El Pacto Verde de la Unión Europea (EU) se comprometió a neutralizar los efectos del cambio climático en Europa para 2050. Se calcula que se necesitarán entre 175.000 y 290.000 millones de euros al año si quiere convertirse en el primer continente del mundo que lo logre. Para ello, la UE se ha propuesto cumplir los siguientes objetivos para 2030:
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Reducir al menos el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con los niveles de 1990.
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Alcanzar una cuota de energías renovables de al menos un 42,5% en el consumo energético.
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Un ahorro energético de al menos un 11,7% respecto al 2020.
La inversión es un vehículo clave a la hora de alcanzar estos objetivos. Ya sea por renta variable (empresas cotizadas) como por renta fija (un título de deuda emitido por instituciones que se comprometen a pagar esa cantidad más un tipo de interés fijo en un periodo determinado).
Hoy hablamos de los bonos con sello sostenible, un instrumento de renta fija emitido por una entidad con el propósito específico de financiar proyectos ambientales, sociales o que contribuyan directamente a alcanzar los Objetivos de Sostenibilidad (ODS) de un emisor.
Este mercado en crecimiento está especialmente respaldado por el Pacto Verde de la UE, que impulsa el cambio a través de proyectos sostenibles. A día de hoy, los bonos corporativos con sello sostenible (emitidos por empresas de capital privado) ya representan más del 20% de la emisión total de bonos europeos emitidos en euros. De igual manera, las emisiones de deuda pública alcanzaron cifras récord con 352 mil millones de dólares al cierre del año 2023.
Los bonos con sello sostenible son tendencia en las finanzas sostenibles al ofrecer un vehículo de inversión que apoye iniciativas medioambientales y sociales. Estos bonos se emiten siguiendo principios de mercado reconocidos, como los establecidos por el ICMA y el CBI, a los que los emisores se adhieren voluntariamente. Existen dos tipos principales de bonos con sello sostenible:
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Bonos ligados al uso. Los fondos recaudados de estos bonos se destinan exclusivamente a financiar proyectos centrados en la protección ambiental o social, o ambas combinadas. El dinero está "blindado", lo que significa que solo se puede destinar a los proyectos específicos descritos antes de la emisión. Las categorías más populares incluyen bonos verdes, que financian proyectos ambientales, bonos sociales, destinados a iniciativas sociales, y bonos azules, que apoyan proyectos marinos y oceánicos con impactos ambientales, económicos y climáticos positivos.
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Objetivos de sostenibilidad a nivel de emisor. Estos bonos son de uso general y van ligados al desempeño de ciertas métricas en vez de a un proyecto concreto. Las características financieras varían en función del grado de compromiso y resultados obtenidos tanto en relación con los ODS como a su perfil ESG (ambiental, social y de gobernanza). Los bonos vinculados a la sostenibilidad entran en esta categoría, diseñada para incentivar a los emisores a mejorar su rendimiento en general en materia de sostenibilidad.
¿Cómo contribuye esto a los ODS?
Los bonos con sello sostenible apoyan directamente la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas al canalizar capital hacia proyectos que generan impactos positivos medibles. Los bonos con este sello a los inversores una forma de contribuir a un cambio positivo y, al mismo tiempo, beneficiarse potencialmente de la rentabilidad financiera de estos proyectos.
"Los bonos con sello sostenible podrían alinearse con cualquier ODS dependiendo del emisor y/o del proyecto".
Por lo tanto, esta categoría de inversión abarca una amplia gama de proyectos y empresas para financiar un desarrollo sostenible continuo a través de deuda corporativa o soberana.
Estos son algunos ejemplos de prácticos de este tipo de vehículos de inversión:
ODS 3 - Salud y bienestar: bonos gubernamentales que financian proyectos de atención médica, lo que garantiza un acceso más amplio a los servicios médicos y mejora la salud pública en general.
ODS 4 - Educación de calidad: emisiones de deuda de instituciones europeas que abogan por nuevas instalaciones y programas educativos para fomentar las oportunidades y el acceso.
ODS 6 - Agua limpia y saneamiento: una empresa de saneamiento que busca financiación emitiendo un bono verde para gestionar de manera más eficiente el uso sostenible del agua o fuentes de potabilización.
ODS 7 - Energía asequible y no contaminante: un bono ligado a la sostenibilidad de una empresa que quiere financiar un proyecto piloto de energías renovables para reducir sus emisiones en fábricas cercanas a la costa.
ODS 8 - Trabajo decente y crecimiento económico: una empresa americana que quiere abrir negocio en Europa y busca financiación emitiendo títulos de deuda que favorece la innovación del tejido empresarial de la zona y crea nuevos empleos.
ODS 9 - Industria, innovación e infraestructura: una empresa automovilística que busca financiación a base de deuda para lanzar una nueva línea de vehículos eléctricos y promueve la industria sostenible.
ODS 11 - Ciudades y comunidades sostenibles: fondos europeos que son asignados a proyectos que mejoran los sistemas de transporte sostenibles y espacios públicos verdes financiados a través de agencias.
En definitiva, los bonos con sello sostenible movilizan capital privado hacia proyectos que se alinean con los ODS, promoviendo el desarrollo sostenible a largo plazo y ayudando a abordar desafíos globales como el cambio climático, la desigualdad y la pobreza, pero también a mejorar el desempeño de sostenibilidad de los emisores para sumarse a la transición verde y lograr todos juntos un futuro sostenible.
*** Laura Donzella es Head of Institutional and Wholesale Distribution Iberia, LatAm and Asia de Nordea Asset Management.