A veces, un simple encuentro puede cambiar el destino de tu vida. Eso es lo que le pasó a Sonu Shivdasani, CEO y cofundador de Soneva. Estaba estudiando en la Universidad de Oxford y ahí conoció a Eva, apasionada del medioambiente y la sostenibilidad. “En aquel momento, en los 80, teníamos a James Lovelock hablando de los riesgos del calentamiento global y, entonces, naturalmente, nos alineamos con las mejores prácticas ambientales”, recuerda.
La vida les llevó a las Maldivas, un pequeño paraíso situado en el Océano Índico. Pronto llegaron a una conclusión: “Es tal la belleza, que debemos protegerla”. Así, decidieron quedarse y en 1990 alquilaron una isla. Unos años después, “con un poco de esfuerzo y mucha buena suerte”, como cuentan, abrieron su primer resort: Soneva Fushi.
Fue toda una revolución, no sólo por las experiencias mágicas que creaban, sino porque había nacido con un propósito: proteger un entorno natural único en el mundo. Según cuenta, quería ir más allá del simple objetivo de enriquecer a los accionistas y pagar un salario a los empleados.
De hecho, recalca, “nos dimos cuenta con el tiempo de que si somos fieles a eso, puede involucrar, crear pasión y compromiso de los empleados. Para mí, como CEO, es mi mayor objetivo”. Para Shivdasani, que su equipo esté apasionado con la filosofía, la cultura y los valores de la empresa es la clave para poder conseguir sus objetivos.
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Lujo y sostenibilidad, ¿enemigos?
Tradicionalmente, las palabras lujo y sostenibilidad son muy difíciles de conjugar en una misma frase. Parece que se repelen como el aceite y el agua. Sin embargo, el ahínco de Shivdasani ha demostrado no ser así. Sin ir más lejos, para el CEO, el lujo es una palabra mal usada: “La gente suele decir que el oro o el mármol es lujo, pero no va de objetos, sino que es una filosofía”.
El lujo es, por tanto, una experiencia nueva, algo que no se vive todos los días. Tal y como explica el CEO de Soneva, la mayoría de las personas ricas viven hoy en día en las grandes ciudades como Londres, París, Nueva York o Bombay, donde no es posible experimentar la naturaleza en todo su esplendor.
Así, observar las estrellas, ver delfines, caminar descalzo sobre la arena o comer una ensalada recogida esa misma mañana del huerto se convierten en experiencias mágicas para escapar del bullicio de la ciudad. “Son únicas para nuestros huéspedes, porque son poco comunes, pero al mismo tiempo, son sostenibles porque minimizan su impacto en el planeta”, indica.
Y añade: “Nuestro objetivo es la vida imaginativa, innovadora y lenta. Esencialmente, ofrecemos lujo mientras minimizamos nuestro impacto en el planeta e influenciamos en la salud. Esto genera una situación fantástica donde el bienestar, la sostenibilidad y el lujo van de la mano”.
Esto lo hacen gracias a que han cuestionado y desafiado qué es el lujo, pero sobre todo involucrando a las comunidades locales. Por ejemplo, fundaron una planta embotelladora de agua que vende botellas a la comunidad local, a otras islas vecinas o a casas de huéspedes. También reciclan el 93% de sus residuos: el cartón y la comida se convierten en abono, las ramas en carbón, los cocos viejos en aceite de coco, el plástico en tablas de picar.
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La clave, relata, está en crear hospitalidad: “El servicio mágico se crea porque tenemos un propósito claro”. El Aprendizaje de Bienestar Orgánico Local Sostenible, como lo denomina, inspira experiencias positivas. “Cuanto más nos adherimos a nuestra filosofía, más lujosos somos porque nuestros huéspedes creen en lo que hacemos”.
Un paraíso bajo el mar
Soneva nació y creció en las Maldivas, uno de los primeros países que podría desaparecer debido al cambio climático y a la subida del nivel del mar. Para Shivdasani es una preocupación que está ahí, pero considera que es el “canario en la mina”.
“En los viejos tiempos, los mineros solían tener un canario en la mina de carbón y cuando moría, el aire era malo y tenían que salir corriendo de ahí”, narra. Y añade: “En cierto modo, es lo mismo con las Maldivas y el calentamiento global, nadie se preocupará hasta que se sumerjan”.
Sin embargo, podría no ser así. Paradójicamente, si el agua crece de forma lenta, los corales pueden crecer y rellenar la diferencia de altura. De hecho, uno de los grandes proyectos que están llevando a cabo la Fundación Soneva en las Maldivas es conseguir que los corales puedan adaptarse a una mayor temperatura en el mar.
En todo caso, la sostenibilidad seguirá siendo la bandera de Soneva. El nuevo complejo que abrirán el próximo año será el primero que será climáticamente neutro. Su objetivo en el futuro próximo es extenderlo al resto de complejos. “No estamos obligados a crecer en hoteles nuevos, sino que crecemos en sabiduría”, cuenta. Todo se basa en una única pregunta: “¿Cómo podemos hacerlo aún mejor?”.