El relator especial de la ONU sobre el derecho a la libertad de reunión pacífica y de asociación desde 2018, Clément Nyaletsossi Voule, acaba de finalizar una visita de trabajo e inspección en Argelia de diez días, tras recibir una invitación del ejecutivo de Abdelmadjid Tebboune.
El diplomático togolés concedió esta entrevista a EL ESPAÑOL en el epílogo de su viaje en Argel, tras hacer públicas las primeras conclusiones que plasmará en un informe al Consejo de Derechos Humanos en junio de 2024. Entre sus recomendaciones al gobierno argelino incluye el perdón para los detenidos de opinión. El diplomático y jurista estima que los manifestantes del Hirak —movimiento popular de protestas que reivindica la democracia— mostraron un espíritu cívico.
Asimismo, considera que el gobierno argelino debe suavizar las estrictas restricciones a las reuniones y asociaciones para armonizar las leyes y las prácticas con la Constitución y el derecho internacional de los derechos humanos. Voule reconoció que Argelia tiene desafíos y una oportunidad para romper con su pasado sombrío.
Y estima, como parte de la lista de deberes, que las autoridades deben abordar el clima de miedo causado por una serie de acusaciones penales contra individuos, asociaciones, sindicatos y partidos políticos en virtud de leyes demasiado restrictivas. El experto de las Naciones Unidas se refirió también a la legislación antiterrorista contraria a las obligaciones internacionales de derechos humanos de Argelia.
Ha pasado diez días en Argelia, donde se ha reunido con personas de la sociedad civil y con representantes de instituciones administrativas. ¿Cómo está la salud de la libertad de reunión y de asociación en este país magrebí?
La libertad de reunión pacífica y de asociación está regida, de momento, por un cierto número de leyes que son, en mi opinión, restrictivas comparadas con la nueva Constitución. Actualmente, muchas personas de la sociedad civil deben comparecer ante los tribunales a causa de estas leyes. Los cargos han sido elaborados basándose en estas leyes. Y esto ha creado una brecha entre la Constitución y la aplicación de la ley.
Por ejemplo, si nos atenemos al Hirak, cuando millones de argelinos salieron a la calle y se expresaron sin violencia; en mi opinión de jurista, estas leyes no son pertinentes ni acordes a lo que vimos en esas manifestaciones.
Por lo tanto, creo que Argelia tiene un desafío: adoptar y votar leyes acordes con la Constitución, que garanticen el derecho a manifestarse informando a las fuerzas del orden.
¿Se va de Argelia satisfecho de las reuniones que ha mantenido?
Sí, me he podido encontrar con todas las personas con quienes tenía cita. Además, me reuní con aquellas que solicitaron verme.
¿No se ha topado con ninguna dificultad?
Verdaderamente no, no he tenido problemas. Circulé libremente, fui donde quise ir y he mantenido las conversaciones que quería sin ninguna restricción. No obstante, había un clima de miedo por parte de algunos representantes de ONG. Son argelinos y no se sentían muy seguros de hablar conmigo. Se lo he transmitido a las autoridades.
¿Tienen miedo de qué exactamente?
Miedo de ser acusados de socavar la unidad nacional. Estoy hablando aquí del artículo 87 bis relativo al terrorismo. Por mi parte, llamé otra vez a estos representantes diciéndoles que es el gobierno quien me invitó y que pueden hablarme con total libertad. Las personas con quienes me reuní no pueden ser acosadas ni perseguidas por los tribunales y no sufrirán represalias. Es la primera cosa en que me he puesto de acuerdo con el gobierno. Este punto es parte del protocolo.
Uno de los objetivos de su visita era evaluar la capacidad de las organizaciones de la sociedad civil para funcionar libremente. ¿Considera que los sindicatos y los partidos políticos funcionan de manera libre en Argelia? ¿Cómo fue el diálogo con ellos?
Cuando hablamos de partidos políticos en la oposición o de coalición, es decir, los que están con el gobierno, trabajan. Sin embargo, otros partidos políticos son suspendidos, y sus representantes no quieren verme por miedo. Y los que se reunieron conmigo mencionaron la falta de espacio político para ellos. En mi visita, he planteado preocupaciones sobre el ejercicio de la actividad política y de asociación.
En materia jurídica, muchas ONG acusaron el gobierno argelino de votar leyes liberticidas. Como jurista, ¿qué observaciones tiene sobre las leyes relativas a la libertad de reunión y de asociación?
¿Liberticidas? Depende del concepto que usemos. Para mí, las leyes son restrictivas de la libertad. Mencioné el artículo 87 bis, por el cual te pueden condenar por todo.
¿Qué dicen las autoridades al respecto?
Las autoridades lo justifican. Para ellas, esta ley entra en el registro de la lucha antiterrorista.
Sin embargo, para usted, ¿es una excusa para restringir las libertades?
Sí. En esta cuestión estoy en desacuerdo. Propuse ver este artículo otra vez. Aunque el concepto de terrorismo y su definición no están tan claros, pienso que hay que precisar. Cuando la definición es vaga, abre la puerta a una criminalización de toda acción.
¿Qué hay de la representación femenina en el seno de las instituciones?
Las mujeres no están muy representadas en las instituciones. Me di cuenta de este punto y lo mencioné. La tasa ha bajado un 8%. Los partidos políticos y el gobierno deben trabajar juntos para crear iniciativas. Algunos me dijeron que no pueden obligar a la gente a votar a las mujeres. De acuerdo, pero podemos imponer medidas.
El mayor problema radica en el seno de la sociedad. Algunas mujeres rechazan poner sus fotos a causa del islam. Por eso, el gobierno trabaja aún para que las mujeres estén en las primeras filas. Hay muchas medidas que están previstas. Insisto otra vez sobre el papel de los partidos políticos.
En cuanto a la libertad de expresión y de prensa, ¿existen en Argelia medios de comunicación que ejerzan la profesión libremente?
En mis reuniones incidí en que haya un clima para la libertad de prensa. Una prensa libre significa que sí aceptamos las críticas. Es importante también que despenalicemos los delitos de prensa. En un país democrático, es normal y aceptable que los periodistas llaman al buen funcionamiento de las instituciones. ¿Es que esto es violación a la seguridad del Estado?
Durante su estancia en el país, Amnistía Internacional lanzó un llamamiento al gobierno argelino para que deje de reprimir los derechos y para que libere inmediatamente a los periodistas encarcelados. ¿Qué le parece?
En todas mis conversaciones siempre vuelvo al punto de la elaboración de las leyes. Para mí es muy difícil hablar de un clima de libertades cuando tenemos leyes que lo frenan. Hay que crear un clima de libertades.
Por otra parte, ¿sintió voluntad e iniciativa de la sociedad civil? Porque la sociedad civil también tiene una responsabilidad.
La sociedad civil es desconfiada. No sé si es simplemente miedo o cierto retraimiento, la verdad. Por ejemplo, he aterrizado aquí y no he encontrado un grupo de periodistas que corran detrás de mí. Solo me reuní con algunos. Ahora, ¿por qué la gente no es emprendedora o muy activa, por miedo o por otra cosa? La verdad es que no puedo justificarlo en diez días, pero puedo decir que el miedo está muy presente. Con todos los procesos judiciales, la gente pregunta si puede hacer esto o no porque no sabe exactamente lo que va a pasar después de una afirmación o de un comportamiento.
Tiene orígenes africanos y trabaja en el continente. ¿Cuál es la situación de los derechos humanos en África en general y en el Magreb en particular?
Con mi mandato estoy en la obligación de confirmar lo que digo. Por lo tanto, lo que puedo afirmar es que estamos en una época donde los derechos humanos y la democracia experimentan un gran retroceso.
¿A causa de la crisis sanitaria de la COVID-19 y la guerra en Ucrania?
Sí, estamos asistiendo a la emergencia de un autoritarismo en algunos países a causa de la crisis económica. Hemos cedido muchos derechos, incluso los derechos de las mujeres, que se vieron entre las manos de algunos grupos islamistas radicales.
A causa de las desigualdades ante la emergencia de la crisis económica, algunos gobiernos tienen como respuesta la represión, en lugar de intentar encontrar soluciones a los problemas. Ahora pasa lo mismo en África con los golpes de estado. La autoridad central no tiene a veces esta legitimidad para responder seriamente y de manera concreta a las reivindicaciones de la sociedad.
Debemos trabajar en la regresión de la democracia que vivimos hoy. La democracia no es un lujo, sino una manera de gobernar dando un lugar a los ciudadanos para que puedan participar. Y no es una importación de cualquier país. Ningún país es modelo de democracia. Es una forma de gobernar.