Silvia Collado, psicóloga: "La 'ecoansiedad' produce miedo excesivo en los jóvenes por la crisis climática"
La psicóloga ambiental y profesora titular de la Universidad de Zaragoza, Silvia Collado, analiza las causas de la ansiedad provocada por el futuro del planeta.
16 diciembre, 2021 03:22Noticias relacionadas
"Quiero que entren en pánico. Quiero que sientan el miedo que yo siento todos los días. Quiero que reaccionen como si nuestra casa estuviera en llamas… porque lo está". Son palabras de Greta Thunberg durante su intervención en una conferencia de Naciones Unidas en 2019. "¿Cómo os atrevéis?", reprochaba, ante los líderes mundiales presentes en la sala.
Su caso es un ejemplo de lo que se conoce como ecoansiedad. Algo que la Sociedad Americana de Psicología ha definido como "temor crónico por sufrir un cataclismo ambiental que se produce al observar el impacto aparentemente irrevocable del cambio climático y preocuparse por el futuro de uno mismo y las generaciones futuras".
Silvia Collado, psicóloga ambiental y profesora titular de la Universidad de Zaragoza, reconoce que en España este aspecto aún no está siendo muy estudiado, pero la deriva climática que afecta ya al planeta puede aumentar los cuadros de ecoansiedad en las consultas en los próximos años.
Su grupo de investigación se va a embarcar ahora en un estudio en el que van a estudiar la incidencia de esta patología asociada al clima en los jóvenes. Reconoce que son el grupo de población que encuentra más frustración ante la inacción de los gobiernos y el hecho de haber crecido con una conciencia climática aún mayor que las generaciones anteriores.
"Cuando ya esa ansiedad es tan elevada que nos frena, hablamos de un problema de salud mental"
¿Qué podemos entender por ecoansiedad?
No hay una definición consensuada. Serían sentimientos desagradables, miedo excesivo, temor, preocupación excesiva, pensamientos intrusivos negativos en relación con las consecuencias de la crisis climática. Es necesario tener en cuenta que un cierto nivel de ansiedad es adaptativo, nos ayuda a responsabilizarnos y a mitigar el problema que tenemos enfrente.
¿Es realmente un problema al que empezar a mostrar atención?
No tiene por qué llegar a ser un problema mental, pero cuando ya esa ansiedad es tan elevada que nos frena, hablamos de un problema de salud mental. No obstante, la ecoansiedad no siempre se refiere a un problema, sino a estos sentimientos negativos derivados de la crisis ecológica, o de las posibles consecuencias, incluso. No tienen por qué ser reales aún, pero las personas nos planteamos qué puede ocurrir, y como no lo sabemos nos genera muchísima incertidumbre y preocupación.
Es algo relativamente novedoso, pero ¿este problema de salud mental puede llegar a cobrar relevancia en los próximos años?
A nivel mundial es un tema relevante, y en nuestro país, sobre todo en relación con la gente que vive en zonas costeras, debería estudiarse cómo ven la crisis climática y las posibles consecuencias derivadas del cambio climático. Los veranos son muy calurosos, tenemos fenómenos naturales más agresivos que antes… Si nos ponemos a ver los modelos que han dado los científicos, vemos que hay zonas incluso de nuestro país que pueden llegar a desaparecer.
Podría llegar a ser más común que en años anteriores, pero no estamos en niveles tan altos de ansiedad en lo que se refiere a esta cuestión como para tener que acudir a un psicólogo clínico o a una terapia. Hay personas que están más implicadas en temas medioambientales, como los que pertenecen a Fridays For Future –un movimiento estudiantil internacional movilizado en la lucha contra el cambio climático–. De estas personas sí que cabría esperar que puedan tener unos niveles más altos de ecoansiedad. En mi grupo de investigación, de hecho, estamos llevando a cabo un estudio en España para poder saber hasta qué punto se da en los jóvenes.
Entonces, ¿cuál es el perfil de gente que puede sufrir esta patología?
Esta mañana estaba leyendo un artículo que ha salido ahora en el que no ha participado España, pero sí países como Australia, Nigeria, India, Portugal, EEUU… Se han centrado en población de entre 16 años y 25 y se ha visto que este grupo está particularmente afectado por la ecoansiedad.
¿El motivo?
En estos últimos años se ha puesto el foco en las consecuencias del cambio climático. Y son personas que han crecido sabiendo esto y viendo la inacción de los gobiernos, y tienen ciertos pensamientos de "nosotros no hemos causado esto, nos vamos a tener que enfrentar a ello y no se nos escucha". En ese artículo, los autores acaban concluyendo que los más jóvenes –sobre todo adolescentes– sufren más cuadros de ecoansiedad en comparación con personas más mayores.
Los jóvenes "tienen ciertos pensamientos de 'nosotros no hemos causado esto, nos vamos a tener que enfrentar a ello y no se nos escucha'"
¿Qué ocurre con los niños?
Lo que nosotros hemos visto en investigaciones recientes es que los niños sufren cierto nivel de preocupación. No hemos medido la ecoansiedad como tal, porque estamos diseñando el instrumento aún. Pero hemos encontrado que todos los niños españoles tienen preocupación hacia el medio ambiente, entre los 6 y 13 años, y los que más se preocupan son los que tienen entre 7 y 9 años. En la preadolescencia, sin embargo, baja un poco su preocupación. Lo que sí hemos visto es que con lo que más se ve representado un niño es con los animales, más que con las plantas por ejemplo. También diferencian entre el tipo de animal, lo cual es relevante para planificar las campañas de educación ambiental.
Un niño ve peor que se maltrate a un mamífero que a un insecto, por ejemplo. Es decir, a aquellos animales que ellos perciben más atractivos. Esto también le pasa a la población adulta. Lo interesante es que cuando a los niños les proporcionas intervenciones de educación ambiental en las que les hablas de estos animales que ven menos atractivos, aprenden sobre ellos y también aumenta su preocupación hacia este colectivo. Tenemos que cambiar un poco el foco acerca de dónde ponemos nuestros recursos en educación ambiental.
Hay quien puede pensar que este es un problema del primer mundo, pero países menos desarrollados y muy vulnerables al cambio climático como Madagascar o Filipinas ya están sufriendo sus consecuencias. ¿Qué opinión te merece este tema?
Sí que es cierto que en diversas encuestas lo que se ha visto es que para que te preocupe el cambio climático tienes que tener tus necesidades básicas cubiertas: que no te preocupe tu alimentación, tu educación… pero hay países en los que sí se están empezando a preocupar por el cambio climático. Quizás ya no tanto por la naturaleza en sí misma –en el sentido de que tenga un valor altruista–, sino también por las consecuencias que la destrucción de la naturaleza va a tener o tiene ya en sus vidas. Es un problema que ya se está viviendo en algunos países. De hecho, en el artículo que mencionaba antes, están India, Nigeria o Filipinas, que sufren el cambio climático y que no pueden considerarse países del primer mundo como podría ser España.
El cambio climático y las consecuencias que pueden tener son poco tangibles. A veces tendemos a pensar que no es problema propio, que ocurre en lugares lejanos o que va a tener lugar cuando ya no esté aquí. Eso dificulta que se tomen medidas a favor de proteger el medio ambiente y contra el cambio climático. Sí que es cierto que cuando ya se ponen datos sobre la mesa y se enseñan consecuencias claras que pueda estar teniendo, el problema se hace un poco menos abstracto y más tangible. Eso ayuda a entender lo que puede ocurrir y, por tanto, se generan en ellos sentimientos como la preocupación e, incluso, la ansiedad.
¿Cómo se puede tratar esto en las consultas? ¿Qué solución pueden encontrar estas personas?
Lo que recomendaría es que, por un lado, la persona entienda que es un problema global, y que de manera individual podemos llevar a cabo una vida más sostenible y saludable, pero que es un problema global y que la persona tiene que bajar sus expectativas un poco. Por mucho que haga una sola persona, no va a poder cambiar todo lo que ocurre. Cada uno de nosotros puede tomar control, de manera que sienta que contribuye a disminuir las consecuencias negativas del cambio climático, pero siempre entendiendo que no va a poder cambiar todo de la noche a la mañana, porque es solo un individuo.
Es muy interesante conocer en qué repercuten las acciones que podemos hacer cada uno de los individuos sobre el medioambiente. Que no sólo se quede en un mero hábito, sino saber en qué se traduce. Recuperemos un poco el control dentro de un problema que es de total descontrol a nivel individual.