Las sequías prolongadas. Las fuertes lluvias que arrasan, de golpe, con todo. Los eventos meteorológicos extremos. Todos esos fenómenos que no dejan de sucederse a lo largo y ancho del planeta, ponen en jaque el alimento predilecto de Dionisos y Baco; ese con el que se fabrica ese cáliz que riega las celebraciones desde que el mundo es mundo.

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La vid –y por ende, las uvas– pasan por un momento tortuoso, pues dependen de unos suelos que llevan décadas viviendo una degradación sin parangón. “Vemos a diario los estragos del cambio climático: cada año tenemos cosechas más tempranas, un tiempo que no es el idóneo… vivimos el cambio climático, y tenemos que adaptarnos, no queda otra”, confiesa Sandrine Sommer, directora de Sostenibilidad de Moët Hennessy, la rama del grupo de lujo LVMH más famosa por sus característicos champanes.

Es un adaptarse o morir, explica la francesa. Por eso, indica, desde la firma gala se han propuesto recuperar esos métodos tradicionales de cultivo que están en sintonía con la naturaleza. “Estamos plantando, a los bordes de las viñas, arbustos y árboles, para tener más humedad y sombra, lo que favorece al suelo. Todo lo que estamos haciendo para regenerar los ecosistemas tiene mucho que ver con la adaptación; tenemos que adaptarnos, no nos queda otra”, explica.

Ejemplo de recuperación de biodiversidad en uno de los viñedos. Alain Benoit Moët Hennessy

Ahora mismo, la prioridad está en “impulsar la biodiversidad” de los viñedos para “recuperarla”, “para que vuelva a florecer”. Porque, explica Sommer, “si nutres el suelo, te aseguras un buen uso de esa zona. Gracias a implantar vegetación, los insectos están volviendo, tenemos corredores ecológicos para que la fauna y la flora prosperen…”.

Y zanja: “Impulsamos diferentes prácticas tradicionales y naturales para asegurarnos de nutrir la tierra y no degradarla. Y sobre todo, es muy importante medir todo lo que hacemos para demostrar que, en efecto, estamos produciendo un cambio positivo”.

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Recuperar los suelos y prevenir su degradación es esencial para poder seguir produciendo unos champanes, vinos y coñacs que ya son parte de la esencia y de la cultura francesas. Y es que algunas de sus maisons –casas o bodegas– tienen la friolera de 658 años.

Por eso, asegura Sommer, a largo plazo buscan “investigar nuevas especies y variedades de uva” para, así, asegurar que “la región de Champaña seguirá produciendo champán”.

Una de las reforestaciones de MH. Moët Hennessy

Fue en plena pandemia, en abril de 2020, cuando Sommer tomó el mando de la división de Sostenibilidad de Moët Hennessy. Desde entonces, es la encargada de “coger las 26 maisons” de la marca y “aunar sus estrategias de adaptación al cambio climático”, explica a ENCLAVE ODS en un reservado de la cumbre ChangeNow 2023 en París, de la que son uno de los principales partners.

Cada maison, explica Sommer, “lleva años, incluso siglos, funcionando”. Y en cada una hay “un equipo increíble de gente, muy profesional, trabajando desde hace tiempo en cómo cuidar de sus viñedos y cómo hacer sus productos más sostenibles”.

Su labor, confiesa, es ser la directora de orquesta, la que tiene guiar a todas las bodegas por el mismo camino sin perder su ADN o sus valores. Ella, admite, es su guía espiritual, la que “inspira, apoya, resuelve dudas y motiva” a los equipos para que todos “remen en la misma dirección para llegar a 2030 juntos”.

En 2023, recuerda Sommer, “todo el mundo ya sabe lo que se necesita para acelerar la transformación” que requieren los negocios para adaptarse a la nueva realidad climática. El punto de partida está claro; la dificultad, en cambio, radica “a veces en encontrar la solución adecuada para un problema concreto”.

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Moët Hennessy se ha propuesto, más allá de proteger los suelos y adaptar las cosechas, reducir a la mitad sus emisiones de CO₂ para 2030. Para conseguirlo, afirma Sommer, los socios y los proveedores tienen que estar alineados con el grupo en estrategia, porque “si no será imposible”.

Pregunta: ¿Cómo trabajan con los proveedores?

Respuesta: Es muy importante cerrar ese círculo con los proveedores, porque tenemos que estar alineados. Estamos creando una comunidad, un ecosistema de stakeholders que vayan todos en la misma dirección. Pero no solo eso, la competencia y la industria alimentaria también son clave, y los expertos y las oenegés.

Todos tenemos que remar en la misma dirección y para eso tenemos que compartir conocimientos y buenas prácticas. Y sorprendentemente, cada vez es más común que todos estos actores se reúnan y tracen estrategias en común.

Viñedos de Chandon en California. Moët Hennessy

¿Es complicado sentarse con la competencia?

Sinceramente, tuvimos todo un debate interno antes de hacerlo. Pero no había otra, por el interés de todos, incluso del sector en general, teníamos que sentarnos. Lo bueno es que desde hace mucho tiempo tengo muy buena relación con mis homólogos en otras empresas del sector, así que no fue tan difícil sentarnos a charlar y marcarnos metas comunes de sostenibilidad; estamos muy alineados, fue muy orgánico.

Parece algo que hace 20 años sería casi impensable…

Pero es porque tenemos ya los mismos objetivos; somos los únicos humanos en el planeta, y solo tenemos uno. Si no vamos por el buen camino juntos, tenemos un gran problema.

¿Tienen predicciones de las variedades que podrían desaparecer si no se consigue mantener el aumento de temperatura global lo más cerca de los 1,5 °C posible?

Estamos trabajando con EcoAct, que tiene una plataforma digital con todas las predicciones de aquí a 50 años basadas en los datos del IPBES y el IPCC. Trabajamos con ellos para analizar cómo serán nuestros viñedos en las próximas décadas y cómo adaptarlos a los cambios, y pronto tendremos un informe. Tener toda esta información, todos estos datos y hechos, nos ayuda también a crear una estrategia con los proveedores.

¿Esto sirve para tirar del resto del sector?

Claro, cuando tienes claro que quieres ser un líder que inspira, también tienes que tener claro que debes guiar al resto, mostrar cómo hacer las cosas. Es una responsabilidad enorme, pero es una obligación.

Suena a mucha responsabilidad…

En la parte positiva, es una buena manera de innovar. Además, es muy motivador pensar que tenemos que cambiarlo todo: la manera en que entendemos el sector, en que cultivamos, en el que creamos los nuevos productos, en el que los transportamos… Y es una oportunidad para marcar el camino; tenemos que cambiar las cosas ya, así que por qué no liderar la transición.