Invisibles y del grosor de un cabello, las partículas finas inferiores a 2,5 micras (PM2,5) son uno de los contaminantes que más preocupan cuando se habla de calidad del aire por sus efectos dañinos para la salud humana. Son, también, las que lleva investigando durante dos décadas Yuming Guo, investigador experto en salud planetaria de la Monash University, en Melbourne (Australia).
Guo, actual profesor de salud ambiental global y bioestadística, además de jefe de la Unidad de Investigación de Calidad del Aire y Clima de Monash, ha publicado más de 400 artículos de investigación en prestigiosas revistas científicas como Nature o The Lancet. Más allá de innumerables premios y reconocimientos, a este doctor del clima se le ha considerado en la lista Reuters como uno de los científicos más influyentes del mundo en su campo.
La investigación de Guo y su equipo vuelve a la primera línea. Las conclusiones, publicadas en la revista The Lancet Planetary, completan el primer estudio mundial que mapea los niveles diarios de las PM2,5. Hasta ahora, la falta de estaciones de monitoreo de la contaminación del aire había dejado un vacío de información al respecto a nivel local, nacional, regional y global.
El hallazgo es fulminante: tan solo el 0,001% de la población mundial se salva de los efectos más dañinos de estas partículas finas presentes en el aire. O lo que es lo mismo, casi la totalidad de la población mundial está expuesta a diario a niveles de estos contaminantes considerados peligrosos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Como recoge el propio Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), estas partículas se emiten directamente a la atmósfera de manera natural a través del polvo, esporas o pólenes, por ejemplo; pero la principal fuente contaminante es la que procede de actividades humanas como el tráfico, sectores como la construcción o la quema de combustibles fósiles.
El tamaño tan pequeño de estos contaminantes químicos les permite incluso alcanzar los alvéolos pulmonares cuando son inhalados. De esta manera, según la información disponible del MITECO, estas sustancias nocivas alcanzan “zonas muy sensibles” y pueden “agravar patologías que pueden conducir incluso a una muerte prematura”.
Esto es algo de lo que alertaba un reciente estudio de The Lancet Planetary Health, donde ahora también publica Guo su estudio. Según los datos recopilados entonces apuntaban a que solo en 2019, al menos 6,67 de las nueve millones de personas que murieron en el mundo a causa de la contaminación se debieron a la mala calidad del aire.
[La contaminación mató a 9 millones de personas en 2019, cuatro veces más que la Covid en 2020]
Conscientes de esta problemática, los expertos de la OMS acordaron ya hace dos años endurecer los niveles de partículas finas como las PM2,5, las más peligrosas para la salud humana. De los 10 microgramos por metro cúbico en el aire por día estipulados hasta entonces, se pasaron a los 5 microgramos.
Unos niveles recomendados por el organismo internacional que aún no se han llevado al nivel de obligación en las legislaciones nacionales. En lo que respecta a los países de la Unión Europea (UE) los límites permitidos se mantienen en los anteriores niveles (25 microgramos). No obstante, una reciente propuesta de la Comisión Europea ha planteado ir más allá y endurecerlos para acercarse a los niveles que recomienda la OMS.
El mapa del aire ‘envenenado’
Así las cosas, la investigación de Guo y su equipo arroja un dato positivo, y es que, aunque aún la presencia diaria de PM2,5 en el aire se encuentra en límites dañinos para casi la totalidad de la población mundial, en regiones como Europa y América del Norte se han reducido durante las dos últimas décadas.
El doctor del clima revela así un mapa en el que sitúa en alerta zonas como el sur de Asia, Australia, Nueva Zelanda, América Latina y el Caribe, con más del 70 % de los días en todo el mundo con niveles por encima de lo que es seguro. Allí, estos contaminantes tan peligrosos para la salud no han dejado de aumentar. Algo que no solo se limita a estas zonas.
En el año 2019 –el último del análisis–, el estudio encontró también que a nivel global más del 70% de los días todavía tenían concentraciones de PM2,5 superiores a 15 microgramos, con un promedio de 32,8 microgramos. Por zonas, en el sur y el este de Asia, este porcentaje ascendió al 90%. Es, de hecho, en esta región donde se disputan junto con el norte de África, los mayores niveles asumidos de estas partículas finas.
Según el profesor Guo, las concentraciones inseguras de PM2,5 muestran diferentes patrones estacionales. Por ejemplo, en el noreste de China y el norte de la India eran mayores durante los meses de invierno (diciembre, enero y febrero), mientras que en las áreas del este y del norte de América tenían niveles elevados de estas partículas en época estival( junio, julio y agosto). "También registramos una contaminación del aire relativamente alta de PM2,5 en agosto y septiembre en América del Sur y de junio a septiembre en el África subsahariana", asegura el investigador.
Guo apunta que esta información es importante porque “brinda una comprensión profunda del estado actual de la contaminación del aire exterior y sus impactos en la salud humana”. Así, “con esta información los formuladores de políticas, los funcionarios de salud pública y los investigadores pueden evaluar mejor los efectos de la contaminación del aire en la salud a corto y largo plazo y desarrollar estrategias de mitigación de la contaminación del aire”.