¿Te sorprendería si te digo que en el agua de nuestros espacios naturales podemos encontrar restos de cafeína, ibuprofeno o incluso esmalte de las uñas? Aunque parezca increíble, es un hecho.
Según el estudio de Ciencia LIBERA, que analiza la contaminación difusa en los espacios naturales, en el 74% de muestras de agua analizadas en los entornos naturales tiene cafeína. Y no, no precisamente porque el café emane de los manantiales, sino porque los residuos que generamos en nuestro día a día llegan hasta el último rincón de la naturaleza.
Esto es un reflejo de un problema real, pero al mismo tiempo invisible. Estamos frente a la contaminación de nuestros recursos hídricos. Hay sustancias que se usan para la fabricación de productos cotidianos que han sido encontrados en los ríos y lagos españoles.
Los plaguicidas, microplásticos, metales pesados o compuestos perfluorados son algunas de las que se usan para fabricar cosmética, ropa impermeable o utensilios de cocina y que se encuentran en las aguas. Este panorama nos lleva a una reflexión importante que replantearnos y valorar la relación que tenemos con el agua.
La 'basuraleza' invisible
Cuando pensamos en aguas contaminadas, es común imaginar vertidos industriales o las famosas islas de plástico flotando en medio de los océanos. Sin embargo, existe una amenaza silenciosa e invisible: los residuos químicos que llegan a nuestros ríos y acuíferos a través de actividades cotidianas.
Alguno de estos ejemplos de contaminación difusa son los medicamentos que desechamos de manera incorrecta, detergentes que vertimos en los desagües y microfibras que se desprenden de nuestra ropa con cada lavado.
Según el informe de Ciencia LIBERA, el 97% de las 140 zonas naturales analizadas presentan algún tipo de contaminante en el agua y solo hay cuatro en donde no se encontró ningún residuo en la matriz de agua. Además, 32 de estos espacios presentan una suma de más de 5.000 nanogramos por litro de contaminantes en agua, lo que muestra la gravedad del problema que viven nuestros ecosistemas acuáticos.
El impacto de nuestra actividad perdura en el tiempo y todavía más en el agua por su gran capacidad para transportar estos contaminantes a lo largo de kilómetros. La realidad es que estamos frente a un problema que nunca debió existir y la solución está en manos de todos nosotros.
El desafío de preservar el agua
En este sentido, es importante que reflexionemos sobre la importancia de este recurso natural y, sobre todo, sobre el desafío al que nos enfrentamos día a día para protegerlo. Es necesario que todos nos aseguremos de garantizar la calidad del agua, ya que la salud de todos los ecosistemas depende de ella. Además, de su disponibilidad para el consumo humano.
Pero, ¿existen soluciones? La respuesta es sí, y requieren el compromiso de toda la sociedad. Cada persona puede aportar su granito de arena desde acciones individuales como, por ejemplo, el uso responsable de los productos químicos y el reciclaje correcto de los residuos, hasta el desarrollo de políticas ambiciosas que regulen la contaminación difusa y, por ende, promueven esa transición hasta un modelo más sostenible.
Por ello, en LIBERA trabajamos con diferentes iniciativas como, por ejemplo, 1 m² por los ríos, lagos y embalses que busca combatir la 'basuraleza' en entornos fluviales a través de la recogida de residuos y el análisis de su impacto.
El agua no es un recurso inagotable. Y, aunque a simple vista pueda parecer limpia, la contaminación que arrastra nos afecta a todos. En este Día Mundial del Agua, la pregunta que debemos hacernos es: ¿qué estamos dispuestos a hacer para protegerla?
***Sara Güemes es coordinadora del Proyecto LIBERA en Ecoembes.