El anuncio del Presidente de Estados Unidos de abandonar el Acuerdo de París ha sacudido la escena internacional. Este tratado, que compromete a los firmantes a actuar contra el cambio climático, es un logro y un modelo de cooperación internacional al acordarse de manera unánime por 198 países en 2015. Ante esta noticia, podemos caer en la tentación de perder la fe en el proceso multilateral. Sin embargo, abandonar no es una opción porque el cambio climático no espera.
Desde 1992, cuando se firmó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en Río de Janeiro, la comunidad internacional ha trabajado para impulsar la acción climática. Reconocida por 198 Estados, la CMNUCC y sus Conferencias de las Partes (COP), conocidas como las cumbres del clima, son el espacio principal para coordinar las respuestas globales frente a la crisis climática.
El Acuerdo de París busca limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 ˚C, un umbral crítico según la ciencia. Sin embargo, y teniendo en cuenta los planes climáticos presentados por los firmantes (o NDC) en el marco del acuerdo, seguimos en una trayectoria alarmante de aumento de 2,9 ˚C. Aunque el proceso político de la CMNUCC todavía no ha logrado hacer frente a la crisis, sin este proceso, estaríamos encaminados hacia un aumento de 5 ˚C.
El informe de Copernicus indica que 2024 fue el primer año en el que superamos temporalmente los 1,5 ºC respecto a niveles preindustriales. Y con solo este aumento, hemos enfrentado desastres como la DANA en Valencia, con lluvias torrenciales y graves inundaciones que han provocado 224 muertes, o los incendios descontrolados ahora en California. A 5 ºC, estos impactos serían la norma, multiplicándose en frecuencia e intensidad, llevando a una devastación climática y humanitaria sin precedentes.
El cambio climático es un fenómeno global cuyas consecuencias nos afectan a todas las personas, sin distinguir entre países emisores o no. Los desafíos planetarios requieren soluciones colectivas. Por este motivo, el desarrollo de la agenda global y la acción climática, que se define en las cumbres del clima, marcan el proceso para que gobiernos, sector privado y sociedad civil trabajen juntos en una sociedad descarbonizada y resiliente, integrando acciones de mitigación y adaptación.
En este sentido, las cumbres del clima no son solo un evento anual de dos semanas. Como destacamos desde la organización ECODES y Comunidad #PorElClima con la iniciativa AmbiciónCOP, es un proceso continuo que permite a los países negociar, adaptarse a los nuevos conocimientos científicos y tecnológicos, rendir cuentas e integrar a los actores no gubernamentales en el proceso. Más allá de las negociaciones formales, las cumbres reúnen a una diversidad de actores que promueven el intercambio de ideas y la colaboración para encontrar soluciones efectivas y escalables.
Por lo tanto, el papel principal de las COP es definir cómo implementar el Acuerdo de París, trasladando temas clave a políticas nacionales que impactan directamente en nuestra vida diaria. Por ejemplo, el compromiso asumido en la COP28 celebrada en Dubái en 2023 de triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética para 2030 debe materializarse en iniciativas concretas para la rehabilitación de viviendas, que reducirá el coste energético.
Aunque la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París es un revés, no es la primera vez que el país toma esta decisión. Ya ocurrió en la primera legislatura de Trump. Su papel en la acción climática es importante, pero no decisivo, ya que otros actores, como China y la Unión Europea, vienen asumiendo un rol protagonista en la promoción de políticas y propuestas climáticas en la escena internacional.
El liderazgo climático no solo se mide en promesas, sino en la capacidad de transformar compromisos en acciones. En un momento de emergencia climática, la COP30 que se celebrará a final de año en Brasil debe ser un faro indispensable para coordinar y acelerar la implementación de las medidas efectivas. Actuar frente a la crisis climática no es una opción, es una necesidad.
***Philippine Ménager es Responsable del proyecto AmbiciónCOP de ECODES