Los ojos de la comunidad humanitaria internacional se han quedado paralizados ante el desastroso diluvio en España, que ha dejado cientos de muertos y zonas urbanas enteras sepultadas por el barro.

Esto se debe a que el foco de atención de la mayoría de las organizaciones humanitarias internacionales suele estar fuera de Europa, en partes del mundo donde la población es muy vulnerable a las catástrofes y donde los gobiernos son débiles y carecen de financiación. De repente, la mirada humanitaria se desplazó del África subsahariana y Oriente Medio y del seguimiento de los tifones en los trópicos a Valencia.

Lo que ha ocurrido ha sido una llamada de atención de que, estemos donde estemos, tenemos que aprender las lecciones del "canary in the coal mine" ("canario en la mina de carbón") de España.

Tres cosas que España ha dejado muy claras:

1. La gente sobre el terreno es la primera en responder en los minutos y horas posteriores a la crisis. Los trabajadores humanitarios lo saben, pero es un duro recordatorio de que debemos hacer mucho más para ayudar y apoyar a los ciudadanos que responden en primera línea, aunque no tengan todas las habilidades técnicas y especializadas que los trabajadores humanitarios y de los servicios de emergencia se esfuerzan por desarrollar.

Mis redes sociales han estado llenas de vídeos de los miles de españoles armados con cepillos y palas que acudían a los pueblos y calles de Valencia para ayudar en la limpieza. Ha sido conmovedor ver el esfuerzo y la compasión de los ciudadanos españoles. Por lo que he visto en más de 20 años de emergencias en todo el mundo, las comunidades casi siempre se movilizan para ayudar a los suyos en respuesta a terremotos, inundaciones y volcanes.

Sin embargo, lo que los expertos humanitarios deben hacer mejor es posibilitar esta avalancha de apoyo asociándose para coordinar los esfuerzos, de modo que la ayuda y la asistencia se presten de forma eficaz y eficiente. Sin una coordinación adecuada, las carreteras se atascan con vehículos de voluntarios, los suministros de socorro se atascan y la ayuda puede llegar en exceso o en defecto a algunas zonas. En el peor de los casos, la labor de los servicios de emergencia puede verse obstaculizada.

Hay mucho trabajo por hacer en este terreno. Las organizaciones humanitarias, las autoridades gubernamentales y la sociedad civil deben colaborar para mejorar los sistemas de alerta temprana y respuesta. La tecnología también puede desempeñar un papel importante a la hora de reforzar la coordinación y movilizar el enorme poder de la acción ciudadana.

2. El cambio climático es la nueva normalidad para la que debemos estar preparados. En Valencia ha llovido en un día lo equivalente a un año. Lo que antes se consideraban fenómenos meteorológicos que ocurrían una vez cada 100 años ahora deben verse como episodios meteorológicos potencialmente comunes. El calentamiento de los océanos ya está provocando tormentas más fuertes y diluvios más intensos. En Estados Unidos, los huracanes Helene y Milton, que se sucedieron en verano, mataron a cientos de personas y causaron daños por valor de al menos 75.000 millones de dólares, demostrando que ni siquiera las naciones más ricas del mundo son inmunes a los sistemas meteorológicos catalizados por un clima más cálido.

Países como Bangladés son una lección de lo que es posible, ya que han hecho mucho por prepararse para los ciclones del Océano Índico que durante generaciones azotaron esta nación de baja altitud con efectos mortales. En 1991, un ciclón de 250 km/h azotó Bangladés. Se calcula que mató a 138.000 personas. En respuesta, el gobierno se apresuró a prepararse para el siguiente gran ciclón.

En tres años construyó 900 refugios y reforzó los sistemas de alerta temprana. Cuando en 1994 se produjo otro ciclón igual de potente, 450.000 personas ya habían sido evacuadas a los refugios. Esta vez murieron 350 personas. Demasiadas, pero una enorme reducción respecto a 1991. Mi organización, World Vision, trabaja mucho con las comunidades locales para ayudarlas a prepararse para los desastres y adaptarse al cambio climático.

Pero ahora es imperativo que los países de todo el mundo reevalúen sus riesgos de catástrofe a la luz de los últimos modelos climáticos. Aparte de mejorar los sistemas de alerta temprana —al parecer, uno de los principales puntos débiles en España—, es preciso mejorar las infraestructuras de los sistemas de evacuación de aguas para hacer frente a los repentinos diluvios.

Por supuesto, las mejoras de las infraestructuras también deben tener en cuenta la subida del nivel del mar y las marejadas, las sequías, las olas de calor y los fuertes vientos.

3. La falta de preparación ante un contexto de emergencia que empeora crea por sí misma nuevas crisis. La ira y el resentimiento entre los supervivientes de la catástrofe de España hizo que incluso los Reyes se vieran en el centro de una protesta de los supervivientes, furiosos por no haber alertado a sus seres queridos de la llegada de la tormenta. Una preparación y respuesta inadecuadas a las emergencias pueden amenazar la estabilidad política y conducir al caos político y económico, incluso en las democracias más maduras.

Las consecuencias de las respuestas ineficaces a la pandemia del COVID contribuyeron a la caída del Primer Ministro del Reino Unido, Boris Johnson, y a la crisis del coste de la vida en todo el mundo. El gobierno libanés dimitió tras la explosión de Beirut en 2020, que mató a varios cientos de personas, puso de manifiesto el sectarismo y la mala gestión financiera en el seno del gobierno y agravó los problemas económicos del país.

En todo el mundo, el empeoramiento del clima y las crisis relacionadas con los conflictos están provocando migraciones masivas a naciones cuya política se está volviendo cada vez más nacionalista en respuesta, creando nuevas líneas de división.
La ineficacia de los esfuerzos nacionales y mundiales para abordar las causas y la devastación de las emergencias contribuirá a alimentar nuevas fragilidades que serán cada vez más difíciles de gestionar. La terrible catástrofe de España es nuestro "canario en la mina de carbón". El momento de prepararse es ahora y rápidamente.

*** James East es director de Emergencias de World Vision.