“Una sonrisa cuesta poco, pero vale mucho. Quien la da es feliz y quien la recibe la agradece. Dura solo un instante y su recuerdo, a veces, perdura toda una vida”, dice el escritor Mariano Aguirre en el verso de una de sus poesías. Yo añado que además es el lenguaje universal no verbal más rico que posee la humanidad y que nutre profundamente el cuerpo y el alma.
Cada año, el primer viernes del mes de octubre se celebra el Día Internacional de la Sonrisa con el fin de fomentar el buen humor y las buenas obras. Y falta nos hace, porque los estudios muestran que frente a los niños, que sonríen alrededor de 400 veces al día, los adultos nos permitimos tan solo 20 'tristes' sonrisas por jornada.
Y eso que sonreír es gratis y que, como vamos a ver, reduce el estrés, mitiga las arrugas, mejora la memoria, hace más soportable el dolor físico y nos hace la vida mucho más placentera e incluso nos la puede alargar hasta siete años. Eso dice el Smiling Predicts Longevity Study, que publicó un estudio en el que evidenciaba que las personas que se ríen mucho viven una media de 79,9 años. Los que se ríen con menos frecuencia, viven una media de 75 años y las personas que apenas se ríen viven una media de 72,9 años.
Entonces, ¿por qué nos empeñamos en malgastar nuestros días sin sonrisas? Úrsula Calvo, maestra certificada de meditación (Chopra Center), elegida en 2018 por The Economist como ejemplo de inteligencia intrapersonal a nivel mundial, autora del libro Hacia Yo Ahora (Kailas, 2021).
Además de inversora y conferenciante (Top 100 Thinking Heads), nos habla sobre el inmenso poder de la sonrisa y todo lo que nos perdemos cuando no la practicamos. Ella nos va a prescribir la 'receta' de este analgésico natural que nos invita a tomarnos la vida a carcajadas y que, aun siendo contagiosa, nos arriesgamos a probarla.
¿Por qué los niños se ríen tanto y los adultos tan poco?
Los niños no tienen ideas preconcebidas acerca del mundo que les rodea. Observan con atención y curiosidad a cada persona, cosa o situación, sin prejuicios. Esto les permite ver las cosas de una forma más real, sin interpretaciones basadas en experiencias pasadas. Y ríen.
¿Eso quiere decir que a los adultos se nos olvida ver la parte divertida de la vida?
Conforme nos vamos haciendo adultos, nos empeñamos en ponernos unas gafas graduadas para ver mejor la vida, en base a las experiencias que vamos acumulando del pasado. Unas gafas que, sin darnos cuenta, nos aumentan las dioptrías, el astigmatismo y la ceguera, en general.
Cada vez somos menos capaces de ver más allá de nuestras propias interpretaciones. Y el mundo fresco, con nuevos colores a cada momento, se torna gris y apagado. Porque no nos limitamos a usar las experiencias y los aprendizajes para resolver situaciones concretas en momentos concretos. Es decir, no llevamos en el bolsillo un monóculo que sacamos cuando es preciso, sino que nos soldamos las gafas a la cara y hasta dormimos con ellas puestas…
¿Acaso no es habitual despertarnos de madrugada rumiando alguna 'visión' acerca de nuestra vida, recreándola una y otra vez, y sin poder pegar ojo en toda la noche? ¿Cuántas de esas historias para no dormir se han correspondido después con la realidad, o han sido tan importantes?
Volver a ver la vida con la mirada de un niño, con curiosidad y confianza, debería ser uno de nuestros propósitos más importantes si queremos vivir en plenitud. Y sabrás que estás en el buen camino si dejas de tomarte la vida tan en serio y observas que sonríes y te ríes más.
Y si ya nos cuesta sacar una sonrisa a nuestros labios ¿cómo vamos a manejarnos con los 19 tipos diferentes de sonrisas que al parecer existen?
La teoría de los 19 tipos de sonrisa fue desarrollada por Duchenne de Boulogne, un médico francés del siglo XIX. De las 19 que identificó, reconoció que sólo 6 de ellas reflejaban felicidad, disfrute o diversión, como la sonrisa de satisfacción, de complicidad o triunfante.
El resto de sonrisas puede indicar diversas emociones, incluido el miedo, la vergüenza, el desprecio o la sensación de soledad. Es decir, la sonrisa sirve para manifestar una gran variedad de sentimientos. Y es una expresión facial universal que forma parte del lenguaje no verbal y que sucede de manera espontánea, sin que seamos conscientes de ello en la mayoría de las ocasiones.
¿Y cuál es su favorita?
Una que no está incluida en esta teoría y que considero más auténtica y transformadora para el ser humano. Podemos llamarla 'sonrisa de reconocimiento o revelación'. Se trata de la sonrisa que emerge cuando descubrimos espontáneamente algo muy valioso para nuestra vida; por ejemplo, cuando nos damos cuenta de que estábamos equivocados con respecto a algo que nos estaba haciendo sufrir y sentimos que no hay nada que temer.
Es mucho más que una sonrisa de alivio; es una sonrisa de reconocimiento de algo verdadero y potencialmente transformador que observo a menudo en seminarios, charlas o encuentros de meditación y autodescubrimiento. Acompaña a un momento ¡Ajá!
Hablando de seminarios, en los suyos incluye la risa para liberar estrés y ansiedad. ¿En qué consiste la práctica y qué resultado da?
Sí, incluyo el Yoga de la risa, una práctica que utiliza la risa profunda para liberar estrés y ansiedad, mejorar la calidad del sueño y el estado de ánimo. La razón es que estimula el sistema nervioso parasimpático, que es el responsable de provocar y mantener un estado corporal de descanso o relajación. El Yoga de la risa también alivia el dolor crónico —estimula los mismos neurotransmisores que se encuentran en algunos medicamentos para el dolor— y mejora el sistema inmunológico al aumentar el nivel de endorfinas.
Un aspecto importante de esta práctica es que nos entrena para reír profundamente sin necesitar un estímulo externo. Es decir, no necesitamos reírnos de nada ni de nadie en particular, por lo que podemos hacerlo en cualquier momento y lugar. Solo requiere la voluntad de reír, pasar un buen rato o simplemente salir de un estado de ánimo negativo que no nos esté aportando nada. Si practicas en un sitio público concurrido corres el riesgo de que alguien llame a una ambulancia, aunque es más probable que se acerquen y empiecen a reír contigo.
Las personas suelen empezar tímidamente, sin grandes expectativas, incluso algunas se muestran reticentes al principio. Pero la inmensa mayoría acaba soltándose y disfrutando mucho, tanto durante la práctica como por el estado en el que se encuentran después. Ha habido algunas ocasiones en las que tiempo más tarde de haber terminado, y ya haciendo otro tipo de actividad, seguían apareciendo risas contagiosas entre el público.
Según lo que dice, parece que el cerebro no distingue entre una sonrisa real y otra fingida.
Hay una relación importante entre la expresión facial y las emociones que experimentamos. El cerebro ha aprendido a relacionar nuestras expresiones faciales con las diferentes emociones, y trata de que haya una congruencia entre el cuerpo (en este caso la cara) y la mente. Así que una sonrisa facial, ya sea verdadera o falsa, activará los mecanismos de la alegría. Sin duda podemos utilizar conscientemente esta necesidad de congruencia para sentirnos mejor.
¿Podríamos decir que la sonrisa es un analgésico natural?
No la sonrisa en sí misma, sino las endorfinas que libera y que actúan como un analgésico natural. Hay evidencia de que ayuda a reducir el dolor. La risa es una herramienta poderosa para reducir el estrés y más allá de la parte biológica, resulta evidente que el estrés produce tensión y la risa la reduce. Una compañera comentaba en una ocasión que para ella la risa es como quitar la válvula de escape de una olla a presión, que en vez de vapor, suelta tensión.
¿Qué papel puede jugar la meditación a la hora de 'domar' nuestro cerebro para ser más positivo, sonriente, entusiasta…?
Como hemos dicho, el cerebro no ve diferencia entre una sonrisa falsa y una verdadera, sin embargo, hay algo en ti que sí es consciente de esa diferencia. ¡Qué maravilla, ¿no?! Pero, en realidad, suele suceder más bien todo lo contrario, ¡somos nosotros los que nos dejamos engañar una y otra vez por el cerebro! Y, curiosamente, esto es lo que hace que tengamos la necesidad de fingir sonrisas, en vez de estar sonriendo genuinamente más de vez en cuando a lo largo del día.
Tendemos a creer que somos esa voz en la cabeza que no para de parlotear, y que es un simple producto del cerebro. La meditación nos hace darnos cuenta de este hecho, de tal manera que podamos cuestionar los pensamientos, dejar ir los que no nos aportan nada y dejar de sufrir por ello. Una manera inequívoca de saber que el entrenamiento a través de la meditación está funcionando es cuando te descubres riéndote de tus propios pensamientos.
Podemos engañar al cerebro, pero no nos engañemos a nosotros mismos: no puede ser lo mismo una sonrisa fingida —aunque tenga utilidad en determinados momentos— que una sonrisa verdadera, porque más allá del chute emocional que nos proporcione una determinada expresión facial, está la actitud y plenitud con la que afrontamos la vida. Y para ello hemos de utilizar nuestra capacidad de distinguir lo que es real de lo que no lo es. Y la mayoría de los pensamientos atemorizantes no son la realidad.
¿Si no le entiendo mal, a nuestro cerebro le importa un pimiento que seamos felices?
La función principal del cerebro es nuestra supervivencia. No le importa en absoluto nuestra súper vivencia: felicidad, realización o que pasemos un rato de risas con unos amigos. Y la supervivencia es algo que se toma muy en serio. Así que no muestra ningún sentido del humor a la hora de presentarnos constantemente pensamientos de culpa, en relación con el pasado, o de miedo, en relación con el futuro. Aunque no los necesitemos en absoluto para vivir lo que estemos viviendo en el momento presente.
Esta es la aportación fundamental de la meditación a una vida sonriente y entusiasta. Recordarnos nuestra capacidad de usar el cerebro y la mente para cuestiones prácticas y útiles, observar la realidad tal y como es, y no dejarnos atemorizar constantemente por peligros imaginarios que solo están en nuestra imaginación.
Una vez más, el cerebro tampoco distingue entre un peligro real y uno imaginado, por lo que activa constantemente los mecanismos del estrés sin ninguna necesidad. Llegar tarde a una reunión puede convertirse en un drama hormonal similar al de enfrentarse a un elefante enfadado. Y esta sobre activación es la responsable de la gran mayoría de las enfermedades de hoy en día.
¿Conoces alguna meditación concreta que nos devuelva la sonrisa perdida?
Sí existe una meditación muy reconfortante que consiste en ir atendiendo las diferentes partes de nuestro cuerpo, solo notando su presencia sin pensar en ellas, y sonriéndolas. En una postura cómoda, con los ojos cerrados, vas recorriendo las diferentes partes del cuerpo y les sonríes: a las manos, los pies, el corazón, el estómago… Y esta simple atención, con la aceptación y el reconocimiento que expresa la sonrisa, es una gran aliada para despertar al médico interno y que el cuerpo recupere su equilibrio natural.
Estoy muy enfadada y mi cara así lo refleja, ¿hay algún truco para revertir la situación?
Creo que en este caso es muy útil recordar la necesidad de congruencia del cerebro y engañarle con las expresiones (faciales o corporales) asociadas a emociones de amor o alegría. Este gesto puede ser una tirita en nuestro botiquín de herramientas para la salud mental. Si consigues reír ante una situación que te enoja, serás capaz de verla desde otra perspectiva y responder a ella en vez de reaccionar inconscientemente y liarla parda.
Tratar de sonreír es relativamente fácil y muy útil cuando el enfado es con aquellas personas cercanas a las que amamos profundamente, especialmente los hijos, muy especialmente adolescentes… Eso sí, para evitar que se convierta en una sonrisa sarcástica o amenazadora, es mejor que sonrías en soledad y luego te enfrentes al toro. El enfado es siempre una expresión de miedo. Y el miedo lo disuelve el amor. Desde el amor, pondrás límites, pero la situación no se convertirá en una batalla campal en la que nadie gana.
¿Se puede sonreír también con los ojos?
Sí, claro que se puede. De hecho, la sonrisa auténtica se refleja en la mirada. Mientras que la sonrisa de ojos no requiere de nada más, ni siquiera una expresión facial, para transmitir apreciación, reconocimiento y alegría. En las relaciones interpersonales es mucho más importante sonreír con la mirada que enseñar los dientes. Y no sé si para salir guapo en las fotos también…
¿A quién beneficia más una buena sonrisa, al emisor o al receptor?
Una sonrisa genuina es uno de los mejores regalos que podemos ofrecer y ofrecernos. El efecto puede ser exactamente el mismo en el que sonríe y en el que recibe la sonrisa. Pero no necesariamente es siempre así. Si recordamos que el cerebro está habitualmente en modo supervivencia e interpreta (a veces con las gafas de ceguera) todo lo que ve en función de su estado de ánimo, una sonrisa genuina puede ser recibida o percibida como un 'insulto' por una persona que se encuentre inmersa en un drama personal. A pesar de las mejores intenciones del emisor, y por muy auténtica que ésta sea.
Es muy importante también distinguir (no sé si tu cerebro puede; tú sí) entre aquellos asuntos que dependen de nosotros y aquellos que no. Y básicamente todo lo que tiene que ver con los demás y sus reacciones no tiene nada que ver con nuestro ámbito de competencia. No obstante, sonreír siempre te aportará beneficios, y en la mayoría de las ocasiones el receptor los sentirá y te lo agradecerá con otra sonrisa y una disposición más amable.
¿Son más atractivas e incluso más guapas las personas que sonríen mucho?
Hay estudios que indican que las fotos con caras y sonrisas obtienen un 38 por ciento más de likes. Esto puede ser indicativo. En cualquier caso, una persona que sonríe resulta más atractiva por lo general. Recordemos que lo que transmite la sonrisa es confianza, seguridad, apreciación, reconocimiento, alegría, amabilidad, amor... El sentido del humor está entre las cualidades que más se aprecian a la hora de entablar relaciones de pareja, y es uno de los factores más importantes a la hora de mantenerlas en el tiempo.
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Dice que el sentido del humor es determinante para una buena y duradera relación de pareja, ¿sirve para algo más?
Según la neurociencia, lo que aprendemos con sentido del humor deja una huella mayor en el cerebro, ya que se oxigena y se activa el sistema límbico. Así que yo, en mis cursos, seminarios… lo utilizo siempre que puedo, y en especial cuando quiero que se recuerde algo en especial. La razón, aparte de que es mucho más divertido, es que el sentido del humor ayuda a recordar de manera mucho más eficaz y a largo plazo.
¿Por qué cree que hay gente que no sonríe?
Personalmente no conozco a nadie a quien no haya visto sonreír, aunque sea tímidamente, alguna vez. Aunque es cierto que hay personas a las que les cuesta mucho. Las razones pueden ser muy variadas: una educación muy estricta, con demasiadas reglas, “deberías…” o “tienes que…”; estar pasando por una etapa difícil o intensa: duelo, depresión, enfermedad…; personas con una personalidad muy introvertida.
También a quienes les cuesta mucho expresar sus emociones. Aunque este tipo de personalidad en muchas ocasiones también se desarrolla en el seno de una familia y entorno educativo excesivamente controlador e intolerante. En cualquier caso, la persona a la que le cuesta sonreír le da mucho valor a su historia o drama personal y tal vez de forma inconsciente pueda temer que esa identidad se vea tambaleada.
Y si hablamos de dolor físico. ¿Es posible mitigarlo con buenas dosis de humor?
Sí, es posible mitigar el dolor físico a través de la risa. Por una parte, la risa libera endorfinas, unas sustancias químicas producidas por el cerebro que actúan como analgésicos naturales y, por tanto, ayudan a disminuir el dolor. Por otra parte, hemos visto que la risa ayuda a reducir el estrés y la ansiedad. Cuando sentimos dolor, inconscientemente también sentimos miedo o ansiedad.
Los pensamientos alrededor de la sensación de dolor: “¿qué me estará pasando?”, “no quiero sentir esto” … intensifican y dramatizan las sensaciones físicas asociadas al dolor. Es decir, añadimos sufrimiento al dolor. La risa desvía la atención de esos pensamientos. Así que, la risa nos proporciona la dosis de analgésico natural y el cambio de foco necesarios para vivir esos momentos de dolor de una forma más llevadera.
¿Una buena ración de risas diaria nos puede llegar a alargar la vida?
No hay estudios que establezcan una relación directa entre la risa y el alargamiento de la vida. Sin embargo, sí que hay estudios que demuestran que la risa ayuda a reducir los síntomas de depresión, mejorar la memoria y otros muchos beneficios para la salud mental. También estudios recientes han demostrado que reírse periódicamente ayuda a reducir los signos del envejecimiento, como las arrugas. ¡Y muchas pensábamos que al reírnos nos arrugábamos más!
Además, ya hemos visto el efecto de una buena ración de risas en relación con la reducción del estrés, y cómo éste afecta, e incluso es el responsable, de la mayoría de las enfermedades de hoy en día en Occidente. Así que, indirectamente, sí podríamos hablar de que la risa puede prolongar la vida. Y sin duda, aumenta considerablemente la calidad de vida, entre otras cosas porque al reírte te sientes más joven por dentro.
Así que, de la misma manera que dedicamos tiempo a hacer ejercicio, meditar, seleccionar y cocinar alimentos saludables… ¿por qué no proponernos cinco raciones de risa diarias?
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¿Cree que la tecnología, las redes sociales… hacen que seamos cada vez más introvertidos, huraños, menos sociables…?
La tecnología y las redes sociales en sí mismas no tienen la capacidad de hacer nada de eso. Simplemente están ahí, y de ti depende qué hacer con ellas. Si tienes tendencia a ser introvertido, puedes usarlas como excusa para encerrarte en tu habitación todo el fin de semana. Si eres de los que te gusta criticar, tienes un campo abonado. Si te cuesta sociabilizar, usarás Whatsapp en vez de irte a tomar una cervecita con ese amigo que cumple años.
Sin embargo, y en relación con los que comentábamos anteriormente, las tecnologías nos pueden ayudar con esas raciones de risas diarias tan necesarias para nuestra salud física y mental. Nunca antes habíamos tenido acceso de una manera tan amplia y rápida a estímulos que nos hacen sonreír e incluso reír a carcajadas. Hay para todos los gustos y todo tipo de formatos: chistes gráficos, vídeos cortos de gatitos, monólogos de humor, podcast, largometrajes… ¡mucha más variedad que de frutas y verduras!
Si estamos con alguien deprimido, por efecto de nuestras neuronas espejo ¿podemos hacer que esa persona mejore su estado de ánimo?
Las neuronas espejo juegan un papel importante en la compresión de los demás, en la empatía y en la comunicación. Y pueden ayudar a mejorar el estado de ánimo de otra persona. Si te sientes alegre y muestras sentido del humor, las neuronas espejo de la otra persona le permitirán observar o experimentar lo mismo que tú estás sintiendo.
Sin embargo, no son una garantía, y mucho menos cuando se trata de alguien con un cuadro de depresión. Saber esto es importante para no hacernos responsables en ningún momento del estado de ánimo de los demás, aunque hagamos lo posible por estar a su lado y contagiarles con nuestro buen humor.
¿Entonces no podemos hacer nada por alguien que nos importa y que está deprimido para que salga de su 'pozo'?
Las personas necesitan vivir lo que están viviendo, sentir lo que están sintiendo, incluida la tristeza, precisamente para poder salir de ahí. Porque la negación de nuestras propias emociones es lo que prolonga innecesariamente el sufrimiento. Y lo mejor que podemos hacer por ellas es estar a su lado, sin juzgar ni sermonear. Ni siquiera tratar de obligarlas a reír.
Si tu propio estado de alegría es auténtico, te sentirás en paz, y no tratarás de cambiar el estado de ánimo de la otra persona, sino que lo respetarás. Y de ese 'compartir lo que es', tu alegría y su tristeza, nacen muchas cosas bonitas, por sí mismas, también sonrisas y risas (… de las buenas).
Y ahora que sabemos lo sano que es reírse, ¿cree que se puede recuperar el hábito?
Ya hemos comentado cómo las redes sociales y las tecnologías nos pueden ayudar con este propósito. Y siempre podemos recurrir a la época cavernícola y retomar planes divertidos con la familia y los amigos, ver juntos películas de humor, disfrutar de juegos de mesa.
Y, como mencionaba anteriormente, el yoga de la risa es también una herramienta muy valiosa, ya que te permite reír en cualquier momento y lugar, sin necesidad de nada más que intención de hacerlo… las ganas llegan momentos después. La meditación y la atención plena al momento presente (Mindfulness) contribuyen muy especialmente a recuperar la mirada ante la vida de un niño, y su risa. :)