquellas que logren integrar principios científicos con prácticas sostenibles no solo contribuirán a un mundo mejor, sino que también capturarán el interés de consumidores e inversores cada vez más exigentes.
En conclusión, España tiene ante sí una oportunidad para liderar el emprendimiento científico sostenible. Debemos aprovechar nuestras fortalezas en investigación y desarrollo, y alinearlas con una visión empresarial comprometida con la sostenibilidad. Es hora de que ciencia y emprendimiento se unan en un compromiso inquebrantable con el futuro de nuestro planeta y el bienestar de las generaciones venideras.
*** Carlos Cosculluela es director de Fundación DRO.