El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) dijo de él que era uno de los líderes mundiales de menos de 35 años. El ingeniero Gonzalo Murillo (Granada, 1983) es investigador del centro de microelectrónica del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Barcelona.
Además, es fundador de la empresa Energiot, una startup tan futurista que parece sacada de la serie Black Mirror -aunque él confiesa no haberla visto- dedicada a "cosechar energía para el Internet de las Cosas" (IoT, por sus siglas en inglés).
Entusiasta y amigable, tras su doctorado y una década de experiencia como investigador y gestor, ha vivido en muchos países. Y, por qué no anticiparlo, en unos años puede convertirse en uno de los hombres clave de nuestro país.
Tu empresa "cosecha" energía. ¿Dónde está la que recoges, flotando?
[sonríe] Flotando es un marketing de comunicación, pero básicamente estamos hablando de la energía mecánica, del movimiento del cuerpo humano, de las vibraciones ambientales, del movimiento de un vehículo, de una instalación, de un edificio… Pero también del campo magnético residual de una línea magnética de alta tensión, por ejemplo.
Y la idea es aprovechar esa poca energía para algo que gaste poco.
Efectivamente, [vuelve a sonreír] esto es lo que se llama la revolución de la nanoenergía. No estamos hablando de mucha energía: eso serían las fuentes renovables, que también conocemos. Aquí se trata de pequeñas fuentes de energía que nos rodean, como campos magnéticos o movimientos de una instalación o una maquinaría.
¿Tanta energía se produce y flota?
Microvatios -o incluso milivatios- suficientes para alimentar dispositivos electrónicos. En los últimos años hay una convergencia entre lo que necesitan estos dispositivos, que últimamente son de ultra baja potencia, y la energía que se ha ido generando cada vez más, que es suficiente para alimentarlos.
¿Y qué dispositivos son esos?
En Energiot, tenemos dispositivos de IoT (Internet of Things o Internet de las Cosas) -pequeños ordenadores, radios y sensores de luz, campo magnético, temperatura y humedad-, y todo esto va alimentado con esta pequeña energía que extraemos.
La ciencia necesita de la filosofía, me interesa el estoicismo y analizar cómo el mundo nos afecta
¿Para qué sirve esta muchedumbre de sensores?
Lo que conseguimos con esto es hacer transparente el despliegue de este IoT. La autonomía energética es una gran barrera para él, si no podemos tener dispositivos desplegados alrededor nuestro, que se puedan autoalimentar.
Luego, con la inteligencia del big data, podemos conseguir optimizar estos procesos y ser más eficientes en los recursos.
Has ganado muchos premios con esta propuesta.
El primero de todos fue el de innovador de Europa en 2016. Posteriormente varios, sí. Y ahora estamos en la fase final del EmprendedoresXXI de La Caixa.
¿Tu tesis versaba sobre este mismo tema?
Sí, sobre dispositivos para la recuperación de energía ambiental de fuentes de vibraciones.
Entonces, ¿es posible dedicarse a la investigación en España?
Es un tema controvertido. En España hay poca inversión en I+D, y se ha visto ahora con el tema de la covid que es necesaria una mayor inversión. Los avances ocurren realmente porque alguien está creando e investigando nuevo conocimiento.
Creo que la inversión debe ser mixta, pero la parte pública no puede quedarse de brazos cruzados, tiene que aumentar su inversión como en otros países.
¿Cuál es la diferencia entre innovación y creatividad?
Son distintos, pero van de la mano. Para mí, la creatividad es generar nuevos conocimientos en una mesa, con un ingeniero, un biólogo y un físico. La innovación es que alguna de estas ideas llegue al mercado y podamos crear un valor asociado. Ambos son necesarios y aplican a distintos TLR.
Con la inteligencia del 'big data', conseguimos optimizar los procesos del IoT para que sea más eficientes
¿TLR?
Es el nivel de madurez de una tecnología para llevarla al mercado. La creatividad tiene un TRL más bajo, algo que puede no llegar a implementarse nunca. Los niveles más altos son los que ya están en laboratorio, reales y probados en ambientes específicos.
Una idea muy loca, entonces, ¿es una idea con un TLR muy bajo?
Sí [risas]. Por ejemplo, el concepto de electrocéutica o utilizar impulsos eléctricos en lugar de químicos como tratamiento de enfermedades. Estos pequeños impulsos permiten estimular las células y hacer un tratamiento de muchas enfermedades. Actualmente ya se utiliza para tratar el alzhéimer, párkinson o algunas enfermedades crónicas. Pero en 10 o 15 años veremos los primeros dispositivos electrónicos que permitirán el tratamiento de enfermedades.
¿Para qué cosas no sirve la ciencia?
Decían en una mesa redonda hace poco que un científico no puede ser un buen líder de una empresa. Pues mira, puede que necesites especializarte, pero hay gente que tiene muchas capacidades y puede llegar a serlo. Por qué no.
La ciencia necesita de la filosofía, yo ahora estoy leyendo sobre estoicismo [Cómo ser un estoico, de Massimo Pigliucci (Planeta, 2018)]. Me gusta bastante analizar cómo el mundo nos afecta.
El objetivo número 7 dice que la energía tiene que ser asequible, segura, sostenible y moderna. De esos cuatro adjetivos, ¿cuál es más difícil de alcanzar?
Asequible significa que todo el planeta pudiera disponer de energía eléctrica; es una pena, pero en muchos países no sea real. Actualmente son muy seguras, hay una seguridad de suministro muy importante.
Sostenible es un reto que tenemos: en 2050 el mundo de las energías renovables tiene que ser mucho mayor. Moderna viene de la mano de todo lo demás. Las redes necesitan modernizarse, claro está.
En España hay poca inversión en I+D, pero los avances ocurren realmente porque alguien está creando e investigando nuevo conocimiento
Esa modernización, ¿en qué consiste?
Por ejemplo, nosotros queremos incluir este Internet de las Cosas en las redes eléctricas y muchos más sensores de los que actualmente se utilizan. Ahora mismo, hay un millón de líneas eléctricas aéreas en toda España.
Ten en cuenta que estas líneas son de alta tensión: para poder hacer su mantenimiento hay que hacerlo con un helicóptero, con un control muy exhaustivo, para la seguridad del operario y de forma periódica. No existen sensores dispuestos a lo largo de la línea que nos permitan saber el estado de la misma. Instalar este tipo de dispositivos y tener un control en tiempo real del estado y saber cómo tenemos que distribuir la energía dentro de poco sería posible.
¿Necesitamos más conocimiento de la energía?
Sobre todo a nivel dinámico. Lo ideal sería poder medir en tiempo real y de manera local estos parámetros. Antes, cuando iba de mi casa a la de mi abuela, básicamente utilizaba el camino que me sabía, a veces había tráfico y tardaba media hora más.
Ahora, con Google Maps sabes cuál es el camino óptimo para llegar a un destino. Pasa exactamente igual con la energía: tenemos que conocer el estado de todas las líneas para saber cómo distribuir energía eléctrica. Creemos que es muy importante medir.
Las eléctricas, el gobierno o el consumidor, ¿de quién es la responsabilidad y por qué se mencionan unos a otros?
Las empresas deberían pensar en el consumidor, intentar hacer más eficiente la distribución y transmisión y modernizar sus redes. También el precio, que pueda disminuir en el futuro.
El gobierno no puede quedarse de brazos cruzados y debe formar parte en este asunto, al tratarse de un bien común. El consumidor debe pensar dos veces cómo hacemos este consumo en general de todos los recursos naturales que tenemos, y llevar a cabo un consumo eficiente y responsable de la energía.
Cuando imaginamos futuros distópicos, parece que nuestro miedo máximo es un apagón como nuestro miedo máximo.
Actualmente tenemos un nivel de seguridad de suministro muy alto, pero sí que es cierto que es algo que tiene que mantenerse. Vivimos en este ambiente VUCA, todo se acelera mucho.
Con el tema de la covid hemos vivido algo que era impensable en un pasado: hemos estado confinados. ¿Por qué no podría pasar algo parecido con el tema de la energía y la electricidad? Tenemos que anticiparnos mucho a lo que podría venir. Siempre anticiparse.
¿Alguien que te inspira?
Como referente hay una persona que me parece extraordinaria en temas de investigación y energía: Zhing Lin Wang, un profesor mío chino. Estuve con él seis meses en una estancia durante mi doctorado y es uno de los autores más importantes en nanotecnología del mundo.
Como persona es superabierto, siempre te está ayudando y creo que en un futuro quizá consiga el Nobel porque está generando bastante conocimiento nuevo. Vive en Atlanta, es pionero en el mundo. Tiene un centro en China también, estuve dos semanas allí hace un año y medio. Es una persona que se sienta contigo a charlar sobre cualquier tema científico y tiene un conocimiento extensísimo
Internacionalmente, ¿es China el país que más sabe de energía?
Sí, en cuanto a investigación el país más emergente es China. Copa todos los rankings de generación de publicaciones, patentes, etcétera. Y esto va a seguir así los siguientes años. Han tenido una muy buena estrategia general comercial como país y no es para menos en investigación. En el tema energético, sobre todo los países africanos están sufriendo más y tienen muchos menos recursos.
En la imagen de portada de esta entrevista, Gonzalo Murillo sostiene el cartel con el ODS 7 (energía asequible y no contaminante). Su biografía en cuatro palabras las define con los nombres de sus cuatro hermanos.
“Blanca me recuerda a mi infancia. Álvaro fue uno de mis mejores amigos durante la adolescencia, compartíamos habitación. Adela es la pequeña. Por último, mi cuarto hermano, Alejandro, que vive en Barcelona y con el que he reconectado ahora que está cerca”, cuenta.
Y se sincera: "Cuando tenía 21 años, murió nuestra madre. Yo estaba en Alemania y me volví para estar con ellos".