Más de 340 millones. Esa es la cifra de niños y adolescentes de 5 a 19 años que tienen sobrepeso u obesidad en el mundo según desveló un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2016. “Es una pandemia”, advierte Emilia Gómez, doctora en Bioquímica y Biología Molecular y experta en nutrición.
El exceso de peso en la edad infantil se ha convertido en un grave problema de salud pública en gran parte del mundo desarrollado. Y España no se salva. Según publicó el estudio ALADINO de 2019 del Ministerio de Consumo, el 40,6% de los niños tienen un exceso de peso, de los cuales 23,3% está en niveles de sobrepeso y un 17,3% sufre obesidad.
Al buscar en las razones de estos datos críticos, señala Gómez, vemos que se trata de un problema multifactorial, si bien es cierto que el factor que más influye es la alimentación. También tiene que ver con la actividad física o el sueño. “Son muchos los factores y en muchos casos son subjetivos. Depende de la persona”, afirma.
La genética es otro de los condicionantes y el medioambiente también puede ser un factor decisivo. Aunque, matiza, “la genética de la especie humana ha cambiado poco” a lo largo de los siglos y, sin embargo, el sobrepeso y la obesidad han aumentado de forma considerable en los últimos años. Y “ese incremento no se puede deber a la genética, porque es la misma que hace unos años”.
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Parece que los niños de las últimas generaciones consumen muchos alimentos ultraprocesados y se ha reducido el consumo de frutas y verduras. ¿Ha empeorado realmente la alimentación infantil?
Sin ningún género de duda. El consumo de frutas y verduras se ha reducido a la mitad en los últimos 40 años en España. Hay estudios que dicen que en el caso de los niños casi el 60% de la energía que ingieren diariamente procede de alimentos procesados. Estamos eligiendo una alimentación muy energética y muy poco nutritiva.
¿Qué diferencia puede observar entre lo que comía de pequeña y lo que comen los niños hoy en día?
Veo muchísimas diferencias. En mi casa no había ultraprocesados. Tampoco había en todas partes y a todas horas. Por ejemplo, cuando yo era niña, había dos tipos de helados y en verano. Ahora hay cientos de helados diferentes los 365 días del año. En nuestra infancia lo normal era merendar bocadillos y los postres eran siempre fruta. Ahora hay muy poquitos niños que consuman fruta de postre.
Entonces, ¿tienen algo que ver los padres con la mala alimentación?
Hay estudios que confirman que los padres no son los culpables. Porque es verdad que es la sociedad que les ha tocado vivir. Es una sociedad que promociona un ambiente obesogénico y no se dan las condiciones para que la alimentación sana sea la primera.
Los alimentos malsanos no rinden como nos lo venden. Estos productos nos solucionan nuestra falta de tiempo, nos los venden como solucionadores de problemas. Y como no tenemos tiempo, hemos dejado de tener estrategias para planificar y para cocinar. Es muy difícil vencer a esa tentación.
Y ¿cómo es posible hacer las frutas y verduras más atractivas para los niños?
El factor que más influye es el ejemplo. Los padres son modelos de comportamiento. Es muy difícil que un niño coma frutas y verduras cuando sus padres no lo consumen, cuando no es el alimento prioritario en casa. Si en nuestra casa se les ofrece frutas y verduras desde edades muy tempranas, les estaremos educando el paladar, estaremos favoreciendo que se instalen hábitos saludables y cambiaremos la actitud que tienen los niños hacia este tipo de alimentación.
¿Cómo se educa a las familias?
Es un problema principalmente de conocimiento. Hace falta que los padres sepan de verdad el impacto que tiene una alimentación sana en sus hijos porque es durante la infancia —y eso lo dice la ciencia— cuando se instauran y se implementan los hábitos saludables.
Los padres son los primeros que deben saber de educación nutricional. Primero, el impacto que tiene tanto una mala alimentación como una buena alimentación para proteger su salud.
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Sensibilizar, la palabra clave
Para Gómez, reducir el sobrepeso y la obesidad infantil debe ser un “compromiso de todos y cada uno de los estamentos de la sociedad”. “Es muy importante no hacer atractivos este tipo de alimentos [malsanos] para los niños, porque si no, la elección siempre va a ser esa”, remarca.
Por eso, explica, es muy "importante que se desarrollen campañas y acciones desde todos los estamentos sociales para transmitir ese conocimiento científico sobre la alimentación" y explicar que alimentarse saludablemente es la cosa más inteligente, más segura, más efectiva y sobre todo más respetuosa que se puede hacer por la salud de los más pequeños.
Una de esas campañas para sensibilizar sobre la buena alimentación es Proper Diet, un proyecto creado en colaboración entre ASPROCAN (Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias) y 5 al Día (Asociación para la Promoción del Consumo de Frutas y Hortalizas) donde ha participado Gómez.
Esta plataforma, según informan desde la organización, tiene el objetivo de “fomentar hábitos y prácticas alimentarias saludables en España", además de fomentar el consumo de frutas y verduras entre los sectores más jóvenes de la población. El programa, financiado por la Unión Europea, tendrá una duración de tres años.
“Este tipo de iniciativas son muy importantes y van a tener mucho impacto. Como sociedad, estamos muy concienciados de que hace falta un cambio y lo más importante es reconocer que tenemos un programa”, señala la experta.
Aun así, Gómez prefiere terminar la entrevista “en clave positiva”, pues considera que ya hemos reconocido el problema. Y una vez reconocido, lo “podremos solucionar”. Porque como defiende la experta: "Los niños sanos serán adultos sanos".