Entre la precariedad laboral, las crisis climáticas y las desigualdades sociales, las nuevas generaciones viven un funambulismo constante. La pregunta ya no es si debemos actuar, sino si seremos capaces de hacerlo a tiempo.

2025 debe ser el año en que el mundo cambie de rumbo hacia un futuro más justo para las generaciones jóvenes.

En septiembre de 2024, Naciones Unidas aprobaba el Pacto para el Futuro, un acuerdo que puede ser el punto de inflexión que tanto necesitamos. Este incluye avances clave como la Declaración sobre las Futuras Generaciones, que establece por primera vez un marco global para proteger los derechos de los más jóvenes y los que todavía no han nacido, dándoles un papel central en la toma de decisiones.

Este pacto no debe ser solo un documento, sino un compromiso de la comunidad internacional para que las generaciones adultas actuales no hipotequemos el futuro de las próximas.

Un presente desigual

Las cifras hablan por sí solas. En América Latina, el 31% de las personas entre 15 a 19 años se encuentra en situación de pobreza, y el 8,5%, en situación de pobreza extrema, según el informe elaborado por CEPAL para Ayuda en Acción.

A este contexto se suma un análisis prospectivo que proyecta que, para 2030, siete de cada diez jóvenes trabajarán en el sector servicios, aumentando así el riesgo de precariedad e informalidad. Esto implicaría una migración masiva del campo a las ciudades, dejando vacíos los territorios rurales y aumentando la saturación de las urbes.

El cambio climático acelera este éxodo con desastres naturales que destruyen medios de vida tradicionales. Y esto no ocurre solo en América Latina. El cambio climático es uno de los mayores factores de empuje para que la juventud de países como Etiopía decidan sobre su futuro. En concreto, para que decidan si migrar o no, sobre todo en zonas donde las oportunidades son escasas y tienen que enfrentar más problemas como el hambre o la guerra.

Incluso en Europa la juventud enfrenta grandes retos, aunque sea de manera muy distinta. Otro estudio prospectivo, en este caso realizado en España, advierte de que en 2030 habrá más jóvenes que no pueden emanciparse que en la actualidad, y esto ocurrirá a pesar de que habrá más juventud empleada.

Lo que lastra el futuro es la precariedad y la imposibilidad de desarrollar proyectos de vida por empleos que no cumplen, que no son satisfactorios y, en muchas ocasiones, ni siquiera estables.

Lo positivo de los estudios prospectivos es que, aunque los escenarios realistas nos presentan los desafíos que enfrentará la juventud, los escenarios ideales nos presentan un futuro mejor al que podemos llegar si llevamos a cabo las políticas adecuadas. En Latinoamérica mejorarían las tasas de finalización de la educación secundaria, se reduciría la informalidad y mejorarían los salarios para 2030.

En España, el desempleo disminuiría aún más de lo esperado, mejoraría el bienestar laboral y crecería el porcentaje de jóvenes emancipados. Sin entrar en el detalle, lo que estos estudios nos muestran es que el futuro está en nuestras manos, y las decisiones que tomemos hoy pueden asegurar que las próximas generaciones vivan mejor.

Un Pacto para el Futuro

El Pacto para el Futuro de Naciones Unidas ofrece una oportunidad para priorizar políticas por, para y con la juventud a nivel global. No obstante, el verdadero desafío está en transformar este pacto en acciones concretas.

La experiencia nos ha enseñado que los grandes acuerdos internacionales solo tienen impacto si se traducen en políticas nacionales efectivas y en un seguimiento continuo por parte de la sociedad civil. Por eso, 2025 debe ser el año en que dejemos de hablar y empecemos a actuar.

Para garantizar un futuro mejor para las nuevas generaciones, es crucial invertir en su desarrollo desde hoy. Esto incluye medidas como:

  • Reformar el sistema educativo. Garantizar que toda la juventud tenga acceso a una educación de calidad, adaptada a las demandas del mercado laboral y a los desafíos de la transición ecológica y digital.

  • Generar empleos de calidad. Fomentar sectores sostenibles que ofrezcan oportunidades laborales dignas y bien remuneradas.

  • Reducir las desigualdades. Abordar las brechas de género, la discriminación y las barreras socioeconómicas que impiden que muchos y muchas jóvenes desarrollen su potencial.

  • Promover la participación juvenil. Incluir a la juventud en los procesos de toma de decisiones, tanto a nivel local como global, para que sus voces sean escuchadas y sus necesidades sean atendidas.

La juventud no puede esperar más. Las generaciones actuales tienen la responsabilidad de garantizar que las generaciones de hoy y del mañana tengan las herramientas y oportunidades necesarias para construir un mundo mejor.

En Ayuda en Acción estamos comprometidos y comprometidas con este objetivo. Trabajamos en comunidades de todo el mundo para ofrecer oportunidades educativas, fomentar el empleo juvenil y garantizar que nadie quede atrás. Sabemos que invertir en la juventud no solo es justo, sino también inteligente: es la mejor forma de construir sociedades más sostenibles, igualitarias y resilientes.

2025 debe ser el año en que todo cambie. El año en que dejemos de mirar hacia otro lado y empecemos a construir un futuro que esté lleno de oportunidades.

***Jorge Cattaneo es director general de Ayuda en Acción.