Muchas veces lo he pensado. Si tuviera que diseñar en estos momentos una Universidad de nueva creación, ¿qué componentes incluiría? Y así he llegado a la definición de este decálogo de cuestiones

  1. Haría una Universidad híbrida que aunase lo mejor de la modalidad presencial y virtual. Esa apuesta por lo híbrido exige una fuerte digitalización lo cual se convierte, a su vez, en el fundamento para desarrollar la inteligencia artificial que cada vez va a estar más presente en nuestra oferta educativa.
  2. Una Universidad que enseñe otras cosas y de otra manera. Ello supone, al menos, cuatro exigencias:
    Una apuesta decidida por la interdisciplinariedad, al estilo de esa nueva Universidad fundada hace pocos años en Londres. La LIS (London Interdisciplinary School). Una universidad diseñada para ayudar a los estudiantes a resolver problemas complejos del mundo actual. Una mayor insistencia en la formación en competencias para dotar a los alumnos de una buena empleabilidad. Fomentar la enseñanza dual con una mayor presencia de los estudiantes fuera de las aulas donde pueden adquirir la formación práctica exigida. 
  3. Una Universidad que transfiera más y mejor. Doy por sentado que una Universidad que no investigue no puede considerarse una autentica Universidad. Cada institución educativa de rango superior debe tener sus líneas prioritarias de investigación, pero ha de ser capaz de transferir los resultados de esa investigación al tejido empresarial para que los trabajos tengan una verdadera proyección social.
  4. Lo glocal como fórmula territorial. De su quehacer. La Universidad tiene que ser un dinamizador del espacio local, regional o nacional, pero realizar a la vez una clara apuesta por lo internacional. Lo cual significa más alumnos y profesores internacionales, más redes internacionales de investigación, más convenios de colaboración, más organismos internacionales de asesoramiento. Pero también ha de cubrir las necesidades de buenos profesionales de los territorios donde están instaladas, ofrecer la investigación que precisan las empresas y las instituciones de su ámbito de influencia, y ofertar productos de calidad a través de una buena propuesta cultural.
  5. Tamaño si que importa. Necesitamos Universidades de una cierta dimensión si queremos que sean competitivas. Las Universidades demasiado pequeñas no van a poder subsistir. La única forma posible es la fusión en algunos casos o la colaboración interuniversitaria que hoy no alcanza las dimensiones que debería tener.
  6. Una oferta de calidad. La Universidad a la que aspiro debe tener un buen Departamento de calidad interno al que someter todos los productos que oferta antes de lanzarlos a los órganos de acreditación y al mercado. Esto es especialmente importante en una cultura de la evaluación ex post en la que se mide la solvencia de los productos una vez que han rodado.
  7. Una financiación suficiente y por objetivos. Todas las universidades, pero especialmente las públicas han de tener una financiación suficiente. Una financiación que no debe otorgarse solo en función del número de alumnos o los títulos que imparte sino sobre los objetivos que se pretendan alcanzar. Es necesario que los poderes públicos sean sensibles a las necesidades económicas de las universidades, pero es igualmente conveniente que todas las instituciones de educación superior, también las públicas, intensifiquen los esfuerzos para obtener más fondos privados.
  8. Una relación más fluida con el tejido empresarial. Las Universidades tienen que estar atentas a las demandas de profesionales de las empresas , colaborar con ellas en la investigación aplicada que precisan y transferirles los resultados de esa investigación. Las compañías, por su parte,deben proporcionar profesionales experimentados para la docencia e investigación , participar en los órganos de gobierno de las universidades y acoger a los estudiantes en prácticas en las condiciones adecuadas.
  9. Un nuevo modelo de gobernanza. Que supone evitar que haya tantos órganos administrativos, reducir el inmanejable tamaño de algunos, evitar sus competencias cruzadas, agilizar la gestión, dar entrada a los intereses sociales en el gobierno universitario o elegir a los representantes con criterios profesionales. La buena gobernanza debe incluir también una eficaz política de rendición de cuentas
  10. Una oferta suficiente y de calidad para la formación continua. Es la cuarta pata sobre la que se apoya la función formativa de las universidades. Es necesario diseñar un portfolio de títulos propios que cumpla con las necesidades de reactualización de los profesionales del futuro.

En resumen, la nueva docencia exige enseñar de otra manera, una mejor formación en capacidades, avanzar en la digitalización y en la incorporación de la inteligencia artificial , favorecer las enseñanzas híbridas, dotar a los alumnos de buenos niveles de empleabilidad e incorporar la formación continua.

La investigación demanda mejor financiación, más convenios con las empresas, una buena transferencia de los resultados y una apuesta decidida por el emprendimiento y la innovación.

Y para estas y cualquier otra misión de la universidad incluida la extensión y la proyección social y territorial, tres acciones resultan convenientes: intensificar las relaciones interuniversitarias, reforzar los vínculos con el tejido empresarial y favorecer mayores niveles de internacionalización.

***Rafael Puyol el es presidente de UNIR