Todo el que vivió las últimas décadas del siglo XX recuerda la inconfundible obra de Oliviero Toscani (Milán, 1942), uno de los fotógrafos y directores de arte más influyentes entonces. Sus trabajos para la marca United Colors of Benetton cumplieron un doble objetivo: pusieron a la firma en boca de medio mundo, y sirvieron como un revulsivo para las sociedades.
Sus imágenes no dejaban indiferente a nadie. Igual concienciaba sobre el VIH que dinamitaba la homofobia. O nos hacía cuestionarnos nuestras creencias sobre el racismo o la pena de muerte.
Entre los premios que ha ganado por su obra, destacan cuatro Leones de Oro, el Grand Prix de la UNESCO y, dos veces, el Offichage Grand Prix. Pero más allá, Toscani se convirtió en alguien con crédito.
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Quizá si hubiera nacido hoy, podríamos estar hablando de todo un influencer, esos que tanto detesta. Y es que, si se le pide una mirada analítica sobre nuestro mundo actual, carga sin dudarlo contra las redes sociales, a las que tacha de “idiotizarnos”.
Recién llegado de la novena edición del Kappa Futurfestival, un evento centrado en la música electrónica, que se celebra en Turín cada verano. Toscani ha mostrado allí su último y gran proyecto, Human Race, un mosaico fotográfico de la diversidad humana. Retratos que vuelven a hacernos pensar, quizá lo que mejor se le da.
A través de ellos, el fotógrafo ha vuelto a conectar con las generaciones más jóvenes y se muestra igual de abierto, aunque también enconado, que siempre.
Aunque da la sensación de que naufraga en sus conocimientos de feminismo –el único momento de la entrevista en que se torna conservador–, sigue siendo un acertado analista de nuestra sociedad que pone el dedo en la llaga de los problemas modernos, como siempre ha hecho con su obra.
Arte reivindicativo, social y político, algo que le parece imprescindible ya que “si el arte es sólo esteticismo, es mediocre”. ENCLAVE ODS habla con Toscani, el mismo rebelde políticamente incorrecto que fascinó a medio mundo con su obra gráfica durante varias décadas.
Pregunta: Se convirtió en una leyenda en el mundo de la fotografía, el arte y la publicidad con las campañas que hizo para Benetton entre los años 1982 y 2000. ¿Qué campaña destacaría?
Todo el trabajo con Benetton fue interesante, no una sola campaña. Todo el proyecto era muy grande. Me llamó Luciano Benetton para hacerlo, pero los tiempos cambian y hay que saber parar. Es como el amor, va cambiando. Pero me gustó mucho trabajar con él, porque es una persona muy inteligente. Si quieres hacer algo de verdad interesante, tu cliente tiene que ser inteligente. Si no lo es, no podrás hacer nada bueno. Por tanto, tu primer objetivo como artista es encontrar inteligencia.
Respuesta: Con aquellas campañas conseguía hacer reflexionar a la sociedad y a veces hasta provocaba un shock. ¿Cómo era ese proceso creativo, cómo decidía de qué hablar?
Bueno, en realidad es mi manera de pensar; nada más. No quería provocar un shock en nadie, pero sí generar sorpresa. No es lo mismo. Ahora, inmediatamente todo se convierte en una tragedia. Por eso hay que puntualizar que estar sorprendido no es lo mismo que conmocionado. Enfrente de una pintura de Salvador Dalí o de Picasso, te sorprendes. El arte se creó para sorprender. Para mí, los mejores artistas son los que son capaces de causar esa sorpresa.
P: Desde luego, usted nos daba mucho en lo que pensar.
R: Porque el arte debe hacerte pensar. Si no lo hace, no es buen arte.
P: ¿Considera que el arte debe de tener un componente social?
R: Sí, tiene que tener un compromiso social y político. Si el arte es solo esteticismo, es mediocre.
P: Las campañas que usted hacía servían para despertar conciencia sobre temas como el VIH, el racismo, la pena de muerte, la homofobia… ¿Sobre qué habría que concienciar ahora?
R: A mí lo que siempre me ha interesado es la condición humana. Ahora estamos viviendo una época en la que hemos perdido nuestro entusiasmo. Estamos viviendo un momento pesimista. Todo el mundo tiene miedo, la sociedad está asustada. Yo, ahora, haría una campaña en contra de las redes sociales. Todas: Facebook, Twitter… Las redes me parecen campos de concentración de la inteligencia.
P: ¿Por qué considera eso?
R: Porque no están ayudando a las sociedad. Al contrario, están sacando lo peor de nosotros. Las redes sociales son los campos de concentración modernos donde todo el mundo entra, pero nadie consigue salir. Hacen que te conviertas en una víctima, o en verdugo. ¿Sabes lo único bueno que tienen las redes sociales? Ponen a todos los idiotas en orden alfabético. El Greco no tenía redes sociales, ni Goya.
P: En aquella época tampoco existían. Si lo hubiesen hecho, tal vez las usaran. ¿Usted no utiliza ninguna?
R: No. Jamás he estado en Facebook, no sé ni cómo hacerlo. Todos estamos básicamente frustrados porque la redes sociales te frustran. Todo el mundo quiere su cuarto de hora de fama y te parece como que lo vas a conseguir y no es así
P: ¿Pero no les ve una parte buena? Sirven para comunicarnos.
R: Sí, todo tiene una parte buena, por supuesto. Pero no está compensado. La parte mala de las redes sociales es infinitamente mayor que la posible parte buena que puedan tener. No es que esté en contra de nada, pero sí que creo que el uso que hacemos de las redes está idiotizado y nos idiotiza.
Somos totalmente dependientes de las redes sociales. Te pregunto, ¿cuánto tiempo tiempo dedicas a tu imaginación cada día? Seguro que muy poco o nada. Y toda la humanidad está igual, cuando imaginar es el futuro, es nuestra esperanza.
P: ¿Se puede entender el futuro sin imaginación?
R: La imaginación es la herramienta que nos puede conducir a ser mejores, a lograr un mundo mejor. Pero si no la utilizamos, ni nuestra creatividad, porque estamos totalmente enganchados a las redes sociales y nos limitamos a hacer lo que un influencer nos dice que hagamos, el futuro va a ser terrible. Hay que bucear en nuestra mente, porque ahí está el futuro.
P: Si le pido un par de consejos para un joven fotógrafo que comienza ahora, ¿qué le recomendaría?
R: Creo que lo primero es que te conviertas en una persona intelectual, que te cultives. Todo el mundo puede hacer fotos, como todo el mundo puede escribir un verso pero, ¿cuántos pueden ser llamados poetas? Lo importante es ser una persona, un artista, con una visión y dejar trabajar tu imaginación. Tienes que prepararte, formarte, aprender del arte y luego, haz fotos, escribe. No todo el mundo que escribe es un escritor. Hay que crecer y enriquecerse, para luego expresarse. Tú decides si hacerlo.
P: La semana pasada pudo verse su proyecto Human Race en el Kappa Futurfestival en Turín. ¿En qué consiste?
R: Es un proyecto muy antiguo, he hecho miles y miles de fotos de personas por todo el mundo, de seres humanos. Ahora también hay una exposición muy grande en Berlín, Los alemanes del siglo XXI. Es una exposición muy interesante porque cuando tú dices alemán, imaginas a alguien rubio con ojos azules, con pinta de nazi. Pero no.
Gracias a la integración, gracias a la inmigración y gracias a los últimos 40 años, Alemania ha cambiado. Ahora es un país súper rico y diverso. Hoy por hoy, puede que sea una de las naciones más avanzadas del mundo, porque han sido capaces de unir la modernidad, la visión y la política, con medidas sociales para el bienestar. En la exposición se pueden ver 100 retratos de ciudadanos alemanes modernos y ves muy claro lo que significa este proyecto.
P: ¿Por qué lo bautizó con ese nombre, Human Race (raza humana)?
R: Porque la raza es un concepto polémico. En realidad, no existen las razas, sólo hay una, que es la humana. Una especie, somos todos humanos, pero me fascina que no hay dos seres humanos exactamente iguales, ni siquiera los gemelos. Nadie es igual, todos somos únicos. Nadie es feo, es el enfoque de quién mira. ¿Quién decide que alguien es feo o bello?
No existe la fealdad, son inventos de revistas como Vogue, que son las que lo deciden. Nunca me gustaron esas revistas de moda, nunca me ha complacido trabajar para ellas. Me gusta mucho más ELLE, por ejemplo, que es una revista de mujeres, no de moda, y es mucho más interesante. La mujeres que leen ELLE son mucho más modernas que las que leen Vogue.
P: ¿Y qué es lo que más te interesa de los seres humanos?
R: Sin duda, su diversidad. Que todo el mundo sea diferente, que cada ser humano sea una pieza de arte muy compleja y única. La humanidad es una sorpresa infinita.
P: Y en la actualidad, con guerras como la de Ucrania, Siria o Yemen, la crisis climática que está acabando con nuestro planeta… ¿cuáles son sus mayores preocupaciones respecto a la humanidad?
R: La vulgaridad me molesta mucho; la violencia me perturba mucho. Nos veo muy violentos entre nosotros. Hay guerras que están teniendo lugar en este momento y, aparte, en la sociedad percibo una gran violencia, en cómo nos tratamos entre nosotros. Creo que todavía no nos hemos civilizado del todo. Y me parece que vamos a necesitar todavía varias generaciones hasta conseguirlo.
Hace falta tiempo. Necesitamos coraje, valentía… Vamos a necesitar tiempo y vamos a necesitar esfuerzo. Pero lo vamos a conseguir; lograremos civilizarnos.
P: He leído que ha dicho que ‘ser feminista es un error’. ¿A qué se refiere?
R: En un cierto sentido, ser feminista creo que es un error para ciertas mujeres, porque parece como que es un error ser una mujer, o es algo que está mal. Además, no creo que la mujer debe defenderse por ser una mujer. Somos mujeres y somos hombres, es estúpido marcar una diferencia.
P: Pero el feminismo es un movimiento por la igualdad.
R: Sí, entiendo eso, lo de conseguir los mismos derechos me parece importante. Pero luchar por eso no lo entiendo desde ser feminista, sino desde ser una mujer. Lo contrario me parece una discriminación, porque marca una diferencia entre los seres humanos. Tú eres feminista y yo soy masculino.
P: Pero es diferente ser feminista que ser femenina. ¿No te interesa el movimiento por la igualdad de género, de oportunidades?
R: Sí, yo entiendo que necesitamos la igualdad de oportunidades. Igualdad en todo. Pero creo que por eso precisamente no necesitamos el feminismo. Hay que defender esa igualdad desde los derechos humanos. Porque no hay diferencias. Tú eres una mujer y yo soy un hombre, pero todos somos seres humanos.
El feminismo es una guerra y entiendo que tenéis que pelear. Lo entiendo. Pero me parece discriminatorio para una parte de la humanidad. Además, los hombres son educados por las madres, que son mujeres. Así que igual tenéis que empezar por educar a vuestros hijos de diferente manera.
P: Entonces imagino que de hacer una campaña para el movimiento #MeToo ni hablamos.
R: No, no la haría porque creo que ese movimiento está equivocado. Mira lo que ha pasado con el juicio de Johnny Depp, la chica que lo denunció estaba equivocada y han fallado en su contra.
P: Cambiando de tercio: antes hablaba de cómo ve a Alemania. Y a España, ¿cómo la ve?
R: Es el país de los pintores, del arte. España es un país que siempre me ha gustado. Siempre intento hablar un poco en castellano, no lo consigo perfectamente, pero me encanta el sonido de vuestro idioma y soy fan del Real Madrid. Soy del Inter de Milán, pero mi otro equipo es el Madrid, me encanta cómo juega. Además, tengo muy buenos recuerdos de España. En los años 70 estuve una semana con el torero El Cordobés, siguiéndole para hacerle fotos, en novilladas, en corridas de todos. Me lo pasé muy bien, me parecieron interesantes las corridas de toros.
P: Ya veo que usted no es muy políticamente correcto.
R: ¡Nada! Picasso no era políticamente correcto, pero qué gran genio. No me interesa lo políticamente correcto. A mí lo que me interesa es el arte, una manera de comunicar que nos permite ser mejores, que te lleva más alto, más lejos. Y lo necesitamos, porque la realidad es muy cruel y el arte nos permite sobrevivir a la estupidez, ir más allá de la realidad y comprender lo intangible.