Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), entre 1990 y 2020 se perdieron 420 millones de hectáreas de bosque debido a la deforestación, una superficie que equivale al tamaño de la Unión Europea (UE). La deforestación supone un drama social y ambiental allá donde se ocasiona y su impacto se refleja no solo en el lugar donde se ocasiona, sino en todo el planeta. 

La expansión agrícola y los productos derivados de esta actividad como el aceite de palma, soja, café, cacao, madera, caucho y sus derivados causan gran parte de esta deforestación. Por ello, la UE, que ya contaba con un reglamento para controlar el flujo de madera, (EUTR), dio un paso más, sacando a la luz en base a investigaciones previas, que la madera apenas supone un 8% de las causas de deforestación en el mundo, detectando otros productos con gran impacto, como la soja aceitera, el café, el cacao, el caucho, incluyendo incluso los productos vinculados al bobino. 

Esta normativa es un paso muy significativo en contra de la deforestación y el impacto de las actividades humanas en los ecosistemas forestales ya que busca crear un mercado europeo libre de prácticas que impliquen, directa o indirectamente, la deforestación. En este contexto, son muchas las oportunidades y desafíos que se presentan para las empresas que operen en el mercado de la UE, quienes tendrán que demostrar que los productos que comercializan no están vinculados a la deforestación ni a la degradación forestal a través de sistemas de control y de certificados que acrediten la trazabilidad de sus productos. 

Aunque la nueva legislación ha tenido gran acogida, los sectores económicos y empresariales han mostrado su preocupación debido a los costes que puede suponer para las empresas revisar sus cadenas de suministros, buscar alternativas sostenibles en el mercado, implementar un sistema de diligencia debida que garantice que sus productos cumplen con la nueva normativa y proporcionar la documentación que lo acredite.

Además, el monitoreo y la verificación de las cadenas de suministro podrían resultar complicados, no solo en países donde las medidas de sostenibilidad sean difíciles de garantizar, sino en los propios países de la UE, donde los productores de las materias recogidas en el EUDR, también se verían afectados. Es decir: propietarios de terrenos forestales, donde se lleve a cabo una gestión sostenible que genere productos que salgan a mercado; agricultores, ganaderos de bovino…, todos ellos deberán darse de alta en el sistema informático habilitado al efecto por la UE, para el control del cumplimiento del EUDR, debiendo registrarse como operadores primarios e iniciar la cadena de custodia.

Por ello, para que la normativa sea eficaz, será crucial fortalecer los sistemas de certificación y la cooperación internacional, así como proporcionar apoyo técnico y financiero tanto a los países productores para que puedan cumplir con la normativa, como a la sobrecarga administrativa que supondrá para los productores europeos y que no suponga un hándicap para ellos. . 

En este contexto, las pequeñas y medianas empresas serán las más afectadas debido a sus limitaciones logísticas y económicas. Iniciativas como la Huella ASG de COPADE ofrecen una solución para las pymes al ayudarles a medir su impacto social y ambiental, facilitando así su transición hacia modelos más sostenibles que cumplan con las nuevas exigencias de la normativa y que puede servir como documento acreditativo de su cumplimiento. 

No obstante, los posibles beneficios de la nueva normativa en materia medioambiental abarcan no solo los ecosistemas forestales, sino también la lucha contra el cambio climático. Los bosques son los grandes reservorios de CO₂ gestionables del planeta y su conservación es esencial para afrontar el momento de cambio climático y calentamiento global que vivimos. Así mismo su gestión sostenible es esencial para obtener productos sustitutivos en el mercado, con baja huella de carbono, frente a otros altamente contaminantes. 

Hay que recordar que mientras en otros lugares del planeta hay que vigilar muy de cerca los procesos de deforestación, en nuestro viejo continente en general y en los países mediterráneos en particular, los bosques están necesitados de gestión, que rebaje su carga sobrepasada de biomasa y que los haga más resilientes frente al estrés hídrico que sufren, debido al cambio climático, y menos vulnerables frente a grandes perturbaciones, como son los grandes incendios forestales, que se han convertido en una cuestión que trasciende la protección ambiental, alcanzando el ámbito de la seguridad ciudadana.   

En cuanto a las empresas, aunque puedan enfrentarse a los retos antes comentados, especialmente aquellas menos sostenibles, las que lleven años implementando este tipo de prácticas notarán un gran aumento del número de personas consumidoras ya que contarán con una mejor posición y reputación en el mercado y con mejores precios, al no tener que hacer frente a una remodelación en su cadena de suministros.  

Este mercado sostenible también influirá directa e indirectamente en la elección de los consumidores, que solo podrán comprar productos que no estén vinculados a la deforestación o la degradación forestal, cambiando sus hábitos de consumo por unos más responsables. Además, estas personas contarán con más información sobre el origen y el impacto de los productos y, por tanto, podrán tomar decisiones de compra más conscientes.

La nueva normativa de la UE sobre deforestación supondrá grandes desafíos para productores/as y comercializadoras, tanto fuera como dentro de la UE. Aunque deberían pulirse algunos flecos y, a pesar de las complicaciones para algunos sectores, puede representar un avance crucial en la protección de los bosques y la biodiversidad a nivel global, atendiendo adecuadamente las especificidades de cada lugar. 

En conclusión, ciertamente el reglamento EUDR representa asumir grandes retos, no solo en su implementación, para no perjudicar a aquellos productores y productoras que ya lo están haciendo bien, sobre todo los europeos, que ya cuentan una normativa tan estricta que el cumplimiento del EUDR es inherente, sino en la trazabilidad, la elaboración de diligencias debida, etc. lo que debería llevarnos a un mercado más transparente y a un consumo más responsable y empoderado, en lo que contribuye directamente la certificación de la Huella ASG de COPADE. 

***Marta Corella es coordinadora de proyectos de desarrollo de COPADE