Las consecuencias del crecimiento económico son cada vez más evidentes: calentamiento global, inundaciones, sequías, pérdida de la biodiversidad... Esto muestra que un modelo económico basado en el "usar y tirar" ya no es sostenible, y que es necesario avanzar hacia una economía generativa capaz de aportar más de lo que consume. Pero, ¿cómo se puede abordar esta 'metamorfosis'?
Para ilustrar la diferencia entre una economía tradicional y una generativa, me gusta utilizar el ejemplo de un huerto. En el caso de la primera, cosecha únicamente lo que se ha sembrado, buscando maximizar el rendimiento. Sin embargo, no se crea nuevo valor y, con el tiempo, la tierra se agota y obliga a buscar nuevos terrenos.
La economía generativa, en cambio, es como un huerto en flor, donde el agricultor trabaja para la tierra, para fomentar el crecimiento de nuevas variedades, invirtiendo tiempo y esfuerzo en investigar distintas especies vegetales, en experimentar con técnicas agrícolas innovadoras y en compartir su conocimiento. Así, su huerto se convierte en una fuente de crecimiento continuo, donde florecen nuevas plantas e ideas, y se produce una rica polinización cruzada.
No es ciencia ficción
De este modo, la economía generativa crearía más valor del que consume y tendría un impacto neto positivo en la sociedad y en el medio ambiente. Y es que, al colaborar y experimentar en el campo de la innovación, es posible desarrollar, por ejemplo, materiales que se autorreparan o productos que, en lugar de ser cultivados en el sentido estricto, crecen por sí solos.
No es ciencia ficción. Ya hay ejemplos, como la investigación de la Universidad Técnica de Delft, que ha dado lugar a la creación de un hormigón autorreparable. Este material, gracias a bacterias que producen piedra caliza al entrar en contacto con agua y oxígeno, puede reparar pequeñas grietas por sí mismo. Así, no solo se extiende la vida útil de las estructuras, sino que se reduce la necesidad de mantenimiento y reemplazo, disminuyendo el consumo de materias primas.
Otro ejemplo es el embalaje de micelio (la red de raíces de los hongos), que puede sustituir al plástico y a otros componentes nocivos, ya que, tras su uso, se descompone en la naturaleza o puede reciclarse junto al papel. A partir del micelio también se pueden fabricar materiales similares al cuero que se autorreparan, o elementos de construcción como aislantes y paredes interiores.
¿Y qué hay de la generación de energía sostenible con algas? A través de la fotosíntesis, estos microorganismos producen biomasa que luego se convierte en biocombustible. Por ejemplo, ya existen en el mercado paneles de vidrio con microalgas que suministran energía a los edificios.
Cómo asegurar la transformación
La economía generativa promete sostenibilidad e innovación, con la reducción de la huella ecológica, el crecimiento económico impulsado por nuevas tecnologías y un entorno más saludable. Este modelo se enfoca en crear valor a largo plazo, en lugar de perseguir beneficios inmediatos, para un futuro más estable, equitativo y próspero.
Existen numerosas razones para adoptar la economía generativa y estamos trabajando para ello con la vista puesta en el año 2040. No obstante, esta metamorfosis no ocurrirá por sí sola, y los próximos quince años serán decisivos.
En el corazón de la economía generativa está la "magia de la vida": una profunda comprensión de los procesos naturales como la descomposición y recomposición, que inspiran nuestro modelo económico futuro. Innovaciones como el hormigón autorreparable o las algas generadoras de energía son ejemplos de cómo esta metamorfosis puede integrarse en los procesos de producción. Para ello, también es necesario transformar la cadena de valor y fomentar la colaboración y la innovación.
Asimismo, el modelo generativo conecta todos los puntos a lo largo del ciclo de vida de un producto: desde la selección de materiales, su diseño y producción, hasta su uso y reciclaje. Es fundamental diseñar los productos pensando en su reciclaje posterior, para que los residuos generados puedan convertirse en nuevas materias primas. Ejemplos como el uso del micelio en embalajes o la conversión de residuos como los posos de café en biocombustibles, muestran cómo podemos aprovechar los desechos de manera sostenible.
En este contexto, también es crucial adoptar una visión holística. La economía generativa nos enseña que todo está interconectado. Si, por ejemplo, queremos implementar un nuevo servicio en una ciudad, debemos comprender el ecosistema urbano en su totalidad, del mismo modo que, si queremos abordar enfermedades como el cáncer, necesitamos entender los procesos orgánicos en su entorno.
Hoy, ya usamos gemelos virtuales para simular sistemas complejos. Esta tecnología se aplica en diversos sectores para optimizar procesos, mejorar el diseño y el rendimiento de diferentes artículos, y reducir sus costes. Por ejemplo, en Grupo BMW trabajan con un gemelo virtual para cada modelo de vehículo con vistas a reutilizar componentes de manera más eficiente y reducir los tiempos de desarrollo, entre otros.
En Dassault Systèmes, manejamos el concepto de "UniVeRses" como una red de gemelos virtuales que conectan lo real y lo virtual, permitiendo a las empresas y partes interesadas colaborar y generar soluciones innovadoras. A diferencia de los "metaversos", los UniVeRses no buscan construir mundos paralelos, sino conectar lo virtual y lo real para impulsar la sostenibilidad y el crecimiento económico.
En la integración de los mundos virtuales, no se trata solo de digitalizar lo que ya existe, sino de imaginar mundos posibles que nos permitan tomar decisiones más informadas y colaborar, allanando el camino hacia un futuro en el que todos podamos generar, en lugar de consumir y agotar.
*** Hicham Kabbaj es director general de Dassault Systèmes España y Portugal.