Safia El Aaddam: “España es racista, pero no hay que verlo como un insulto ni como algo malo”
La activista española de origen amazigh presenta su primera novela y cuenta cómo es crecer siendo hija de inmigrantes.
31 mayo, 2022 21:21Noticias relacionadas
Safia El Aaddam (Tarragona, 1995) es activista y una de las grandes voces antirracismo en nuestro país. Nacida de inmigrantes de origen amazigh, una etnia del norte de Marruecos, lleva viviendo toda su vida en España. Pero, aún así, como otros miles de hijos de inmigrantes, su vida ha sido muy diferente de la del resto de niños españoles. Ha vivido entre dos mundos, entre dos culturas completamente diferentes.
Conocida en redes sociales como @hijadeinmigrantes, ha sido la persona detrás de exitosas campañas en la red como Votar es un derecho —para pedir el voto a las personas migrantes e hijos de inmigrantes—, Te cedo mi voto, Te cedo una cita o Compra antirracista.
Ahora, presenta su primera novela, Hija de inmigrantes (Nube de tinta, 2022). Atiende a EL ESPAÑOL en la sede de su editorial en el barrio madrileño de Chamberí para charlar sobre cómo es crecer siendo hija de inmigrantes.
¿Cómo fue el paso de ser activista en las redes sociales a escribir una novela?
Mi activismo en redes sociales se basaba en la escritura y en relatar vivencias y realidades silenciadas. Hace mucho tiempo que escribo y, a través de ello, he podido conectar con miles de personas migrantes, racializadas, y personas que reconocen estas vivencias. Todo ello ha hecho que al final escriba una novela.
¿La novela se basa en sus propias vivencias?
Es una novela ficcionada, pero se inspira en mis vivencias, en las de mi familia y en la de muchísimos hijos de inmigrantes de diferentes orígenes que reconocen las suyas en el libro.
Lunja, la protagonista de la novela, tiene una infancia complicada. ¿Cómo fue crecer y ver que era diferente a los demás?
La verdad es que es bastante complicado, porque te tienes que enfrentar a una edad muy temprana a diferencias raciales que se traducen en inferioridad y desigualdad. También en diferencias de clase. En el colegio y en el instituto, los niños y las niñas se tienen que enfrentar a lo que significa ser pobres. Eso, a una edad tan temprana, al final lo acaban pagando con su salud mental.
Esto es precisamente lo que quiere acercar la novela: relacionar la migración o ese tipo de exclusión y salud mental. De hecho, el hilo conductor es la salud mental de Lunja y su asistencia a la psicóloga para descubrir los orígenes de los traumas de su infancia.
En la novela escribe que Lunja tiene que crecer antes de tiempo, ¿le pasó también?
Sí, me pasó a mí y a muchísimos hijos de inmigrantes, y sigue pasando hoy en día. A una edad muy temprana, desde muy pequeñita, me tuve que encargar de cargar con una mochila y asumir responsabilidades que no me tocaban. Tienes que ser testigo de situaciones muy complicadas como hacer de intérprete en servicios sociales, en el médico o en diferentes instituciones y vivir toda esa violencia.
¿Se aprovecha la sociedad de unos inmigrantes que no conocen la cultura ni el idioma cuando llegan?
Claro, hay muchísima violencia hacia las personas migrantes que no conocen el idioma. Es una vulneración de derechos muy importante porque no saben defenderse, que no conocen sus derechos ni la lengua. No hay una atención igualitaria. Por ejemplo, en la sanidad está científicamente comprobado que las personas migrantes reciben un trato peor y se les hacen menos pruebas.
¿Cómo llegó a conectar con los orígenes de sus padres?
Llegué a conectar con ellos porque cuando migras, arrastras un duelo migratorio y una nostalgia enorme por todo lo que se ha dejado atrás. Ese duelo lo vivimos en casa, somos testigos de ello, de esa depresión que padecen las personas migrantes al dejar su país y venir a otro completamente diferentes. Un país que, además, rechaza todo lo positivo, todo lo que eres o lo que tu país significa para ti.
¿Qué imagen tenía?
La nostalgia y la idea que tenían mis padres de su país, las imágenes, los olores, todo lo que nos transmitían. Nosotros nos hacíamos una idea de cómo podía ser ese país al que no habíamos ido, pero que tanto está en nosotros.
Y fuera de casa, teníamos otra imagen de nuestro país de origen: en África no hay coches, no hay nada, no hay casas, sois salvajes, vaya manera de vestiros… Entonces, claro, era un poco querer encontrar cuál era la realidad de ese país de origen. Quién nos estaba contando la verdad y quién no.
En la novela cuenta la primera vez que Lunja visita Marruecos, ¿cómo es este momento para una hija de inmigrantes?
El viaje de Lunja pone a prueba todo lo que ha ido descubriendo y toda la imagen que ya tenía de Marruecos, el país de origen de sus padres. Y ese viaje es transformador, porque ve que hay muchas cosas que no eran como le contaban en el colegio y descubre muchísimas cosas. En su primer viaje, no se reconcilia todavía con su identidad, pero es un viaje que describe cómo se siente y qué es lo que ve una niña al pisar por primera vez el país de sus padres.
¿Les cuesta a los hijos de inmigrantes encontrar su identidad?
Muchísimo. No estás ni en un mundo ni en el otro. Se recuerda constantemente que no eres de ahí, pero tampoco eres de aquí. Y, al final, estás totalmente confundida de quién eres y te planteas muchas cosas. ¿Quién soy yo? ¿Cuál es el lugar al que pertenezco? ¿Por qué me rechazan? Es un problema identitario muy fuerte que sufrimos y que después se convierte en asimilación o rechazo. También intentas reconciliarte con la cultura de tus padres y crear tu propia identidad.
Ha comentado en varias ocasiones que le estaba costando horrores conseguir la nacionalidad española, ¿la ha conseguido ya?
Sí, ya estoy en los trámites finales y sí que cuesta horrores. Porque ya te digo, nací aquí en España y tengo 26 años, voy a cumplir 27 en julio, y no es hasta este año que estoy ya en los trámites finales para obtener la nacionalidad española.
Y, ¿se siente española?
Yo me siento española amazigh. He vivido la cultura de mis padres, la lengua me gusta y me siento identificada con su cultura. Me expreso y me siento bien estando ahí. Pero también me siendo bien expresándome en mi otra lengua materna, que es el español. Me siento también bien con la cultura de aquí. Entonces, no creo que haga falta ponerme una etiqueta específica, sino que creo que se pueden combinar varias cosas.
Muchas veces, los hijos de inmigrantes no son ni del país de origen de sus padres ni los españoles los consideran españoles.
Claro, ese es uno de los problemas de las personas hijos de inmigrantes, que aquí eres extranjero, pero ahí también eres extranjero. Aquí no se te reconoce que eres español porque en nuestra cabeza ser español es ser blanco y cristiano por herencia y ya está. No importa si tienes el DNI o si has nacido aquí. Es una problemática de identidad y de estar en el limbo. De no saber dónde estás ni quién eres.
Hace poco, antes de Eurovisión, Chanel fue criticada porque ella y todos sus bailarines eran de origen latinoamericano. ¿Por qué cuesta tanto reconocer que existen españoles racializados?
Porque se rechaza a las personas racializadas. Se les intenta poner piedras en el camino para que no avancen ni triunfen, ni se reconocen como españolas. Pero cuando ya han triunfado, pasan a ser españoles. Cuando quedó tercera en Eurovisión, Chanel pasó a ser española y la mejor del mundo. Fue alabada hasta por Vox.
Cuando ella fue al Benidorm Fest, tuvo que enfrentarse a muchísimas críticas que le cobraron la salud mental. Ella mismo dice que lo pasó muy mal y después cuando se ven los resultados, los triunfos, se empieza a reconocer a las personas racializadas como españolas.
¿Es España racista?
Creo que no hay que verlo como un insulto ni como algo malo. Porque si la gente entiende que racista es un insulto, nunca vamos a avanzar. Si dices que España es racista, salta todo el mundo ofendido a decirte que yo no soy racista. Y no es algo malo, simplemente es que hay un sistema que es estructuralmente racista. Pero se puede deconstruir. Si hay formación y hay deconstrucción, la gente puede empezar a cambiar su manera de ver las cosas.
Pasa igual que con el feminismo. Se hacen las cosas con perspectiva de género para reeducar y cambiar el sistema que es estructuralmente machista. Las personas pueden ser racistas inconscientemente porque es lo que han aprendido o porque no han convivido con otras realidades ni se le han ofrecido visiones de otras realidades. Entonces, asumen comportamientos racistas inconscientemente y no pasa absolutamente nada. Simplemente hay que decir que esto existe y abramos camino a la deconstrucción y a la reeducación.
Finalmente, otro de los temas que trata en la novela es la violencia de género, ¿cómo afecta a las mujeres migrantes?
Las mujeres migrantes, además de su condición de mujer, arrastran la condición de migrante racializada. Nosotras en nuestra casa hemos aprendido que no podemos denunciar porque nos puede afectar negativamente. Nos pueden quitar los papeles, nos pueden echar a nuestro país. Podemos salir perdiendo. Esta es la realidad, no es un mito.
Tenemos miedo a las instituciones y a los políticas, porque ha pasado que cuando una mujer migrante indocumentada acude a denunciar una agresión sexual, se le abre un expediente de expulsión. Entonces, cuando estamos hablando de defender a todas las mujeres y de establecer leyes que protejan a las mujeres, ¿de qué estamos hablando? Porque estamos dejando fuera a todas las mujeres que están en situación irregular y que pueden estar sufriendo abusos, pero no pueden denunciar por miedo.
Por otro lado, también hay mujeres migrantes cuyos NIE dependen de su marido. Si el marido las maltrata, no lo pueden denunciar porque les pueden quitar su permiso de residencia. Cuando hablamos de proteger a las mujeres, tenemos que hacerlo con una perspectiva mucho más amplia y abarcar otras realidades que sufren las mujeres migrantes y que arrastran los miedos.