La parroquia de San Gerardo Mayela es un edificio brutalista de cemento y ladrillo en el centro del barrio de Aluche, un esqueleto horizontal desprovisto de ornamentos que sostiene unas alegres vidrieras. Hace viento en Madrid estos días, y nos recibe en su puerta el párroco de la iglesia, el mediático padre Damián, fenómeno televisivo y de redes. Sonríe ampliamente, se peina con los dedos su flequillo millenial, y nos invita a pasar. Está más que acostumbrado a bregar con los medios.
Nació en Granada en 1986, es decir, pertenece a la Generación Y: es parte del más o menos 22% de la población mundial que por primera vez en la historia nació en la Era de la comunicación online. En paralelo, como explica en exclusiva a ENCLAVE ODS, proviene de una familia que describe como “peculiar”, con un contexto artístico y “muy ligado a mi abuela Elisa, cantaora de flamenco”.
“Desde los cuatro años, yo acompañaba a mi abuela a los escenarios, porque vivía con ella”, explica el padre Damián en una salita de reuniones detrás del oratorio. Se recuerda y se ha visto hace poco en un vídeo “¡cantando un fandanguillo con mi abuela Elisa!, estábamos en un colegio, porque nosotros cantábamos en festivales, en pueblos y animaciones de barrios en Granada”.
A partir de los siete comenzó a formarse en teatro y música. “Luego me recuerdo un poquito más mayor haciendo teatro con mis hermanas en el salón de casa para el grupo Puntapié, que era el que tenían ellas en el colegio”.
“Nos regalábamos poesía en los días clave, eso, ahora lo veo, no era muy común, y quizá por eso tengo un libro de poesía, El romancero herido, un homenaje a esa infancia poética y me encanta Lorca”. Fue al colegio en “los Agustinos en Granada pero durante todo el proceso de estudios en mi colegio, que era religioso, nunca me planteé mi vocación, fue justo cuando salí del colegio, al entrar en un instituto público, cuando comencé a pensar en esa posibilidad”.
Pregunta: ¿Se trata entonces dos vocaciones simultáneas?
Respuesta: Siempre he dicho que se trata de una vocación dentro de la otra. Evidentemente, la vocación religiosa es a la que he dedicado mi vida [señala el alzacuellos, que asoma por debajo de un forro polar azul marino]. Pero dentro de eso no puedo negar algo que pertenece a mi ser: no sé comprenderme sin la dimensión artística, que realmente fue la primera. Mi primer amor fue el arte, luego vino Dios.
P.: ¿Cómo lleva las críticas?
R.: Siempre hay voces exaltadas. En todos los contextos y en el religioso también. Siempre hay extremistas que no comprenden, que no entienden que un sacerdote pueda vivir como tal y expresar su vocación artística.
P.: ¿Cómo responde en esos casos?
R.: El error es de base, de los que entienden que el mundo -y en concreto, el arte- es un lugar terrible, un lugar de pecado, de perdición. Partiendo de esa raíz todo está mal. Yo entiendo que no hay nada humano que a Dios le parezca extraño. Para mí la música y el arte en absoluto tienen que ver con el pecado.
P: ¿Cómo llegó a las redes sociales?
R: Pues las he vivido desde un proceso natural. Siempre me preguntan que si las hago para evangelizar. Yo no sé si llamarlo así, soy de la generación Tuenti, del messenger, no sé, para mí siempre ha estado todo eso ahí. Es que desde que era adolescente he tenido acceso a estos medios y me he relacionado con mi gente de esa manera. No me parece algo extraño el hecho de estar en redes sociales, porque lo he estado desde que se comenzaron a usar. El contenido que subo es muy natural, no son vídeos editados, tienen una edición mínima. En YouTube necesitaría sentarme y grabar y eso no conecta demasiado conmigo. Me gustan por eso las redes.
P.: ¿Y cómo es su comunidad de followers?
R.: Depende de la red social, en la que más impacto tengo es en TikTok [también utiliza Instagram, Twitter, y desde hace poco, tiene cuenta en BeReal]. Mi comunidad es muy plural, eso me encanta y lo busco, no me gusta relacionarme en mi vida real ni virtual sólo con gente que me diga lo que quiero escuchar o sólo sea afín a mi perspectiva o a mi fe.
Prefiero y creo que eso ha sido muy sano, relacionarme con gente que a priori no comparte nada conmigo, y descubro que sí, que compartimos mucho. Te puedes encontrar desde gente atea, que lo dice abiertamente, “soy ateo pero me encanta tu contenido”, o de otras religiones. Me gusta que sea diverso el contenido, a veces respondo a las preguntas de la gente, otras intercalo videos más afables desde el humor, otras veces sobre temas más polémicos…
P.: ¿Y en la Iglesia qué opinan de su exposición mediática?
R.: En general me considero inquieto y en la Iglesia así me perciben [sonríe]. Buscador, inquieto… quizá va un poco en el ADN de lo misionero. Siempre tengo un ansia interior por descubrir nuevos caminos, por encontrarme con gente nueva. A veces encuentro resistencias, no de hermanos de congregaciones, ni de mis superiores, ni de la Iglesia institucional, que en este momento sé que apoyan mi tarea y están conmigo. Siempre hay algunos católicos exaltados que lo cuestionan todo. Sobre todo cuando me manifiesto sobre algún tema más polémico.
P.: ¿Cuáles son esos temas más polémicos?
R.: Son siempre los mismos. Los que tienen que ver con la teología moral, sobre todo la afectividad y la sexualidad. También, no por polémico, pero sí por viralidad, a la gente le interesan mucho los temas del mal, los demonios… ¡y los exorcismos! Y me sorprende, porque uno puede hablar sobre mentir o robar, y nada, pero cuando uno habla de lo sexual, saltan los cuervos. En el ámbito religioso, lo que más fricción genera, sin duda, es eso.
P.: ¿Y cuál es su opinión? Hasta donde pueda compartirla.
R.: Creo que como Iglesia no hemos encontrado todavía las mejores respuestas para afrontar todos los temas. Yo personalmente intento buscar vías nuevas, tender puentes, con todas esas realidades que todavía no sabemos bien acoger o explicar. Llevamos siglos diciendo “esto no pertenece a la ley natural” y lo marginamos, lo relegamos al margen, desde el enfado y el enfrentamiento. Yo creo que, primero, esa no es la lógica de Dios, para Dios nada de lo humano le es ajeno. Y no es lo que leemos en el Evangelio que vivía Jesús, que se sentaba con los que en su época otros llamaban pecadores.
P.: En este momento histórico, ¿con quién preferiría sentarse? ¿Jesús?
R.: Con todos, sin poner etiquetas. Estamos llamados a un futuro en el que sepamos como Iglesia ser más “madre”, pero a mí me gusta decir que ojalá seamos más “abuela”, primero por la edad de la Iglesia, segundo porque ojalá la iglesia tuviera el amor que tienen las abuelas hacia sus nietos. El amor es siempre capaz de aunar las diferencias. Mi abuela es la persona a la que más quiero en este mundo, y ella evidentemente tiene diferentes gustos a mí, pero nos une el amor. La iglesia está llamada a ser esa abuela entrañable que se sienta con todos y no nos juzga.
Gustos contemporáneos
P.: ¿Qué música lleva en el teléfono?
R.: Mis gustos musicales son bastante comerciales, suelo escuchar lo que ponen en los 40 principales o en el top de Spotify, lo que más suene.
P.: Y si ahora está pegando Shakira con Bizarrap…
R.: Pues sí, la tengo en la lista de las últimas escuchadas. Siempre me ha acompañado la música melódica pop, también algo de flamenco…
P.: ¿Y la música cristiana?
R.: Me gusta mucho la música evangélica, que en estética y en técnica es mejor que lo que se produce actualmente en la Iglesia católica.
P.: ¿Qué opina del reaggeton?
R.: Mira, yo creo que toda música es lícita. Y que hay público para todo. Es cierto que en casa claro que hemos bailado reaggeton con mis hermanas, ¿quién no ha bailado ‘dame más gasolina’? Pues sí, como cualquier persona de mi edad, pero no es la música que escucho cuando estoy a solas. Suele ser más pop o melódica, depende del momento. Me ha gustado desde siempre el dance electrónico.
P.: ¿Y en su lectura?
R.: No conecto con la ficción, he descubierto eso. Lo que sí conecta conmigo mucho son las biografías, a veces de personajes que no te esperas que me encantan, las reflexiones sobre temas complejos… soy muy intenso para la lectura [ríe]. Me gusta mucho el teatro, mucho más que el cine.
P.: ¿Y la televisión?
R.: De manera fija colaboro ahora en el programa de Sonsoles. Antes estuve en Telemadrid en un programa de tarde. Y por aquella colaboración como comentarista hicieron una sección religiosa porque fui una vez y tuvo mucho éxito. Luego recuerdo el mensaje de Sonsoles: “te he visto en Tik Tok y te quiero en mi programa” y eso me pareció interesante y bonito.
P.: ¿Por qué decidió presentarse a La Voz?
R.: Ya me había presentado a otros programas. En el 98 me presenté por ejemplo a Veo, Veo (1998) de Teresa Rabal. A mí siempre me frenaba mi vocación religiosa, por prejuicios propios pero alimentados por los de la gente. ¿Qué sucedió? Que vi a una monja en Italia, Sor Cristina, que se había presentado a la edición italiana de La Voz, y además, ¡había ganado! Entonces dije, ‘si esto es posible en Italia, ¿por qué no va a serlo aquí?’ Fue una decisión rápida, lo consulté con mis superiores y con el Obispo de Madrid, claro…
P.: ¿Qué le dijo el Obispo?
R.: ‘Ve, pero no olvides que vas como Iglesia’. Aunque no dije que era sacerdote en las primeras pruebas, hasta la última entrevista.
P.: ¿Y cómo fue la experiencia?
R.: Fue muy rápida, lo recuerdo con mucha ilusión, con mucha tensión, el día que más nervios he tenido en mi vida, se escuchaba mi corazón fuera. No había tiempo para procesar lo que vivías, perdí contra el que ganó, que es un buen amigo mío ahora.
P.: ¿Eligió las canciones?
R.: Hice una lista de mis 20 preferidas, pero sólo pude cantar una de ellas.
La vocación religiosa
La familia del padre Damián no era especialmente religiosa. “Somos andaluces, claro, y la religiosidad popular está presente en todas las casas en Semana Santa y Navidad, pero no íbamos a misa ni rezábamos en casa”. A partir de los 16 años, “entré a un grupo de confirmación y todos se sorprendieron mucho en casa. Porque toda mi vida había estado encaminada a lo artístico y yo mismo quería ser cantante y actor. Iba a estudiar Arte dramático en Sevilla, estaba todo preparado”.
Comenzó a estudiar su carrera religiosa a los dieciocho años, “después de dos años de discernimiento con sacerdotes. Lo que tenía muy claro desde el principio es que quería ser misionero, ir a misiones”. En los Redentoristas de Granada, “que eran misioneros, ahí se fue forjando mi vocación religiosa. Pasé dos años en Granada, un año en Italia, tres en esta misma casa, en Madrid, un año en India, en la experiencia de misión, ocho años en el centro, en la parroquia del Perpetuo Socorro y ahora llevo tres como párroco aquí, siempre muy ligado al mundo del arte”.
De hecho, ha participado en teatro musical de gran formato, como actor e intérprete “en el musical 33 o en La magia de Broadway, y en otras producciones. Me formé en teatro musical aquí en Madrid, mientras estudiaba teología por las tardes estudié también teatro musical e interpretación. Para mí es que todo ha sido siempre tan natural… que no me ha supuesto una ruptura entre mi vida vocacional religiosa y mi vida vocacional artística, aunque entiendo que para muchos sea una confrontación vital”.
P.: ¿Cómo distribuye ahora su tiempo?
R.: Por las mañanas, soy capellán en tres colegios, no soy ahora mismo profesor de religión, mi presencia es más religiosa. Celebraciones, oratorio… Me distribuyo las mañanas en esos tres colegios. Por las tardes tengo grupos aquí en la parroquia, que es una parroquia muy movida, grupos desde 4 años hasta los 103, desde “despertar religioso” a “vida ascendente”. Vivo en comunidad con otros cuatro hermanos, somos cinco. Yo llevo más la pastoral infantil y juvenil. Me esfuerzo también por hacer deporte, intento buscar espacios. Y grabar contenido en redes sociales. Despacho parroquial, charlas sobre el uso de redes sociales…son muchas cosas. En realidad tengo la agenda cerrada hasta el próximo septiembre.
P.: ¿Cuál es su pasaje de la Biblia favorito?
R.: Sin duda, el contexto de los encuentros de Jesús con la gente. Especialmente con los que fueron etiquetados por la sociedad de su época como pecadores. Recuerdo el encuentro de Jesús con Zaqueo, con la samaritana… Hay una cercanía y una ternura en Jesús que no eran comunes en su época.
P.: ¿Qué tendría que cambiar de la Iglesia actualmente según usted?
R.: Una de las grandes lacras de la iglesia en este momento es la corrupción. En el ámbito económico y en moral, como es el tema de los abusos, cualquier tipo de corrupción. Eso hace evidentemente que no seamos testimonio, y de Dios mucho menos; en este momento, por lo tanto una de las tareas principales de la Iglesia en este momento es la limpieza. Una de las tareas que el papa Francisco ha asumido en primera persona, pero que no siempre es fácil. Sacar toda la porquería y siempre digo que sea cuanto antes y toda junta. La clave para mí primera y urgente es una limpieza y cuanto antes. Luego otros aspectos más técnicos como pueden ser la actualización del lenguaje, estoy convencido de que muchas de las cuestiones que se comunican no se escuchan porque no se entienden.
P.: ¿Qué cree que puede aportar la Iglesia en tiempos del metaverso?
R.: Mira, yo no hubiera entregado mi vida a esta causa si no pensara que la Iglesia aún puede aportar mucho. Creo que la iglesia tiene mucho que ofrecer, la gente tiene sed, lo descubro cuando confieso y cuando dialogo con las personas, incluso cuando no es capaz de ponerle nombre. Hoy en día, tendemos a la deshumanización. El ser humano tiene sed, digamos de eternidad, de felicidad, de trascendencia. Devolverle a la gente a Dios, calmad la sed de eternidad. También la transformación social, porque en nuestra parroquia y es una parroquia local pequeña estamos atendiendo a más de doscientas familias con recursos cotidianos como comida o juguetes infantiles, material escolar o ropa, ¡cuánto bien no hace la iglesia a nivel global, aunque nuestra tarea no sea publicitarlo!
El cura lorquiano
El Padre Damián está terminando su tesis doctoral sobre Federico García Lorca. “Soy un profundo apasionado de Lorca, a niveles insospechados. Siempre que voy a Granada tengo que visitar su casa de verano en la Huerta de San Vicente. Leo mucho y estudio mucho para mi tesis sobre el concepto de la oscuridad mística. Cuando ya estaba en los seminarios o casas de formación, fundé un grupo de teatro, que se llamaba Cascabel e hicimos dos obras de teatro que eran ambas de Lorca: La Zapatera prodigiosa y Bodas de Sangre”.
“Mi intuición es que García Lorca se sirve del concepto de oscuridad de la tradición cristiana de Occidente y en concreto de la mística del siglo XVI, de Santa Teresa y San Juan De la Cruz, para comprenderse a sí mismo y para su obra poética y en este caso teatral”, señala con gesto concentrado. “Lorca utiliza el concepto de oscuridad mística u oscuridad luminosa, aplicado a su teatro, por ejemplo en la casa de Bernarda Alba, en medio de la oscuridad se experimenta la luz: el amor irrealizable que se siente presente pero ausente“.
P.: ¿Qué sueños le quedan por cumplir, si los tiene?
R.: Siempre tengo sueños [sonríe]. Ahora tengo dos. El irrealizable sería hacer un parque temático religioso, que podría llamarse algo así como Holy Land, algo maravilloso. Lo visualizo todo, soy tan soñador, imagínate las manzanas que vienen con caramelo, los dulces de recepción entrando al Edén. O caminar sobre las aguas, que hoy se puede hacer, con una lámina de cristal o algo así, todo esto sería muy impresionante, ¡poder entrar en el infierno y en el cielo! Lo veo irrealizable pero si alguien lo lee aquí, ¿quién sabe? Otro sueño, mientras tanto, es un montar un musical, la adaptación de una película a los escenarios. Pero por ahora, si Dios quiere, estoy en la fase final del doctorado, me queda sacar tiempo para sentarme y escribir la tesis.