Dicen que el concepto de "desarrollo sostenible" nace hacia 1987, bajo el impulso de la entonces primera ministra noruega Gro Harlem Brundtland, una mujer que ha marcado una época. Del informe Brundtland 'Our Common Future' donde registró este término hasta 2050, hay un salto de 67 años. Los que van desde la formulación de aquel concepto hasta la consecución de su máxima expresión en el sector de la construcción: en esa fecha, dentro de 26 años, todos los edificios en España y en la Unión Europea tendrán que ser de 'cero emisiones'

No estamos ante un reto baladí. La edificación contribuye al 23% de la contaminación global atmosférica, al 40% de la contaminación del agua potable y genera el 50% de los residuos que se depositan en los vertederos, según datos del Worldwatch Institute. No son los únicos datos desoladores: según cifras de la UE, los edificios representan el 40% del consumo final de energía y el 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía. 

Y poniendo el foco en España, el 80% de los edificios y viviendas reciben una calificación energética E, F o G por su ineficiencia constructiva, según informa IDAE. 

Necesitamos un impulso a la descarbonización y existen diferentes normativas y estrategias que lo están liderando.

En 2020, nació la Estrategia a largo plazo para la Rehabilitación Energética en el Sector de la Edificación en España (ERESSE) con el objetivo y, al mismo tiempo, desafío de multiplicar por 10 el ritmo actual de rehabilitaciones energéticas de viviendas al año en España.

Así pues, el principal desafío es la descarbonización del parque actual. A continuación llegó el Programa ayudas para rehabilitación integral de edificios residenciales y viviendas (Next Generation EU), con una importante cuantía económica destinada a España para impulsar la rehabilitación en entornos residenciales, entre otros.

Lamentablemente, hasta el momento, no se ha producido el arranque esperado en la rehabilitación, bien sea por una falta de comunicación, de cultura o de agilidad burocrática. De hecho, está en riesgo el poder aprovechar los fondos europeos para la rehabilitación del parque, que supondría una mejora tanto energética como social de las viviendas.

Pero las iniciativas siguen. Este año se han aprobado a nivel europeo (con trasposición prevista en España para 2026) dos propuestas más para seguir impulsando la descarbonización.

Por un lado, la Directiva relativa a la Eficiencia Energética de los Edificios (EPBD), que asegura edificios nuevos de consumo de energía casi nulo y promueve la renovación energética de los edificios existentes con una tasa mínima anual del 3%. 

Por otro lado, la Propuesta de Directiva de alegaciones ecológicas (Green Claims Directive), con el objetivo de inyectar confianza a los ciudadanos regulando el contenido de los mensajes en materia de sostenibilidad.

Con todas las normativas y estrategias publicadas se pretenden alcanzar los objetivos marcados: edificios nuevos cero emisiones en 2030 y todos los edificios, nuevos y existentes, cero emisiones en 2050. 

Para ello, es necesario que todos los agentes en la cadena de valor de la construcción sumen en la descarbonización y que el enfoque de mejora sea en todas las áreas. 

  • Diseño holístico de los proyectos, teniendo en cuenta los impactos ambientales y sociales que tendrá a lo largo de todo el ciclo de vida, desde la extracción y fabricación de materiales hasta la demolición y gestión de residuos, pasando por los cambios climatológicos que ya están sucediendo.
  • Reducción del carbono embebido, tanto en obra nueva como en rehabilitación, utilizando materiales reciclados que fomenten la economía circular; materiales con bajo impacto en carbono, analizando las Declaraciones Ambientales de Producto (DAP) y/o las huellas de carbono de los mismos; materiales locales; sistemas industrializados...
  • Reducción del carbono operativo, mediante la eficiencia de la demanda energética, implantación de energías renovables, disponer de materiales durables y de bajo mantenimiento, fomentar la domótica y el uso eficiente e inteligente de la tecnología del hogar, protegiendo y promoviendo la biodiversidad y sensibilizando a los usuarios con una guía de buenas prácticas.

Estas modestas propuestas pueden, lógicamente, reforzarse y ampliarse. Pero es preciso reafirmar la premisa: la sostenibilidad del planeta necesita de una descarbonización del sector de la construcción en toda su cadena de valor para 2050. Necesitamos una construcción y unos edificios con menos impacto, con proyectos, procesos y productos más sostenibles.

*** Laia Gelabert Soler es directora de Innovación y Sostenibilidad en Molins Construction Solutions.