La Organización Mundial de la Salud indica que África subsahariana tiene la mayor tasa de mortalidad en menores de 5 años a nivel mundial, con 76,5 muertes por cada 1.000 nacimientos vivos. Una realidad a la que se enfrentan millones de personas cada día, y que en algunos países resulta tan desconocida que parece que nunca sucede.
Resulta muy difícil acercar la vida de las personas que no cuentan con acceso a la electricidad o al agua potable a aquellas donde sí se benefician de diversos privilegios. Aun así, hay personas que luchan por esta concienciación y organizaciones que visibilizan las condiciones de vida a la que se enfrentan las personas que viven en estos países africanos, como Marta Marañón, directora general de Fundación Recover, Hospitales Para África.
Una Fundación que hace visibles los problemas de países invisibles, y que tiene como objetivo facilitar el acceso a una salud de calidad y con futuro para todas las personas en África.
¿Cuáles son los objetivos de Fundación Recover?
La Fundación Recover es una organización laica e independiente que hace cooperación sanitaria en África, sobre todo en países de África subsahariana desde el 2007, por lo que tenemos ya una trayectoria de más de 16 años.
Nuestra misión es que la población más desfavorecida de África, aquellas personas que tienen menos recursos o que viven en zonas rurales, puedan acceder a un servicio de salud digno y de calidad.
Lo hacemos a través de tres grandes ejes de trabajo: el primero sería apoyar y fortalecer centros de salud de atención primaria que presentan una situación de precariedad. De esta manera, apoyamos las mejoras de infraestructuras de agua, energía eléctrica y conectividad, mejora de los equipamientos, especialmente de los quirófanos, los laboratorios, las salas de parto o las unidades de pediatría.
Por otra parte, hacemos campañas de sensibilización con la población, sobre la desnutrición infantil, salud materna infantil, la salud mental comunitaria o la prevención de riesgos cardiovasculares, así como también realizamos pequeñas cirugías a aquellos que lo necesiten.
También contamos con un programa de telemedicina para apoyar con el diagnóstico precoz. Muchos de los centros de salud son tan precarios que cuentan con muy pocos cuadros médicos. A veces, va solo un médico una vez a la semana o solo hay uno en todo el centro de salud, con lo cual los enfermeros y técnicos se enfrentan a muchos casos que no saben diagnosticar. Esos casos los suben a la plataforma de telemedicina y desde España se les da un apoyo para el diagnóstico y tratamiento. Además, se puede hacer en cualquier idioma.
Nuestro tercer eje consiste en atender a aquellos pacientes que no pueden ser intervenidos en sus países por falta de medios. Tenemos en España una red de hospitales aliados, como Quirónsalud, y cuando encontramos pacientes que no pueden ser tratados en sus países, el centro de salud se pone en contacto con nosotros y nos lo deriva para que nosotros podamos actuar. Se les da un acompañamiento durante su estancia a través de voluntarios o residencias de acogida y, después de ser operados, regresan a sus países de origen.
Como persona que conoce de primera mano la situación en estos países, ¿cómo son, realmente, los sistemas de salud?
La salud en África es muy muy muy precaria. Estamos hablando de países —aquellos en donde interviene Fundación Recover— que son muy pobres. Según el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Camerún está en el puesto 151 de 191; Costa de Marfil, en el 159; y Benín, en el 166. España está en el puesto número 25.
Un salario mínimo está en torno a menos de 70 euros en Camerún, cuando en España es de 1.000. Estamos hablando de países donde la esperanza de vida no llega a los 60 años, frente a los 83 años de España.
La mortalidad infantil, si España es de 2,6 por cada 1.000 nacidos vivos, en Costa de Marfil es de más de 100 y la mortalidad materna, si en España es de 13, en un país como Camerún es casi 600 o en Costa de Marfil, 645, cada 100.000 nacidos vivos.
En el caso de enfermeras y matronas, por cada 10.000 habitantes, si en España contamos con 63, en Camerún hay menos de 2. Es un tema de escasez de personal y poca cualificación. Además, las infraestructuras son muy deficitarias y los equipamientos son escasos o/y se encuentran en mal estado.
¿Cómo son estos centros de salud?
Uno no se puede imaginar cómo es la situación de precariedad que atraviesan los centros de salud con los que trabajamos. La electricidad se cae frecuentemente. Imaginémonos si se cae la electricidad en un centro de salud, lo que sucede con un niño prematuro que está en la incubadora, una nevera que tiene un banco de sangre, o el deterioro de las vacunas si rompe la cadena del frío, etc.
Cuando ves los equipamientos, se te cae el alma a los pies con estado en el que se encuentran: las bombonas de oxígeno, los quirófanos, las camas de parto, los laboratorios… son muy precarios. Incluso, a veces, cuando estamos en zonas rurales, casi no se les puede llamar centros de salud, pues en realidad son dispensarios.
Muchos de los hospitales no cuentan con ordenadores. Toda la gestión se hace de forma manual. Un paciente no tiene su historial médico informatizado para hacer el seguimiento, la contabilidad de la caja, la gestión de la farmacia… es todo manual.
Además, los hospitales públicos en estos países en los que trabajamos en África central y occidental, son de pago y son muy costosos para la población más vulnerable. Por ese motivo, nosotros intentamos apoyar a centros de salud que tienen un fin social, es decir, aunque cobren algo —porque si no, no se podrían gestionar — que cobren lo mínimo y que su finalidad sea atender lo mejor posible.
Generalmente, son centros de salud que gestionan órdenes o congregaciones religiosas misioneras. Nosotros somos laicos, pero apoyamos este tipo de centros privados porque ofrecen un servicio de calidad a mucho menor coste que los hospitales públicos.
Fundación Recover ha lanzado un nuevo programa para tratar la desnutrición infantil, ¿en qué consiste?
El objetivo del programa de Nutri-M se basa en prevenir y evitar la desnutrición infantil, y se divide en cuatro fases. La primera es tomar los parámetros de los niños y niñas que están en el entorno del centro de salud, la talla y el peso y se introducen los datos en un programa informático. Si el personal no tiene medios, se les da una tablet o dispositivo para que lo puedan hacer.
Es un proyecto muy innovador desde el punto de vista social, porque utiliza la tecnología. Enviamos SMS a través a través de la telefonía móvil, porque en África, a pesar de lo que uno pudiera pensar, está muy extendido el uso del teléfono móvil. No son teléfonos inteligentes, pero casi todas las familias tienen uno, aunque en algunas comunidades, sobre todo musulmanas, las mujeres no disponen aún de teléfonos.
A través de estos SMS mandamos mensajes a los familiares de los niños donde les recordamos —en función la situación nutricional que tengan esos niños y niñas—cuando les tocan sus revisiones periódicas. Esto lo hacemos, puesto que allí no tienen tanta costumbre de acudir al centro de salud, excepto cuando el niño está gravísimo. A veces incluso llegan demasiado tarde y los niños se mueren a los dos días de ingresar en el centro.
También enviamos recetas culinarias para que aprendan a tener una dieta equilibrada con los alimentos que tengan a su alcance en el entorno. En función de donde vivan, tienen distintos cereales o tubérculos que son la base de su alimentación los cuales deben enriquecer con proteínas y otros tipos de alimentos para tener una dieta equilibrada y variada.
De la misma manera, se les enseña hábitos de higiene y hábitos de vida saludables, a los niños y niñas se les dan suplementos de vitaminas, medicamentos, leche hipercalórica y alimentos que se preparan localmente. Por último, en el caso de aquellos niños y niñas que estén en situación de desnutrición muy grave, se les hospitaliza y Recover ayuda en el proceso.
Digamos que ustedes les recuerdan cosas que para nosotros, en España y en otros países, son normales: ir al médico, comer saludable, tener una dieta equilibrada, tomar vitaminas… porque ellos no son conscientes.
Totalmente. Aquí en España, tú das por hecho que tienes que llevar a revisión a tu hijo, no concibes no hacerlo. Allí hay muy poca confianza en los centros de salud y además, como los hospitales públicos son de pago, pues salvo que el niño esté enfermo, no le llevan.
E incluso, cuando el niño está enfermo, a veces sienten tanta vergüenza de tener un hijo o una hija con desnutrición que no se atreven a ir al centro de salud. Ves a madres obesas, que es la otra cara de la malnutrición, pero que tienen a un hijo desnutrido, y no se atreven a reconocerlo que porque no lo conciben.
¿Prefieren comer ellos, antes que darles de comer a sus hijos?
No, simplemente se alimentan mal. Sí que es cierto que Camerún es un país muy muy machista y el hombre siempre va a comer antes que la mujer y probablemente un niño coma antes que una niña.
El problema es que también las madres están mal nutridas. Quizás no están desnutridas, pero sí mal nutridas. En vez de reconocer que el hijo tiene un problema y acudir inmediatamente a un centro de salud, les da vergüenza que socialmente se vea que no han sido capaces de nutrir bien a sus hijos.
Si ellos no siguiesen los consejos de Fundación Recover, ¿a base de qué se alimentarían?
Ellos utilizan sobre todo muchos hidratos de carbono, tubérculos, harina, maíz… pero muy poca proteína, les falta proteína de origen animal, tanto pescado como carne. Por ese motivo hay muchísima anemia tanto en mujeres como en niños y niñas.
Camerún es un país riquísimo en materias primas. Allí hay de todo, lo que sucede es que las personas que preparan la comida no saben cómo equilibrar la dieta para que sea efectiva. No es un problema de falta de alimentos, te puedes encontrar con países ricos en materia primas alimentarias, pero en los que, a pesar de eso, hay desnutrición. En Camerún, más del 30% de los niños y niñas sufre desnutrición.
Como persona que conoce de primera mano esta situación en países africanos, ¿cree que hay alguna manera de que cambie?
Sí. La ayuda internacional es importante y tenemos que hacerla. Considero que el verdadero cambio ha de venir de los propios gobiernos. La manera de abordar la desnutrición es, sobre todo, con enfoque multi-actor, es decir, desde la Administración, pero implicando también a la sociedad civil y el sector privado o las empresas.
La desnutrición debe abordarse también con un enfoque multisectorial. Es decir, no se trata solamente de un tema de salud, sino que también es un tema de agua y saneamiento. Si el agua está contaminada, no hay condiciones de higiene o no hay agua potable, también afecta al estado de desnutrición.
También se trata de un tema cultural, de educación o psicosocial. Ellos tienen algunos tabús culturales, una serie clichés, como por ejemplo que la mujer no debe tomar huevo si tiene la menstruación… Siempre debemos respetar sus culturas y tradiciones, pero cuando afectan a la salud, hay que intentar explicarles científicamente que eso no es lo idóneo.
Me ha hablado antes de que con la Fundación ayudan a prevenir el cáncer de cuello de útero en muchas mujeres, ¿cómo se tratan las enfermedades como el cáncer en los países africanos?
Como hay pocos medios y la mayoría de la población tiene muy pocos recursos, no se pueden permitir el tratamiento. Lo mejor es enfocarse en la prevención. El cáncer de cuello de útero es prevenible en un 80% de los casos en cualquier parte del mundo, con revisiones ginecológicas, citologías y con la vacuna del papiloma humano.
¿Por qué los 300.000 casos de muerte que hay en el mundo por cáncer de cuello de útero son en su mayoría en países menos desarrollados? Porque no hay prevención. Si la hubiera, descendería enormemente el número de casos.
Porque allí, las vacunas nada, ¿no?
Vacunas, las básicas. La del papiloma humano no está muy extendida, hay que ir a un centro de salud para que te la pongan. En este caso tienes que hablar con las mujeres y explicarles por qué es importante vacunarse así como que sus hijas deben hacerlo a una determinada edad para prevenirlo.
¿Qué es lo que le falta a los medios de comunicación o a la propia ciudadanía para concienciarse acerca de las ayudas que necesitan en estos países?
Hay saturación de información en los medios, hay muchas crisis olvidadas y también hay países olvidados, que no son prioritarios para la cooperación oficial española. No son estratégicos ni desde el punto de vista comercial, ni de punto de vista cultural, histórico o lingüístico.
Para España, la cooperación siempre estaba en América Latina, en el norte de África, en Sahel, para frenar un poco la inmigración y en el Cuerno de África, la ayuda al desarrollo no prioriza países como Camerún, Costa de Marfil o Benín.
Es muy difícil acercar la realidad de estos países a España porque no tenemos ese vínculo. Yo lo que intento hacer es comparar datos, con una información muy objetiva. Sugiero mencionar el número de médicos por habitantes y tasas de mortalidad, poniendo a España de referencia, para que la gente tome conciencia de los retos sanitarios que afrontan estos países.
A mí me gusta dar la información objetiva y no sensacionalista ni lacrimosa. Hay cierta fatiga de la parte lacrimosa, pero si uno se centra en la realidad tal cual es, se informa mejor y si se sensibiliza mejor.
En el caso de ciudadanía española, yo creo que es muy solidaria con las emergencias —como sucedió con la guerra de Ucrania en los primeros meses— , pero, sin embargo, a diferencia de los países anglosajones o de otros países nórdicos, a los ciudadanos españoles les cuesta más comprometerse con causas o con organizaciones sin ánimo de lucro de una manera recurrente. En los países anglosajones, el 70-80% de la población, está comprometido con alguna ONG. Las organizaciones no podemos ayudar si a nosotros no nos ayudan de manera sistemática.
¿Nosotros, como ciudadanos, considera que hay algo que tengamos que aprender de ellos como país y como comunidad?
Mucho. Ellos se quejan muy poco; se contentan con poco; no tienen necesidades superfluas. Sienten mucha gratitud, pero son personas que tienen mucha dignidad. Aunque tengan gratitud, no se van a arrodillar para pedir.
La mujer africana está muy empoderada. Es el motor de la sociedad, no es nada sumisa, es una mujer fuerte. Aunque, en muchas ocasiones, continúen en una situación de dependencia económica del marido en una sociedad machista, por lo general, están muy empoderadas.
Otra cosa que me sorprende es la paciencia que tienen la gente. Aquí estamos acostumbrados a conseguirlo todo de manera inmediata, sin embargo, allí se tiene mucha paciencia con todo. Esperan para todo. Todo tarda, pero no se quejan. Ellos conviven con la paciencia y la paciencia es una virtud.
¿Cree que todo el mundo necesita ir a estos países una vez en su vida para concienciarse acerca de la vida allí?
No todo el mundo. Hay personas que no están preparadas para ir y hay que respetarlo. Hay muchas personas que pueden empatizar sin tener que ir, dado que a lo mejor no resistirían bien la situación. Lo que no cabe duda es que cuando vas y ves, escuchas y hueles la pobreza —porque la pobreza también se huele—, tienes más capacidad de empatizar con la situación que atraviesan millones de personas en el mundo.
¿Podemos decir que le cambia la vida?
Te cambia radicalmente y sirve para valorar todo lo que tenemos.