La reciente cumbre del G20, celebrada hace un par de semanas bajo la presidencia de Brasil en Río de Janeiro, marcó un nuevo hito en la trayectoria de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). Nuestra primera participación en este foro global, por invitación expresa del presidente Lula, no solo refuerza el reconocimiento de nuestro trabajo en el ámbito de la educación, la ciencia y la cultura, sino que subraya la necesidad de consolidar alianzas efectivas para enfrentar los desafíos globales.

El encuentro, que reunió a líderes de las mayores economías del mundo, contó con la destacada participación de figuras como el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, o el presidente anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, entre otros.

En este escenario de alto nivel, desde la OEI tuvimos el privilegio de aportar nuestra perspectiva sobre temas fundamentales para el desarrollo humano, como la educación y la cultura, reafirmando nuestro compromiso con un futuro más equitativo y sostenible en una Iberoamérica que está en constante transformación.

Uno de los momentos clave de nuestra participación fue el lanzamiento, junto con el Gobierno del Brasil, del Plan Global contra la Pobreza y el Hambre, una iniciativa que se alinea perfectamente con nuestra misión y con la que nos sentimos muy comprometidos.

En un mundo donde más de 700 millones de personas viven en pobreza extrema y 345 millones enfrentan inseguridad alimentaria severa, el acceso a la educación y la promoción de la cultura emergen como herramientas indispensables para superar estas lacras.

Desde la OEI, abogamos por un enfoque integral que conecte la educación de calidad con oportunidades laborales y fomente valores culturales que promuevan la solidaridad y la justicia. Así lo hemos plasmado en nuestro último Programa-Presupuesto, recientemente aprobado por unanimidad por los gobiernos de los 23 países que conforman la comunidad iberoamericana y en donde ratificamos que la educación no es solo un derecho humano fundamental, sino que es la vía para empoderar a nuestra región y garantizar que nadie se quede atrás.

Con ese mismo espíritu, la declaración final de la cumbre destacó el consenso alcanzado en temas esenciales como la sostenibilidad económica, la justicia social y la transición ecológica, un documento que se presenta como una importante hoja de ruta que refleja el compromiso colectivo por abordar los retos del siglo XXI.

Es por ello por lo que nuestra participación en el G20 representa más que un momento histórico: es un punto de partida para fortalecer nuestra colaboración con los actores globales y un aliciente para seguir trabajando incansablemente para garantizar que la educación, la ciencia y la cultura se integren como prioridades en las agendas internacionales.

Este hito, sumado a nuestros primeros 75 años de trayectoria recién cumplidos y el reconocimiento de nuestra labor con el prestigioso Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional el pasado mes de octubre, nos motiva a redoblar esfuerzos para construir una Iberoamérica y un mundo más justos, en el que el conocimiento y los valores democráticos sean verdaderas herramientas para combatir la pobreza y la desigualdad.

Y para, en definitiva, como reza nuestro lema, hacer que la cooperación suceda. La cumbre ha demostrado que, cuando unimos fuerzas, es posible transformar grandes desafíos en oportunidades para el cambio.

*** Mariano Jabonero es secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).