“Con 11 años me enteré de la historia de mi madre”, cuenta la ilustradora surcoreana Keum Suk Gendry-Kim. Como sucede en los lugares con pasados recientes muy traumáticos, donde la memoria histórica permanece incrustada en la mente de parte la población, las "batallitas" de los supervivientes pasan inadvertidas.
El libro La Espera (2023, Reservoir Books) traslada una de las historias más dolorosas de Asia, la separación de Corea, al papel y desentraña los entresijos de una experiencia que todavía persigue a los niños y niñas de la guerra coreana.
El lunes 6 de marzo nos reunimos con la autora, Keum Suk Gendry-Kim (Goheung-gun, Corea del Sur, 1971), y su intérprete, en un céntrico hotel de Madrid para conversar sobre su último lanzamiento en España, La Espera, que sigue el hilo de Hierba (2022, Reservoir Books) relatando la memoria histórica de Corea.
[‘Hierba’, el cómic que narra la tragedia de las esclavas sexuales del ejército japonés]
La autora parecía distante. Debió haber sido la enésima entrevista que concede y todavía le quedaban más, pero poco a poco la historietista profundizó más y más en lo que ha supuesto para ella trasladar el mensaje de una generación, la de su madre, que vivió el infierno de la ocupación japonesa y la guerra coreana.
Tal como hizo en Hierba, el primer volumen de la trilogía, y como acostumbra a hacer en sus manuscritos, empleó un estilo sencillo y en blanco y negro. "Yo creo que con la tinta negra y mi pincel puedo crear todo lo que quiera, puedo expresar todo lo que tengo en la mente solamente con esas dos cosas", explica.
Relata que disfruta con ese estilo, uno de sus elementos distintivos. Otro elemento tiene que ver con las protagonistas de sus dos últimos trabajos. En Hierba también cuenta la historia de las mujeres, sus historias y la época en la que vivieron. "Quiero mantener esos dos elementos, se complementan perfectamente", añade.
La historietista surcoreana explica que es todo un orgullo que sus obras se hayan podido traducir al español y a otras lenguas. “Uno de los aspectos positivos de los que me doy cuenta es que los lectores de países que no conozco mucho están participando en los encuentros que organizamos para conocer y correr la voz sobre mis libros”, explica Gendry-Kim.
“Los lectores españoles que viven al otro lado del planeta se reúnen para expresar sus sentimientos sobre la historia dolorosa de Asia y el sufrimiento de las mujeres y eso es muy positivo”, añade. Gendry-Kim añade que no solo se trata de una historia sobre Corea, sino que ahonda en una temática más profunda: la paz.
Si en el libro Hierba había podido ilustrar la penuria de las mujeres de confort desde la piel de la superviviente Lee Ok-Sun durante la ocupación forzada japonesa, en la segunda entrega de la trilogía, La Espera, pensó que debía transmitir la tragedia de la separación familiar. Y es que estos dos fenómenos son fantasmas que todavía persiguen a la sociedad surcoreana. Tanto es así, que todavía quedan algunos cabos sueltos.
Una sociedad fracturada
Las "batallitas" de las abuelas y abuelos, donde se incluyen las historias de la miseria de la guerra, parecen no interesar a las nuevas generaciones en Corea del Sur. “Los jóvenes se preocupan de sus asuntos de la vida diaria más que los temas derivados de la guerra", señala Gendry-Kim.
La autora, así como su intérprete (de origen surcoreano), realiza una semblanza muy detallada de la juventud surcoreana: incluso con títulos de educación superior no logran conseguir trabajo y lo tienen muy complicado a la hora de acceder a la vivienda. Una historia que no es ajena en España.
Muchos jóvenes surcoreanos salen de la universidad muy endeudados. Y los últimos datos del Instituto Coreano de Salud y Asuntos Sociales lo confirman. Según un estudio reciente de esta institución pública, más del 21% de los hogares de entre 19 y 39 años vieron cómo su ratio deuda-ingresos superaba el 300% en 2021, lo que significa que su nivel de endeudamiento era más de tres veces superior a sus ingresos.
Tampoco les preocupa excesivamente la reunificación coreana. "Los jóvenes piensan que si la reunificación puede ayudar económicamente al país, entonces es positiva”, explica Gendry-Kim. Una encuesta realizada en 2021 por el Institute for Peace and Unification Studies de la Universidad Nacional de Seúl revela que casi el 43% de los encuestados de entre 20 y 39 años afirmó que el Sur "no necesita realmente" reunificarse con el Norte, y el 34% dijo que el país no lo necesita "en absoluto".
Los trabajos forzados, así como la de la esclavitud de mujeres surcoreanas en burdeles militares japoneses, ha ensombrecido la historia de Corea del Sur condicionando sus relaciones con Japón. Y, por otro lado, el conflicto con su vecino del norte persiste pese a los intentos ambivalentes de acercamiento por ambas partes.
La guerra de Corea ha dejado una sociedad muy fracturada. Cientos de surcoreanos que vivieron la crudeza de este conflicto todavía no conocen el paradero de sus seres queridos. Este fue el caso de la madre de Gendry-Kim, que no ve a su hermana mayor desde entonces. “Es poco probable que [mi madre] llegue a encontrarse con su hermana mayor antes de morir”, explica en su obra.
Pero su madre conserva un atisbo de esperanza. Con la salud deteriorada, todavía conserva la ilusión de poder abrazar a su hermana. Y no es la única. Y en 1983 se retransmitieron en directo durante 138 días el programa especial del canal KBS Busco a mi familia, donde los supervivientes de la guerra con familiares desaparecidos tenían la oportunidad de encontrarse con los suyos.
Una herida emocional
Gendry-Kim recuerda muy bien esta época. Su madre, acompañada de su padre, llegó a acudir a la sede de la cadena en la isla Yeouido para participar en uno de los programas. “Mi madre siempre iba ahí, como quien va a la oficina todos los días, con el anhelo de encontrar a su hermana perdida”, explica la novelista gráfica.
Como se retransmitía por televisión, su familia se ensimismaban con las historias que se contaban. “Ella también lloraba mucho viendo la televisión, pero yo era muy pequeña para entender toda esa situación” señala Gendry-Kim. Y lamenta que no pudiera verdaderamente entender la situación de su madre.
A ojos de Gendry-Kim, su madre siempre ha sido fuerte de espíritu. “Era una persona que no se quejaba jamás, incluso cuando su trabajo y su vida eran muy duros”. Hija y madre, debido a una trágica pérdida. Es gracias a esto por lo que la novelista gráfica ha podido contar con un testimonio en primera persona. Por supuesto, también pudo conocer las historias de otras dos personas que sí que lograron reencontrarse con sus relativos.
Un trauma colectivo
De acuerdo con la Coalición Nacional para las Familias Divididas, aproximadamente 10 millones de familias coreanas se tuvieron que separar tras la II Guerra Mundial y la guerra civil. En las últimas dos décadas se han celebrado 21 encuentros oficiales entre las víctimas de la guerra de Corea del Norte y las de Corea del Sur. Como eran muchas las personas inscritas —alrededor de 57.000 por aquel entonces— en el programa, coordinado por la Cruz Roja, era imposible atender las demandas de todas.
En agosto de 2018 fue cuando se celebró el último, donde 89 familias pudieron reunirse por un total de 11 horas durante tres días en el Monte Kumgang (Corea del Sur). Desde entonces, debido a las tensiones entre los gobiernos de Pyongyang y Seúl, no se ha celebrado ninguna.
Como informa el diario Korea JoongAng Daily, más de 10.000 surcoreanos inscritos en el registro de familias separadas de la Cruz Roja Coreana murieron en los últimos tres años mientras esperaban la oportunidad de reunirse con sus parientes en el norte. Y casi el 66% de los que siguen vivos en la lista tienen más de 80 años. El medio surcoreano también menciona que si en el sur la selección de los familiares separados para las reuniones se basa en un sistema de sorteo, en el norte se realizaría teniendo en cuenta la lealtad de los candidatos al régimen.
Fue entonces cuando Gendry-Kim pudo entrevistar a algunos de los afortunados que pudieron volver a ver a sus familiares. En La Espera ha utilizado todos los testimonios para pintar su dolor. No obstante, como confiesa en la propia obra y en declaraciones a EL ESPAÑOL, se ha basado en tres fundamentales: el de su madre, que todavía no se ha reencontrado con su hermana mayor; el de la señora Lee X, que tenía a su hijo en Corea del Norte; y, el del señor Kim X, que pudo volver a ver a su hermano menor.
De toda la información obtenida de las entrevistas, no todo ha llegado a impregnar las páginas de La Espera. Esto se debe, según la autora, a dos razones: por un lado, los entrevistados omitían algunos hechos, y por otro, ella decidió no contar todo para protegerles de represalias hacia ellos o sus seres queridos.
Durante las entrevistas, Gendry-Kim evitó realizar preguntas incómodas. “No intenté profundizar tanto para que ellos no revivieran su dolor y sufrimiento al contarme su historia”, explica. “No quería ver sus lágrimas”, añade.
Una historia familiar
“En 1997, cuando falleció mi padre, invité a mi madre a París, donde yo vivía en ese entonces, y pasamos casi dos meses juntas”, cuenta Gendry-Kim. Es en ese momento cuando pudo sentarse a hablar con ella. “Me contó su historia y la de mi familia”, añade.
Por aquel entonces no trabajaba en las novelas gráficas, pero sí que obtuvo registros de lo que le había contado. “Grababa todo pensando que, algún día en el futuro, lo transmitiré a través de cualquier medio, como un cómic, una novela o una obra de arte”, explica.
Al preguntarle si su madre ha podido disfrutar de sus novelas gráficas, la autora surcoreana explica que lamentablemente no ha sido posible. “Mi madre ya tiene una edad muy avanzada, así que ha comenzado a perder visión en ojo. Y el otro tampoco está bien”. Esto provoca que no ha podido devorar las novelas gráficas de su hija.
Pero esto no significa que no se haya interesado por ellas. “Le pude enseñar los libros en físico y se sintió muy orgullosa de que fueran traducidas al inglés u otros idiomas en el extranjero”, cuenta emocionada.