Un jurado con tres premios Nobel le concedió el pasado noviembre el Premio Jaume I a toda una carrera. Antonio de Lacy Fortuny (Palma de Mallorca, 1957) es una autoridad médica: formado en la Universidad de Barcelona, realizó su residencia en cirugía en el Hospital Clínico de Barcelona, además de otras estancias internacionales en Atlanta, San Francisco y Cleveland.

Su experiencia en técnicas mínimamente invasivas comienza ya en los años 90. Ha realizado intervenciones tan impactantes que van desde revolucionarios trasplantes hepáticos –hizo la primera operación teleasistida a distancia gracias a la tecnología 5G, durante un congreso– a cirugías de cáncer muy sofisticadas, con técnicas robóticas que lleva perfeccionando desde principios de la década del 2010.

Actualmente, reparte su tiempo a partes iguales entre Madrid (Ruber Internacional), Barcelona (Quirón) y Palma de Mallorca (Rodger), donde realiza cirugía general con especial dedicación a la cirugía oncológica robótica y bariátrica.

“A finales de este verano, después de 45 años, dejé mi residencia fija el hospital de Barcelona para desarrollar una nueva etapa y poder emprender también nuevos proyectos relacionados con un cambio a mejor en el futuro de la sanidad”, explica.

El pasado como presente

"No tenía antecedentes en mi familia, excepto el hermano mayor de mi padre, que era médico, pero desde pequeño yo decía que quería ser cirujano, algo un poco raro, con nueve años", reconoce Lacy. Y añade: "Lo cierto es que ha sido mi vocación, y que he sacrificado mucho tiempo familiar y de ocio".

Sobre la pregunta de si cambiaría algo de su trayectoria, explica que "la verdad es que no". Dice que esto es como la película Regreso al futuro, "si cambias las fotos empiezan a desaparecer personas y lugares".

Relata cómo sus primeros trabajos investigadores en cirugía mínimamente invasiva fueron respecto al cáncer de colon, demostrando una mejor supervivencia de la intervención en estadios más avanzados de la enfermedad. Comparte una intervención que realizó a una paciente y que aún recuerda, en el año 1991: fue un trasplante de hígado tras 27 horas, que resultó un éxito- Ese fue un momento de inflexión en el que supo que sus capacidades eran cada vez mayores.

“Las estancias internacionales son fundamentales. Es muy bueno salir fuera. Abre la mente, conoces gente, sobre todo en la época que yo viví que aquí era más gris. Aterricé un 4 de julio de 1976 en San Francisco, recuerdo que había una manifestación LGTB, aquel país era el colorido, la libertad. Los cirujanos podemos llegar a ser muy ególatras”, ironiza.

Y cuenta: “Tengo amigos en todo el mundo y esto está muy bien, la cirugía ha cambiado desde los 90 y va a cambiar mucho más, así que tenemos una oportunidad única de estar en la nueva sanidad. España tiene una sanidad que es buena y deberíamos liderar por ello lo nuevo que viene a nuestras vidas”.

Para él, es muy importante que los profesionales de la medicina sean cercanos a sus pacientes. “Cualquier paciente que tenga dolor… eso es algo que tienes que intentar subsanar”, confiesa.

Comparte además que con la muerte de su esposa entendió "completamente lo importante que es cuando un familiar tuyo tiene una enfermedad y lo pierdes". Y es que perder a, como dice, “mi amiga, mi compañera, habiendo ido por esta vida juntos", es complicado

Explica cómo sus dos hijos son además parte de su saga: "Borja es cirujano y el pequeño, Hugo, es CEO de una plataforma de educación en medicina que comenzamos en 2014, AIS".

El futuro es presente

“Tenemos una oportunidad única de estar en la nueva sanidad”, explica con vehemencia. En su opinión, “todo lo que se está intentando hacer y discutir no es algo que sea ciencia ficción".

Y lo explica: "Ya tenemos cerca nuevos materiales para que la cirugía robótica tenga sensación táctil, ya existe el diagnóstico remoto y ya estamos implementando la inteligencia artificial. Los tecnólogos y los médicos han hecho un esfuerzo espectacular de aprendizaje para que estemos en este punto".

Después de conectar con expertos en diferentes materias, como por ejemplo en alimentación en los hospitales –“a menudo obsoleta, desperdiciada o no pensada para cada paciente”–, We deserve (merecemos, en inglés) es el nombre de su nuevo proyecto.

Porque, insiste, “nos merecemos que el paciente tenga la sanidad se merece. Nos lo merecemos todos, un sistema sanitario pensando en el paciente, no en el político, no en el gestor, y por supuesto no en el médico, sino en el paciente. El protagonista de un hospital es el paciente”.

Y continúa: “España es el lugar ideal para que trabajemos de tal modo que el sistema sanitario pueda ir modificándose, hasta llegar a cuidar a los pacientes desde todos los puntos de vista”.

En este sentido, explica cómo “el mundo cambió con la aparición de los ordenadores, con el conocimiento mayor del genoma humano, etc.". Ahora, dice, "vivimos la etapa de la inteligencia artificial que cuando esté aplicada totalmente nos va a cambiar el modo de vivir". 

Por eso, asegura, "el límite no debe existir y pronto estos avances deben estar disponibles para todo el mundo". Y concluye: "La ventaja que tenemos es que los nuevos protagonistas son gente más joven y están acostumbrados a trabajar en colaboración, y trabajar en grupo es la clave de esta nueva época".