Marta Bustos sufrió, en junio de 2020, un brutal accidente doméstico que conmocionó al mundo. A sus 24 años experimentaba tratando de crear sus propios jabones cuando, de repente, algo falló: la mezcla de sosa cáustica, agua y aceite que se encontraba trabajando en ese momento explotó, abrasando su rostro y con la peor de las consecuencias sobre sus ojos: sufrió grandes quemaduras, quedando sumida en la ceguera más de un año.
Ella vivía en Estados Unidos junto a su pareja, David, lo que le impidió estar cerca de su familia y le obligó a pedir apoyo económico para poder costear los distintos tratamientos e intervenciones que necesitaba y que el sistema médico no cubría.
A través de un vídeo que se viralizó rápidamente, las redes se volcaron y consiguió recaudar una cifra superior a 200.000 euros para ayudarla.
Desde entonces no ha dejado de compartir su proceso a través de sus redes con una perspectiva admirable, la del aprendizaje y optimismo. Ahora cuenta su historia también en un libro Cuando perdí los ojos marrones (Lunwerg, 2023).
La obra parte del desdichado accidente y construye un relato a caballo entre dos continentes en el que el amor y el humor se imponen en los momentos más duros y en el que la vida vibra con toda su intensidad.
Bustos cuenta a ENCLAVE ODS que se animó a escribir esta novela antes incluso de recuperar la vista, cuando aprendió a utilizar el ordenador. "Me pasaban ciertas situaciones tan surrealistas que pensé, esto tengo que contarlo porque parece una serie o una peli". Además, le gustaba escribir para desahogarse. "Y ya cuando me puse a escribir fue cuando vi que esto podía ayudar a mucha gente".
Para ella, el proceso de escritura ha sido "bastante interesante", encontró momentos de bloqueo y de fluidez. Se dio cuenta que cuando se bloqueaba era porque se estaba enfrentando a momentos muy duros. "Ha sido muy bonito".
En clave de humor
El humor tiene un papel muy importante en la novela. Para ella el humor y el dolor parece que están reñidos, pero es el arma más fuerte para hacerle frente. "Las mayores críticas se hacen con humor. Entre la gente más reivindicativa están los humoristas o cómicos. Para mí ha sido superimportante. Es importante también quitarle hierro al asunto incluso en la prueba más dura que te ponga la vida".
Además, señala que el humor le ha ayudado a relativizar, a quitar importancia: "Yo no soy el centro del universo, me ha pasado esta faena, vamos a ver cómo lidiamos con ello y si podemos reírnos de algo mejor".
Durante este proceso se ha sentido muy acompañada por su familia, sus amigos y su pareja, que ha sido un pilar fundamental: "En el libro lo menciono mucho porque es casi una historia de amor. A veces las parejas se rompen por nada".
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Pero además del apoyo, apunta que ella misma ha tenido que hacer un trabajo "brutal" con ayuda de psicólogos y expertos. "Ha sido un trabajo de introspección, de agradecimiento y de trabajo muy duro". Ella considera que la fortaleza y el optimismo son cosas que se entrenan y que gran parte de la responsabilidad es de cada uno: "Soy optimista y siempre he sido bastante agradecida, pero también porque lo he practicado".
Un mundo nada preparado
Nos cuenta que las ciudades no están "para nada" preparadas para las personas que no pueden ver. "Estamos viendo cambios brutales gracias a la tecnología, pero no estamos preparados. Puedes poner las medidas que quieras, pavimentos en el suelo, tecnología accesible... que todo radica en la mentalidad de la gente, en la educación".
"El hecho de que una persona que se está quedando sin visión, por enfermedad o por un accidente de golpe, tenga reparos en sacar un bastón por el estigma que hay es un indicativo", dice.
En suma, Marta opina que, aunque se esté avanzando: "El mundo no está hecho para personas que ciegas, que no pueden ver, o sordas. Está hecho para personas con los cinco sentidos y las cuatro extremidades".
Recuperar la visión
En el momento en el que recuperó a vista empezó a llorar y llorar "y a pedirle a la médica que volviera a limpiarme la prótesis". Y añade: "Lo primero que hice fue inspeccionar todo. No puedo describir lo que es. En el libro lo describo un poco, observé todo: como un gato, analicé a los míos y miré a los ojos a la gente. Fue increíble."
Ahora que ha recuperado la visión piensa que todo es posible, "hay que apuntar alto, con los pies en la tierra".
En un futuro le gustaría escribir más libros, también trabajar con la voz. Quizá doblaje. A nivel personal también tiene un sueño, pero se lo guarda para ella.