"April Wood se encontró cara a cara con el oso polar exactamente tres semanas después de llegar a la Isla del Oso. Pero antes de eso, claro, tuvo que llegar hasta allí, en un viaje que comenzó cuatro meses antes". Con estas dos frases, la escritora Hannah Gold (Londres, 1974) se lanza a escribir su primera novela infantil que no es más que el rugido de auxilio de la fauna que puebla nuestro planeta.
El último oso (Duomo Ediciones, 2022) surgió precisamente, cuenta la británica, de la necesidad "de dar voz a criaturas que no la tienen". Su amor por los animales plantó la semilla de esta primera incursión en la literatura infantil y juvenil, y la casualidad hizo el resto. "Un día, una imagen de un oso polar llegó a mí y la expresión que vi en su rostro fue tan poderosa y estremecedora que no lo pude evitar, tenía que escribir sobre este animal pues realmente necesitaba de alguien que contase su historia", explica Gold, que nos recibe –pantalla mediante– desde su casa en Reino Unido.
Cuando se sumergió en la investigación de la situación actual de esta especie de oso, como caída del cielo, descubrió la existencia de la Isla del Oso, lugar en el que se desarrolla su libro. "Leí sobre la isla y descubrí que su nombre venía de los osos polares que solían vivir en ella", cuenta. Y asegura que, por culpa del deshielo, estos animales ya no pueden llegar hasta el que, durante siglos, había sido su hogar en Noruega.
Pero no sólo eso: "La primera experiencia humana en la Isla del Oso se basaba en dar muerte a esta especie", apunta la autora británica. Y es que, durante demasiados años, los blancos pelajes de estos animales fueron una pieza de colección. Así, entre una mezcla de "ideas, localizaciones, atmósferas y, sobre todo, sentimientos" fue dándole forma a la historia de April y el oso polar que acabaría siendo un relato centrado en el cambio climático.
"Y eso que nunca tuve la intención de escribir un libro sobre la crisis climática", señala Gold. "La idea era hablar sobre la amistad, pero cuanto más descubría sobre la historia de los osos polares más obvio se hizo que tenía que escribir sobre ella, ya que afecta cada parte de sus vidas".
La narrativa de la acción
El oso polar que coprotagoniza la novela de Gold, además, representa a todos esos animales, como los lobos, las hienas o los tiburones, que tradicionalmente han sido representados en el cine y la literatura como los malos de la historia. "Los tiburones, por ejemplo, son siempre los villanos, mientras que en realidad son uno de los animales más perseguidos en el mundo", explica la autora. Y sentencia: "Lo que les estamos haciendo es horrible, por eso necesitamos mostrar de otra manera la historia y enseñarles a los niños su verdadera importancia".
Porque, recuerda, "todos los animales son seres esenciales". De ahí que para la británica sea fundamental que aprendamos a respetar a todas las especias y entendamos que tienen sentimientos, pues "sólo así querremos protegerlos". Como autora infantil, reconoce que se ha marcado el reto de cambiar narrativas y aportar su grano de arena para construir un mundo mejor.
Y eso que la literatura sobre la emergencia climática, sea ficción o no, tiende, en su mayoría, a describir realidades distópicas de un mundo arrasado por el calentamiento global y especies extintas. "La mayoría de los libros que llegan al mercado sugieren que no hay esperanza, que no tiene sentido seguir luchando", asegura Gold. Sin embargo, con su novela pretende dibujar un futuro diferente: "Mi instinto me decía que tenía que ofrecer esperanza".
Su intención es, por tanto, que cualquier niño –da igual su edad– que lea El último oso se vea movido a actuar para salvar el planeta. Aunque, recuerda su autora, "no es necesario que se conviertan en Greta Thunberg, con que cambien su percepción del mundo ya estarán marcando la diferencia".
El último rugido
Gold asegura, además, que su intención es que los más pequeños se sientan identificados con la protagonista, April, que a lo largo de la historia "aprende a encontrar su voz". Y, añade, que como ella, ganen "la confianza suficiente como para denunciar las cosas que ocurren y hablar de aquello que les preocupa".
La autora, además, recupera durante su conversación con ENCLAVE ODS uno de los momentos más entrañables del libro: "Cuando el oso enseña a April a rugir, no se trata de más que una manera de decir que aprende a utilizar su voz para cambiar el mundo". Porque, como concluye, "hay tantos niños ahí fuera que se preguntan qué pueden hacer para transformar el planeta, y el rugido del oso es una metáfora para empoderarles".
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