La educación financiera no es un lujo ni un privilegio, sino un derecho fundamental que impacta de manera directa en la capacidad de las personas para gestionar su economía y, por tanto, su futuro. Dominar conceptos como el ahorro, la planificación presupuestaria o el funcionamiento de productos financieros como las hipotecas es esencial para alcanzar una estabilidad económica a largo plazo.
Sin embargo, los beneficios de contar con una sólida educación financiera van mucho más allá de las finanzas personales: fomentan la libertad individual, ya que permiten a los ciudadanos tomar decisiones más informadas, minimizar riesgos como el sobreendeudamiento y mejorar su bienestar general.
Pese a la evidente importancia de esta formación, los datos actuales no son alentadores. Según el informe PISA, los jóvenes españoles muestran un preocupante rezago en comparación con otros países de la OCDE en cuanto a competencias financieras. Este déficit pone de relieve la urgente necesidad de integrar la educación financiera desde etapas tempranas, con un enfoque inclusivo y práctico.
A lo largo de los años, se han desarrollado iniciativas para revertir esta situación. Un ejemplo destacado es el programa 'Tus finanzas, tu futuro', impulsado por la Asociación Española de Banca (AEB) y la Fundación Junior Achievement desde 2015, que busca acercar la educación financiera a los adolescentes.
No obstante, el reto es mayúsculo, especialmente entre los colectivos más vulnerables. En este sentido, es crucial reconocer que la inclusión financiera no puede ser plena si no abarca a todos los grupos de la sociedad. Las personas con discapacidad, por ejemplo, enfrentan barreras significativas para acceder a estos conocimientos, perpetuando una exclusión que va más allá de lo económico.
Ante esta realidad, las instituciones, empresas y organismos deben asumir una responsabilidad activa. No podemos hablar de inclusión financiera sin garantizar que todos, independientemente de sus capacidades, tengan acceso a los recursos necesarios para gestionar su economía con autonomía. La verdadera inclusión financiera implica la eliminación de barreras estructurales y la creación de programas específicos para quienes, tradicionalmente, han quedado al margen.
Conscientes de esta necesidad, en UCI, junto con la Fundación Prodis, hemos desarrollado un programa pionero de Educación Financiera Inclusiva, dirigido a personas con discapacidad intelectual. Este programa, enmarcado dentro de nuestro Plan de Sostenibilidad, no se limita a conceptos teóricos.
Está diseñado para dotar a los participantes de habilidades prácticas que puedan aplicar en su vida cotidiana, como la gestión del dinero, la creación de presupuestos o la realización de compras en línea de manera segura. Los resultados no dejan lugar a dudas: según una encuesta realizada entre los docentes del programa, el 75% de los estudiantes reportó un cambio significativo en su mentalidad, observando un incremento notable en su confianza y capacidad para tomar decisiones informadas. Además, el 50% de los participantes experimentó mejoras en su calidad de vida.
Estos datos evidencian que la educación financiera no solo tiene que ver con números y cálculos, sino con el empoderamiento personal y social. Cuando las personas adquieren las herramientas necesarias para gestionar sus finanzas de manera autónoma, se les otorga también la oportunidad de participar de manera plena en la vida económica y social.
La educación financiera inclusiva debe ser un pilar fundamental para eliminar las barreras que impiden a las personas con discapacidad intelectual participar plenamente en la vida económica. Nuestra iniciativa es solo un primer paso, pero confiamos en que programas como este contribuyan a avanzar hacia una inclusión real, en la que todas las personas, independientemente de sus capacidades, puedan acceder a los mismos recursos y oportunidades para vivir de manera plena y autónoma.
Garantizar una educación financiera accesible para todos es una cuestión de justicia social. Cuando se hace de manera inclusiva, se abren las puertas hacia un futuro más equitativo y sostenible para todos.
*** Càtia Alves es directora de sostenibilidad de UCI.