En 2009 saltó a los medios de comunicación la oleada de suicidios de empleados de France Telecom. Diez años más tarde, después de que casi una veintena de trabajadores se quitasen la vida y otros tantos sufriesen depresión aguda, exdirectivos de la empresa fueron condenados por "acoso moral" a sus empleados. Este caso que conmocionó a toda Europa sacó a la luz la realidad de algunas empresas que, de forma más o menos palpable, llevan a cabo prácticas que minan la moral y la autoestima de sus trabajadores, y que es mucho más habitual de lo que parece.
En este contexto se sitúa El instante antes del impacto (Lumen), la primera novela de Glòria de Castro. Su protagonista, una mujer de 40 años con dos hijos pequeños, trabaja en la filial de Madrid de la agencia de publicidad de dicha empresa francesa y muestra cómo, desde que pidió la jornada reducida para poder conciliar, es víctima de mobbing -acoso laboral-. No le dan proyectos, no le hacen caso. En definitiva, no trabaja. Solo deja que las horas pasen porque se niega a dimitir. Si quieren echarla, piensa la protagonista, tendrán que pagarle un finiquito.
Ella cuenta, a modo de diario, su día a día más cotidiano y su desesperación por salir de la empresa y buscar un trabajo que le llene y tenga algún impacto positivo en la sociedad. Un libro crudo y realista que parte además de la experiencia de la autora, que pasó 25 años trabajando en publicidad y sufrió el mobbing en sus propias carnes.
"Primero lo viví a través de otras compañeras. A lo largo de mi vida profesional había visto varios casos en que a compañeros, cuando pedían reducción de jornada, se les quitaba responsabilidades o se les quitaba completamente el trabajo. Incluso dos compañeras llegaron a emprender acciones legales. Pero todo esto lo viví en plan: a mí nunca me va a pasar. Hasta que sí pasó", cuenta a MagasIN.
Cuando pidió la reducción de jornada le fueron quitando responsabilidades y proyectos, usando como justificación que 'lo importante' del trabajo ocurría por las tardes, cuando ella no estaba. Al final, llegó un punto en el que no tenía nada que hacer en sus seis horas de jornada laboral. Una situación que ella describe como "totalmente alienante".
"No es que estemos esclavizadas trabajando 12 horas en un taller clandestino de costura, es decir, realmente estamos en una situación privilegiada, ganando un sueldo bastante digno y trabajando una empresa de prestigio. Pero es una situación que te va anulando como persona, va minando tu autoestima. Es algo muy sutil y muy gradual. Tú no sientes que te estén haciendo mobbing, lo que piensas es que eres inservible para el sistema", reflexiona.
"Me lo tomé como una venganza. No podía seguir vendiendo mentiras"
Harta de la publicidad
Para cuando De Castro sufrió este acoso, ya llevaba más más de 20 años en el sector y "estaba muy quemada", por lo que "fue la guinda del pastel". Movida por la indignación, en esas seis horas diarias se puso a escribir El instante antes del impacto, donde plasmó toda su frustración contra la empresa, la publicidad y, en definitiva, el sistema.
"Me lo tomé como una venganza", afirma tajante. "Además, había ido viendo todas las mentiras de este mundo publicitario porque yo trabajé para una marca de coches que luego mintió acerca de sus catalizadores, para una banca que luego mintió acerca de sus tarjetas, para una marca de refrescos que no contó la verdad sobre la cantidad de azúcar… Y luego llegué a esta compañía, que no había tenido suicidios, pero había algo ahí como más sistemático, una rueda de quejas, de maltrato empresarial".
Para ella, la escritura tuvo un efecto "catártico" y le permitió ordenar todos esos sentimientos. "Cuando terminé me di cuenta de que es que no podía seguir en ese trabajo. Fue como una terapia porque me quedé vacía, muy tranquila. Pero no podía seguir con ello, había dejado de creer en mi profesión. No quería ser esa persona, no podía seguir vendiendo mentiras".
Y, efectivamente, lo dejó todo y se mudó a Mallorca. Allí encontró trabajo en una escuela de pedagogía holística que "en cierta manera busca cambiar el mundo a través de la educación, y es un objetivo noble".
Adiós al consumismo
En este proceso de revolución interna, De Castro decidió también alejarse del sistema consumista en el que vivimos. De esta manera, e igual que su protagonista en la novela, pasó de intentar vender productos y servicios, a comprar exclusivamente lo que le hiciese falta para vivir.
"Lo llevé a cabo durante el año que estuve escribiendo. Ya que la protagonista lo hacía, y yo también quería vivirlo en mi propia piel. Eso me hizo prescindir de muchas cosas que me di cuenta que no eran necesarias, eran superfluas, y he seguido con algunos de esos cambios", explica.
De Castro afirma que más allá de prescindir de lo innecesario, este cambio de vida le hizo tomar conciencia sobre sus actos y salir de ese modo de vida en el que muchas veces hacemos las cosas en 'modo automático', sin pararnos a pensar en el porqué de nuestros actos. "A lo mejor en el caso de las mujeres lo hacemos porque queremos llegar a un ideal que es inalcanzable. Por eso compras muchos productos y servicios, e intentas adaptar tu imagen o tu vida", sostiene.
La autora se muestra optimista con respecto al futuro y considera que ese 'cambio de chip' que podemos hacer en nuestras vidas, puede ser la forma de transformar poco a poco todo el sistema consumista y competitivo en el que vivimos. Porque "si tú sientes que no sirves para el sistema, dices: es que a lo mejor el sistema tampoco me sirve a mí".
"En esta profesión he visto que si la gente se pone de acuerdo en no comprar un producto, ese producto se va a pique. Entonces también pensé que las mujeres tenemos mucho poder realmente para cambiar las cosas. Son los pequeños gestos los que consiguen cambiar las cosas de verdad. Como expongo en un punto del libro, un pequeño gorrión que se mete en el motor de un avión, es capaz de pararlo", concluye.