La capa de ozono, una barrera crucial que nos protege de los dañinos rayos ultravioleta del sol, está sufriendo un deterioro significativo. Este problema se debe principalmente a la liberación de gases nocivos, como los clorofluorocarbonos (CFC), que destruyen las moléculas de ozono en la estratosfera.
Aunque se han logrado reducciones en la emisión de estas sustancias, la capa de ozono aún no se ha recuperado por completo. Además, nuevas amenazas emergen con la continua emisión de otros gases de efecto invernadero y la inadecuada gestión de residuos contaminantes. Es aquí donde la acción conjunta y la voluntad política juegan un papel fundamental en la mitigación de esta crisis ambiental.
La historia de la capa de ozono es un ejemplo excepcional de cómo la acción conjunta y la voluntad política pueden mitigar una crisis ambiental que, hace unas décadas, parecía irreparable. Gracias al Protocolo de Montreal, firmado en 1987 y respaldado por 197 países, se ha logrado la eliminación de más del 99% de las sustancias químicas que agotan la capa de ozono. Sin embargo, a pesar de estos logros significativos, la lucha para asegurar su restauración completa sigue siendo crucial, ya que enfrenta nuevas amenazas como la emisión continua de gases de efecto invernadero y la contaminación por residuos.
Una de las áreas que ha cobrado mayor relevancia en este contexto es el reciclaje de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE). Estos dispositivos contienen en su interior sustancias peligrosas como cadmio, mercurio, plomo, arsénico, fósforo, aceites contaminantes y gases que son nocivos para la salud y el medio ambiente. Si no se gestionan adecuadamente, pueden liberar estos componentes tóxicos, contaminando el suelo, el agua y la atmósfera, e incluso contribuyendo al agotamiento de la capa de ozono. Por ello, la adecuada gestión y reciclaje de los RAEE es esencial para prevenir daños ambientales y proteger nuestro planeta.
Los aparatos electrónicos han transformado la vida cotidiana, pero su proliferación también ha generado un volumen creciente de residuos. En 2023, Naciones Unidas informó que cada persona produjo, en promedio, alrededor de 8 kilogramos de RAEE. Lo preocupante es que solo una pequeña parte de estos residuos, un 17,4%, fue tratado correctamente. Esto significa que la mayoría de estos desechos acabó en vertederos o fueron incinerados sin los controles adecuados, lo que puede desencadenar la liberación de gases tóxicos a la atmósfera.
En España, la situación es similar. Durante el primer semestre de 2023, se recogieron cerca de 140 millones de kg de RAEE, lo que representa un aumento del 3,28% en comparación con el mismo periodo del año anterior, según los datos presentados en la V Edición del Congreso Nacional de Gestión de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) en Barcelona. Esta cifra resalta la necesidad de adoptar medidas más efectivas en la gestión de estos residuos, no solo para evitar que se liberen sustancias que dañen la capa de ozono, sino también para aprovechar los materiales valiosos que contienen los dispositivos electrónicos.
El reciclaje de RAEE tiene un doble beneficio: por un lado, protege el medioambiente al evitar la liberación de gases como los CFC, y por otro, permite recuperar materiales como el cobre, el litio y otros metales que pueden reutilizarse en la producción de nuevos dispositivos. Este proceso reduce la dependencia de la extracción de nuevos recursos, un proceso costoso tanto a nivel económico como ambiental. Además, al recuperar estos materiales, se minimiza el consumo energético necesario para fabricar productos desde cero, lo que contribuye a reducir la huella de carbono.
Abordar los desafíos que implica el reciclaje de estos residuos va más allá de simplemente contar con la tecnología necesaria. Es fundamental contar con sistemas adecuados de recolección y tratamiento de RAEE que permitan separar de manera eficiente los componentes peligrosos y maximizar la recuperación de materiales útiles. A nivel global, se están desarrollando avances tecnológicos que facilitan este proceso, pero también es crucial que los gobiernos y las empresas trabajen en conjunto para implementar soluciones que sean efectivas y sostenibles en el tiempo.
La economía circular ofrece una perspectiva clave para la gestión de los RAEE. Al reincorporar los materiales recuperados al ciclo productivo, se reduce la extracción de nuevos recursos y se disminuye el impacto ambiental asociado con la fabricación de dispositivos electrónicos. Este enfoque no solo optimiza el uso de los recursos existentes, sino que también promueve prácticas sostenibles que contribuyen a la preservación del medio ambiente.
Gestionar adecuadamente los RAEE no es solo una necesidad urgente, sino también una oportunidad para hacer frente a los desafíos ambientales y avanzar hacia un futuro más sostenible. A medida que la cantidad de residuos electrónicos continúa aumentando, es vital que desarrollemos soluciones que permitan aprovechar al máximo los recursos existentes y proteger al planeta de los efectos nocivos de una gestión ineficiente.
*** Luis García-Torremocha es CEO de Movilex.