Antonio Espinosa de los Monteros (Sevilla, 1990) se dedica a llevar agua potable a personas que no la tienen en países en desarrollo. Lo hace a través de su empresa social AUARA.
Este arquitecto de profesión y lector y viajero de vocación ha vivido y colaborado con proyectos sociales en distintos países, como Perú, Camboya o Etiopía. De este último volvió con el nombre de la marca de agua mineral que creó en 2015 y que en amhárico -uno de los idiomas hablados en el país africano- tiene un significado muy especial: tormenta de arena que se produce en desiertos como el de Afar, el lugar más cálido y seco del planeta.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 6 es palmario: lo importante que es el agua.
El agua está en la base de la pirámide de las necesidades. Al final, cuando estás en lugares en los que falta de todo -colegios, carreteras, hospitales, casas…-, la pobreza mayor que existe es la falta de agua.
Cuando no tienes agua, lo demás es una prioridad secundaria. Y muchas veces lo que ocurre es que hay comunidades en las que la gente tiene que desplazarse un montón de kilómetros y horas para buscar agua. Normalmente son niños y mujeres los que tienen que hacerlo, y los niños no pueden ir al colegio porque la prioridad es que haya agua en casa para beber, cocinar, lavarte y todo lo básico.
Eso impide cualquier tipo de mejora social o desarrollo.
Claro. Es gente que vive anclada a la solución de esa necesidad básica. A veces les puede llevar cuatro o cinco horas al día. Y todo se complica muchísimo. Con lo cual, en la medida en la que solucionas el problema del agua, no solo estás solucionando lo evidente del acceso a esta, sino que impactas en la igualdad, la educación y en muchas otras áreas que dan oportunidades a las personas para el desarrollo.
¿Qué opinas de la dicotomía rentable y social, especialmente en el complicado negocio del agua?
Hacer las cosas bien en ningún sector suele ser rentable a corto plazo, pero sí que lo puede ser a largo. El problema es que vivimos en un mundo cortoplacista en el que lo que se busca es intentar sacar el máximo partido de inmediato. Somos una sociedad y una generación muy impaciente: quieres ligar y te bajas una app y empiezas a ligar rápidamente, quieres mandar un mensaje y llega al instante.
¿Estás en contra de esa filosofía contemporánea de lo ultrarrápido?
Esa vida de inmediatez te lleva a una ansiedad, a una prisa, a un estrés constante y al final hace falta un poco separarse de todo ese ruido. Y si quieres hacer cosas buenas, que sean significativas y positivas para el mundo -y también para ti, egoístamente-, necesitas pensar en ti a largo plazo. Ahí es cuando la sostenibilidad tiene sentido.
Hacer las cosas bien en ningún sector suele ser rentable a corto plazo, pero sí a largo
¿Tienes una visión optimista o pesimista del consumidor?
Cada vez más el consumidor entiende que sus actos de consumo son significativos en el mundo. Cuando elige lo que consume o no, incluso en qué momento lo hace, está definiendo qué tipo de mundo quiere.
Hablas mucho de literatura. ¿Te dedicas a lo social por la lectura?
Creo que la lectura es una manera increíble de conocer el mundo. El momento de lectura es por la noche, me desconecta de mi realidad y me conecta con la realidad del mundo. Creo que al final me gusta mucho la filosofía novelada, conocer el mundo a través de la novela.
¿Lees desde la escuela?
Más bien por mi madre. Es una pena que nos enseñan muy mal a leer en España. Cuando estas en el colegio y tienes trece años y te dicen que tienes que leer a Unamuno o El Quijote, sinceramente lo más probable es que el chaval le coja miedo a leer y le pierda el gusto. Lo fundamental es que le coja el gusto a la lectura.
¿Por qué estudiaste Arquitectura?
Porque me gustaban las ciudades y los edificios y me apetecía diseñar edificios altos, era como mi sueño [ríe].
Si volvieras atrás, ¿estudiarías otra cosa?
Es una carrera preciosa. No me dedico a ella técnicamente, pero no me arrepiento de haberla estudiado.
Cada vez más el consumidor entiende que sus actos de consumo son significativos en el mundo
¿Cómo llegaste a lo social?
Durante la carrera, empecé a involucrarme en algunos proyectos de cooperación, lógicamente más con temas de construcción. Estuve en Perú con un misionero español en la construcción de un colegio. Luego, en Camboya construyendo casas. Más tarde, en Etiopía, un hospital. Fue la arquitectura el camino para mi toma de contacto con la realidad de la pobreza material extrema.
Dices que tenemos que ser respetuosos al ofrecer a otros nuestra ayuda, ¿cómo hacerlo?
Tenemos una responsabilidad y una oportunidad grande de aportar cosas a otras personas, pero también nos aportan ellas a nosotros. Allá donde vas, cuando convives con personas que viven con menos de un euro al día, que son capaces de hacer fuego con dos piedras, que se alimentan con 300 gramos de comida diaria y sobreviven mejor que tú, que son capaces de pasar días y días bebiendo muy poca agua, personas que han crecido en culturas tan diferentes a la tuya con las que ni siquiera puedes hablar el mismo idioma y tienes que comunicarte casi por gestos…
Aprender de estos lugares.
Son culturas que, desde nuestra visión, viven prácticamente en el Paleolítico, siguen siendo nómadas. Eso lo puedes ver como algo transcultural o como riqueza, algo de lo que puedes aprender muchísimo en lo técnico, en lo humano, en lo psicológico o en lo cultural. Creo que salir de la burbuja en la que vivimos es uno de los ejercicios más enriquecedores que existen.
¿Consideras que lo que has vivido ha merecido la pena ya?
Hay sensaciones que para mí son tesoros de por vida. Conversaciones e imágenes que quiero guardarme para siempre y que quiero revivir y revisitar. Esos momentos que te ayudan a coger un camino que no te esperabas.
Salir de la burbuja en la que vivimos es uno de los ejercicios más enriquecedores que existen
¿Vuelves mentalmente a estos momentos especiales a menudo?
Si no, entras en un mundo que es muy logístico, muy táctico, que está muy vacío de propósito y te pierdes en ese tráfico de sensaciones. Con AUARA, desde el principio he tenido la obsesión del impacto social, del propósito de la empresa, de los pozos, del agua, de proyectos que hacemos muy lejos, pero cada vez más intento balancearlo con lo que hacemos aquí.
¿En qué sentido?
Está muy bien que intentemos tener un impacto social a 5000 km en la vida de personas que están lejos de un pozo de agua, pero si eso no está acompañado de una coherencia en el día a día y de que el entorno que nos rodea mejore y el impacto social comience por tu vecino y por tu madre, no tiene sentido.
¿Qué personas te inspiran?
Mis padres y hermanos. Amigos míos. He sido un fan absoluto de la Madre Teresa, la mayor emprendedora de la historia. Y soy muy fan de muchos empresarios españoles que, silenciosamente en sus empresas, están muy preocupados de su gente, de lo que hacen, sin llamar mucho la atención, como Antonio Rodríguez Pina, presidente de Deustsche Bank en España. A Russel Brand le sigo mucho en YouTube.
¿Un sueño?
Me gustaría que AUARA dejara de ser una marca de agua o de bebidas y se convirtiera en un movimiento. Que no signifique marca de agua mineral envasada en plástico reciclado, que hace proyectos en países en vías de desarrollo, sino que la gente identifique la palabra AUARA con "eso está bien hecho", ahí hay coherencia. Que se pueda aplicar a cualquier producto, de cualquier segmento, de cualquier mercado, de cualquier categoría, y signifique que ahí se están haciendo bien las cosas.
En la fotografía que abre esta entrevista Antonio sostiene el cartel con el ODS número 6 (agua limpia y saneamiento). Se autodefine por los títulos de cuatro libros. Los hermanos Karamazov, de Dostoyevski; El sentido de la vida, de Tagore; La montaña mágica de Mann y el Nuevo Testamento. "Son libros que hablan de personas", explica.
Los hermanos Karamazov, como cuenta, describe casi todos los tipos de personas que puedes conocer en la vida. "No somos tan únicos como nos creemos en ocasiones. Las personas compartimos muchas cosas y saber eso nos ayuda a acercarnos unos a otros. Todos somos únicos y dignos de una admiración absoluta".