Se llama Victoria Santiago (Málaga, 1996), pero todo el mundo la conoce como Vicky. Desde antes de terminar sus estudios universitarios de Traducción e Interpretación, trabaja como conferenciante y formadora para luchar contra la pobreza y la discriminación. La sonrisa constante que muestra durante la conversación es contagiosa: quien la escucha no puede evitar más que sonreír junto a ella.
¿Qué es para ti lo social?
Dedicarse a lo social y hablo desde mi juicio crítico- es dedicarse a todo, porque tratas con personas y tienes que tratar todos los ámbitos. Una persona puede necesitar orientación educativa o venir pidiéndote algún consejo personal. Es algo muy grande.
Algo muy grande y ¿algo muy pequeño también?
La cosa es que yo trabajo con gente de mi etnia, es grande, pero es chiquitito a la vez, porque aunque no conozca a esa persona siempre suelo encontrarme con un lazo estrecho entre ella y yo. Siempre la entiendo, siempre la otra persona se siente cómoda conmigo, porque es raro encontrarse a alguien trabajando en lo social de tu misma etnia. Para mí es un privilegio.
A ti te ven como un referente, ¿verdad?
Sí [sonríe]. Siempre el ejemplo habla más que las palabras.
¿Cómo empezaste en esta actividad?
Empecé a trabajar con gente de etnia gitana simplemente porque yo era gitana y tenía estudios. Decidí estudiar y me afilié a la fundación Secretariado Gitano, me ayudaron a sacarme los estudios y luego me ofrecieron un puesto de trabajo.
No existe la raza gitana, sino la etnia; todos pertenecemos a la raza humana
¿No fuiste siempre buena estudiante?
Con trece años, repetí primero de la ESO porque mi objetivo en la vida no era estudiar, pero cambió, hubo un giro ahí repentino.
¿Qué influyó en ese cambio? ¿Por qué se produjo?
Influyeron todos: la fundación con la que colaboraba, mi familia, incluso mi novio. Pero sobre todo yo misma.
¿Y cómo llegaste a estudiar Traducción e Interpretación del francés?
Mi madre, que era analfabeta, al echar la matrícula de Infantil no sabía qué era un colegio bilingüe y me apuntó en la sección bilingüe. Por eso acabé estudiando francés. Los padres son nuestros primeros referentes en la vida, lo que nos dicen influye mucho. A mi padre le gusta la teología y le he visto mucho en casa leyendo y estudiando. Tuve ahí un ejemplo.
¿Quién dirías que ha sido tu principal referente?
Mi referente, mi influencer principal, ha sido mi madre, una persona que ha vivido para trabajar y encargarse de su casa. Lloraba por ir al colegio, porque no tuvo la oportunidad. Sin embargo, ella a mí me ha dado todo lo que no pudo tener. Y me ha aceptado, porque he hecho lo que he querido y he tenido que romper con muchos esquemas que tenía mi madre en la cabeza. Yo quiero tener esa capacidad de cambiar solo por confiar en una persona.
¿Cómo empezaste en tu actividad de motivación a otros?
Empecé dando charlas por los institutos y colegios que estaban en barrios de exclusión social. Cara a cara con los míos.
¿Encuentras facilidad para conectar con otros en tus charlas?
Yo misma me sorprendo de cuando llego a un instituto y hay gitanos y no gitanos. ¿Cómo soy capaz de llegarle a todos? Porque estoy entre los dos mundos. Sin embargo, cuando llega una persona que no es gitana, por desgracia, no sabe llegar a lo que es ese porcentaje de personas de mi etnia. Sinceramente, creo que la cultura gitana no tiene una ley en sí que está escrita, que te diga lo que tienes que hacer, pero sí que estamos conectados por algo, tenemos unos mismos valores inculcados. Aunque seamos gitanos del norte de España o del sur, somos diferentes, pero somos muy iguales. Esa energía y esos valores que se nos inculcan desde pequeños son la clave para entendernos, para la comunicación extrema.
¿El momento más difícil de tu actividad como formadora?
El momento más duro -y he tenido más de uno- es cuando un niño pequeño llega y me dice, desde su inocencia, la situación que hay en su casa.
¿Y el mejor?
Ver cómo he sido capaz de cambiar el pensamiento de una persona que no iba por buen camino. O que al final del curso los profesores acaben felicitando a una chica gracias en parte a mi influencia. Esa es mi mayor satisfacción.
¿Cómo describirías lo más bonito de ser parte de tu etnia?
Esa alma errante que hemos tenido desde el principio de los tiempos, desde que salimos de la India, del Punjab. Nos adaptamos donde sea, siempre somos capaces de seguir adelante.
¿Y lo más difícil?
No solo ocurre con los gitanos, sino con todas las minorías étnicas: la discriminación, el racismo, la separación que no debería haber entre personas…
Dedicarse a lo social es dedicarse a todo
En la camiseta que llevas puesta se puede leer "tengo un par de alas". ¿Hay algún mensaje oculto?
Llevo esta camiseta porque considero que tengo un par de alas, porque he conseguido despegar el vuelo desde el suelo. Es una metamorfosis, de oruga a mariposa, que ha tomado las decisiones que ha querido en su vida, y que espera cumplir muchas metas más.
¿Como cuáles?
Me gustaría dar clases en la universidad, retomar mi línea de trabajo, ser profesora de universidad. Creo que sería la primera gitana profesora de universidad y eso para mí sería increíble.
¿Alguna otra mujer que te inspire, además de tu madre?
Conozco a muchas mujeres gitanas que son referentes para mí, no solo porque hayan estudiado, sino por los valores que nos han inculcado.
Afirmas que eres católica.
Soy cristiana, creo en Dios, no tengo una religión y eso ha sido un motor para llegar hasta hoy, conseguir remontar el vuelo.
¿Has sufrido discriminación directa?
Directa no, pero sí indirecta. Hubo, por ejemplo, un profesor en la universidad que hizo un chiste de mal gusto y tuvo que dejar en ridículo al gitano del chiste. Yo la verdad es que me sentí mal. ¿Por qué?, pregunto. ¿Qué necesidad hay? Son cosas con las que hay que luchar y tengo la confianza de que pronto todo eso desaparecerá.
¿Cómo aconsejas reaccionar ante una discriminación?
Sin permitirla. Cuando alguien me dice algo malo o un profesor hace un chiste de mal gusto porque no se imagina que tiene una alumna gitana, levanto la mano y digo “yo soy gitana y no estoy vendiendo droga”.
Colaboras en el programa Centro Abierto de la Fundación La Caixa.
Sí, ayudamos a personas con cheques de higiene, ropa y alimentación y les ofrecemos programas como Centro Abierto, donde educamos a los pequeñitos en valores. También a madres. Ahora trabajo con niños pequeñitos de tres a seis años. Por ejemplo, hago juegos con cambio de rol, también les hablo de mí. Para ellos ya simplemente que haya una profesora que es gitana, eso ya es mostrarles otra realidad.
¿Un mensaje final?
Todos empezamos desde cero respecto a una meta. Cuando quieres alcanzarla no es por arte de magia, sino por esfuerzo y trabajo. Las cosas no llegan porque sí, llegan porque las trabajamos. Y eso es así para todos.
En la imagen que abre esta entrevista, Victoria Santiago sostiene el cartel del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 1 sobre el fin de la pobreza. Ella misma se define en cuatro palabras: Dios, familia, maternidad y estudios. Como parte de su proyecto, imparte seminarios y charlas de motivación a niños y adolescentes, además de luchar contra la pobreza y la discriminación.