El especialista argelino en psicología social Jugurtha Abbou (39 años) explica en una entrevista con ENCLAVE ODS las razones de la migración desde el norte de África a Europa. Nos desvela lo que empuja concretamente a miles de jóvenes a arriesgar sus vidas cruzando en embarcaciones precarias el mar Mediterráneo, la ruta más peligrosa del mundo, pagando hasta 3.000 euros por pasaje.
La migración irregular “no ha sido objeto de muchos estudios desde el punto de vista psicosocial”, reconoce el entrevistado. Abbou es también escritor, poeta y ensayista, muy centrado en los temas sociales. Cuenta con cuatro libros, uno de poesía, dos ensayos políticos y una novela de ficción.
Su primer libro narrativo, Les maux conjugués (o los males conjugados), está de plena actualidad. Narra el viaje de Mehdi, que eligió los caminos del exilio tras la muerte de su amada. Es el caso de miles de jóvenes argelinos, tentados por la migración irregular.
Buscando escapar, Mehdi iniciará el proceso para obtener un visado, sin éxito. Con la ayuda de Amel, intenta llegar a Europa vía Libia. Sin embargo, el grupo de migrantes es interceptado por yihadistas que los llevarán a Irak, donde les espera el infierno.
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Abbou fue profesor en la Universidad de Tizi Ouzou, y actualmente es jefe de proyecto en una empresa pública. Además, es un activista dentro del Frente de las Fuerzas Socialistas (FFS), miembro de la internacional socialista y opositor al sistema instalado en su país natal.
Al hablar de las razones de la migración irregular hacia el norte, los especialistas suelen evocar casi siempre motivos materiales como la pobreza, el paro o la inestabilidad política. ¿Es verdad que las personas migran por razones materiales?
Antes de nada, hay que saber que el ser humano es un animal migratorio, un nómada. La migración es un medio para pasar de una situación de malestar a una situación de bienestar. Cuanto más aumenta este malestar, el individuo asume más riesgos que, a veces, ponen en peligro su vida. A esto añadimos el estrés, la angustia y la ansiedad permanentes por situaciones que tratan de superar.
¿Cuáles son las motivaciones psicológicas y sociales que empujan al ser humano a trasladarse a una sociedad donde no comparte ni la cultura, ni la religión, ni tan siquiera habla la lengua, en muchas ocasiones?
El ideal no tiene idioma ni religión. Cuando vivimos con tantas frustraciones y prohibiciones, buscamos el sueño incluso en un ambiente donde los valores son diferentes a los nuestros. Cambiamos las normas sociales cuando las novedades encajan con nuestros sueños e impulsos.
La migración clandestina es un acto voluntario. Esto nos lleva a hablar de motivación. Al referirnos a la pirámide de Maslow, se nos da a entender que los candidatos a la migración irregular relegan su necesidad de seguridad, poniendo en peligro su vida por no haber podido satisfacer sus necesidades fisiológicas, el hambre, la sed y la base de un hogar.
La migración es una de las posibles respuestas para acabar con la humillación que sienten los individuos reducidos al papel de sujetos, porque desean convertirse en ciudadanos con todos los derechos. Las motivaciones pueden ser concretamente la justicia, la igualdad, el respeto de los derechos humanos y las libertades colectivas e individuales. El individuo que no goza de estos derechos tiene la sensación de perder su dignidad. Experimenta una vulneración de su propia imagen, un sentimiento de humillación frente a los demás, y eso, le hace tomar conciencia de su inferioridad.
Cuando, por ejemplo, ejecutivos bien ubicados dejan sus países de origen, la motivación no es buscar la prosperidad financiera y material, sino la realización interior, la búsqueda de un soplo de aire fresco saliendo de un mundo cada vez más sofocante.
Entonces, ¿las razones no son totalmente políticas?
Obviamente, hay razones políticas; la opresión y el autoritarismo son, entre otras, las principales causas de la migración. Sin embargo, hay muchas otras razones, psicológicas y psicosociales, en particular.
Las personas que toman la decisión de migrar, o bien carecen de recursos personales y sociales, o ya no pueden sostener su posición social en su país. Suele surgir en el lenguaje de los candidatos a la migración irregular el concepto de libertad, por lo que se busca la autonomía y una vida sin interferencias de nadie.
Se trata también de la decadencia de la relación entre el individuo y la sociedad. La incapacidad para soportar la presión social y el rechazo a los valores y normas sociales son otros factores que conducen a la migración irregular.
La Organización Internacional de Migraciones (OIM) cifra en más de 3.000 el número de muertes en el mar Mediterráneo cada año. ¿Hasta dónde es capaz de llegar el ser humano, que incluso arriesga la vida?
Cuanto más aumenta la incomodidad, más crecen los riesgos. Dicho esto, ante un grito de desesperación, intentamos todo para salvar lo que queda por salvar. En otras palabras, vamos a la muerte a buscar la vida, la verdadera, la que siempre hemos querido, porque la que llevamos ya no se considera como tal.
A través de los riesgos que asumen, los migrantes plantean la cuestión del valor de sus vidas, un valor que consideran nulo en un país que casi no les ofrece perspectivas, y grande en 'el paraíso', 'el dorado' al que aspiran llegar.
Se trata sobre todo de un estado avanzado de desesperación que habita en la mente de las personas que toman 'los barcos de la muerte'. Junto a los objetivos aflora cada vez más el miedo a un futuro oscuro; muchos ven mal su futuro en su país, y dicen estar en una etapa de muerte.
Una buena parte de estos jóvenes rechazan directa o indirectamente ser integrados en la nueva sociedad a la que migran. ¿Por qué?
Aquí tenemos la cuestión de los valores y las actitudes que salen a la superficie. Cuando hemos estado durante buena parte de nuestra vida socializados según principios rígidos e indiscutibles, nos resulta muy difícil desligarnos de ellos. Resurgen la religión, los hábitos, las costumbres, las normas sociales, creemos obstinadamente que el otro siempre está equivocado.
Incluso algunos reivindican la manifestación de su cultura, sus tradiciones y reclaman, por ejemplo, un estatuto oficial de la lengua o de la religión. ¿Cómo explica esta actitud, que parece totalmente contradictoria?
Es verdad. Es una especie de esquizofrenia social. Queremos vivir como el otro, y al mismo tiempo pedimos al otro que nos permita ser nosotros mismos. Muchas frustraciones, antes y después, surgieron a través de esta actitud. Huimos al otro para buscar la libertad, pero nuestro concepto de ella va en contra de los valores del otro.
Los países receptores de personas migrantes hoy en día son las potencias coloniales del pasado. ¿Cómo explica esta relación social? ¿Es la migración fruto del colonialismo?
Resulta que la imagen que los colonizados tienen del colonizador es la explicación a este fenómeno. Siempre nos encontramos adulando al otro, venerándolo. Por supuesto, está la imagen que Occidente tiene de sí mismo. Los temas de derechos humanos, justicia y libertad están servidos para atraer a los más desesperados de los habitantes del sur, término utilizado para describir a los países del 'tercer mundo', los excolonizados.
¿Hay soluciones para frenar la migración irregular hacia Europa?
Ante tal fenómeno, las autoridades públicas tienden a darle tratamiento legal, es decir, una vez que las personas son arrojadas al agua. Sin embargo, estos jóvenes no solo necesitan ser escuchados, sino que quieren ser asociados a la construcción del futuro. Está claro que mientras no haya un proyecto social en torno al cual la comunidad se una, la migración irregular será rampante y el futuro del país perecerá en las costas.