John Gray (Reino Unido, 1948) se autodefine como "escéptico con respecto a las agendas verdes convencionales", pero fiel defensor de la veracidad del cambio climático. Su aceleración, dice, es plausible y la adaptación es "la única salida a este embrollo". Y no lo dice ahora, sino que lleva más de dos décadas alertando de la necesidad de repensar nuestra relación con el planeta.
Una relación que, dice este filósofo británico, va más allá de lo ecológico. Gray es uno de los pensadores contemporáneos más relevantes de su Gran Bretaña natal. Siempre a la contra, siempre con un “pero” en la boca, este profesor de Ciencias Políticas en Oxford y Pensamiento Europeo en la London School of Economics (LSE) es uno de los filósofos más leídos (e influyentes) de nuestro tiempo.
Gray atiende por teléfono a ENCLAVE ODS desde la ciudad en la que disfruta de su jubilación: Bath. Allí engendró su último libro, The New Leviathans (en español, Los nuevos leviatanes), que aún no dispone de traducción a nuestro idioma. Y allí, también, revisiona su reedición de Perro de Paja (Sexto Piso, 2023), publicado originalmente en 2002.
Más de dos décadas atrás ya reflexionaba sobre la relación de los humanos con otros animales. Ahora, confiesa, "lo que importa es la estructura material del clima del planeta, de la red, de Gaia, que seguirá haciendo lo que hace, independientemente de lo que piensen los seres humanos, a menos que cambien realmente su impacto material en el planeta retirándose de manera sostenible". Esa, asegura, es la clave de la vida, y de la lucha climática.
Hace 21 años, escribió que el planeta no necesita ser salvado. ¿Cree que al fin lo hemos entendido? Especialmente quienes toman decisiones.
No, creo que hay muchas cosas que no entienden. Pero también hay muchas otras que los activistas no entienden. No soy ni he sido nunca un escéptico climático. El cambio climático es absolutamente real, y está causado por la humanidad.
Pero el hecho de que los seres humanos lo hayamos causado, que hayamos desencadenado este episodio particular de cambio climático, no significa que podamos detenerlo.
¿Por qué cree eso?
Porque una vez que está en la estructura material del planeta, una vez que se involucra en los diversos sistemas planetarios, se quedará ahí durante décadas, generaciones o siglos.
¿No podemos frenarlo, pues?
La idea de que se pueda detener, desinvirtiendo repentinamente en combustibles fósiles, que es lo que el movimiento ecologista convencional suele pedir, es una completa ilusión. El planeta se reequilibrará. Sigo pensando eso.
"El planeta seguirá"
Gray asegura que la clave está en la teoría de Gaia, acuñada por el meteorólogo y ambientalista James Lovelock. "Gran amigo" y "maestro" del filósofo que falleció recientemente a los 103 años. Él dijo que "el planeta se reequilibraría independientemente del bienestar humano".
Por supuesto, dice Gray, "sería muy desafortunado no solo para los seres humanos, sino también para otros animales, para el resto de la biosfera, si ese reequilibrio implicara un período de profundo sobrecalentamiento global". Sin embargo, añade, "el planeta seguirá adelante, pase lo que pase". Ha resistido extinciones del pasado mucho mayores y desafíos más acuciantes que la especie humana, por así decirlo.
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Si el cambio climático es inevitable, si no podemos luchar contra él, ¿qué nos queda?
La tarea de los seres humanos es adaptarse y ajustarse, no tratar de gobernar o dominar el planeta, ni imponer su propia voluntad, sino para adaptarse y ajustarse a lo que está sucediendo. Y eso implica reducir las emisiones de carbono.
Pero la clave será adaptarse a lo que va a suceder de todos modos. Y al igual que Lovelock, creo que eso no implica solo la transición a energías renovables, sino apostar por la tecnología, incluida la energía nuclear y otros tipos de energía de alta tecnología.
¿Y las renovables no son esenciales en esto?
Las energías renovables son una especie de derivado de los combustibles fósiles, porque hay una enorme cantidad de minería que se destina a las baterías y a las diversas materias primas. También tienen mucho de lucha geopolítica.
¿Una lucha geopolítica?
Muchas de esas materias primas están en África, donde se está librando una guerra neocolonial entre los países occidentales y China por el control de esos metales, que China ha ganado en gran medida, y sin ninguna acción militar. La agenda verde convencional es realmente inviable.
¿En qué sentido es inviable?
Era inviable desde el principio porque no teníamos las tecnologías para hacer que funcionase y no teníamos las materias primas. No íbamos a conseguirlas. Sin embargo, los países occidentales asumieron compromisos de cero emisiones netas antes de que las tecnologías estuvieran listas y sin consultar realmente a la población sobre los costes, especialmente a la gente.
¿A la población, a la gente, le importan estas cuestiones?
Recuerda que la población sí reacciona. Los chalecos amarillos en Francia surgieron originalmente como un movimiento de protesta contra el aumento de los precios de la gasolina, ¿no? Se radicaliza a la población y, a menudo, la extrema derecha canaliza el enfado y lo convierte en un arma, como ya ha hecho en muchos países. Eso volverá a suceder.
Gray asegura que "se obtienen resultados realmente absurdos de esta situación". Y pone el foco en la invasión rusa de Ucrania: "Los mercados energéticos occidentales se vieron muy afectados y nos encontramos con situaciones absolutamente absurdas, como sucedió en Alemania".
[Lützerath, el pueblo alemán símbolo de la resistencia al carbón en Europa, desaparece por una mina]
¿A qué situación se refiere?
Pues que tras acabar con su energía nuclear y empezar a depender de las energías renovables, han tenido que reabrir sus minas de carbón, del tipo más contaminante. Es decir, con la guerra en Ucrania han regresado al carbón y ha sido inevitable.
Y su resultado es pésimo; si se compara con la energía nuclear, que apenas es intensiva en carbono, es terrible. Esa situación lo único que hace, en todo caso, es acelerar el cambio climático.
¿No cree que seamos capaces de crear un mundo sin emisiones netas de CO₂?
Toda la agenda de cero emisiones netas se está derrumbando en todo el mundo. Y desaparecerá y probablemente se olvide en unos tres o cuatro años porque el mundo pasará a una situación mucho peor.
El cero neto, incluso si pudieras lograr algunos de sus objetivos a corto plazo, es como usar una terapia psicológica contra el cáncer. El cambio climático es una amenaza muy muy grande. No es algo que podamos abordar con manifestaciones ni con las desinversiones en combustibles fósiles, etc.
Por cierto, otro factor, por supuesto, es que, incluso si pudiera producirse una desinversión repentina a gran escala, y China no va a hacerlo, ni Rusia, ni Venezuela, ni Irán, ni Nigeria… ninguno de esos países lo va a hacer. Pero imaginemos que ocurre, que Occidente lo impusiese, que tuviese esa capacidad —que no tiene—.
¿Qué pasaría entonces?
Todos estos regímenes se derrumbarían. Tendríamos un período de anarquía internacional sin precedentes porque sus ingresos, los ingresos estatales, simplemente desaparecerían de la noche a la mañana. Ese objetivo no se trata de otra cosa que de una gigantesca ilusión.
¿De qué deberíamos estar hablando?
En lo que realmente deberíamos pensar no es de desarrollo sostenible, sino de lo que Lovelock llamaba una retirada humana sostenible (Sustainable Retreat, en inglés).
¿Una retirada humana sostenible?
Exacto, deberíamos hablar de utilizar altas tecnologías, porque son las más eficaces. Y podría ser cualquier país, no necesariamente la especie humana, porque la humanidad no es un actor en sí mismo, no existe como tal. Pero dondequiera que haya una persona, deberíamos reducir nuestro impacto humano en toda la economía para convertirlo en un retroceso sostenible.
Es la estrategia más coherente, pero debo admitir que no tiene una aceptación generalizada. Tú cubres estos temas y estoy seguro de que coincidirás conmigo en que es una idea extraña para la mayoría de la gente.
Lo es, sin duda. ¿Encaja esta idea de la retirada sostenible con los Acuerdos de París? ¿Nos van a llevar a algún sitio?
Serán ignorados porque ya lo están siendo. Hay algunos países, europeos, entre los que se incluye Gran Bretaña, que teóricamente siguen adelante diciendo que van a conseguir las cero emisiones netas en 2050 o, incluso, en 2030. Algo que, por cierto, es completamente imposible. ¡Solo quedan siete años!
Se apuesta por la electrificación de los automóviles, pero en realidad la infraestructura no existe. Y el objetivo era pasar a los vehículos eléctricos antes de que existiera la infraestructura. Otro absurdo. Así que nada de eso sucederá. Y parece que vivimos un período de conflicto geopolítico; esperemos que se pueda evitar una guerra mundial.
¿Estaríamos a un paso de una guerra de esas características?
Creo que ni Estados Unidos ni China quieren una guerra mundial. Si Estados Unidos se retira de Taiwán, China lo tomará sin necesidad de una invasión; simplemente lo absorberá de alguna manera. Estados Unidos puede retirarse de sus diversos compromisos, excepto posiblemente de Oriente Medio. Aún no sabemos qué pasará allí.
Pero incluso si se evita una guerra mundial, cosa que creo que todavía es muy posible y probablemente ocurrirá, existe el riesgo. Incluso si eso ocurre, estaremos en una situación de mayor tensión geopolítica. Y si hay Estados que desconfían unos de otros, si hay grandes partes del mundo en guerra, entonces esta idea de que los objetivos globales se logran mediante una especie de régimen cooperativo entre los diferentes
Presupone que habrá paz, básicamente, y cooperación. Y eso ya se ha detenido. Dudo que se dé cooperación o paz en la próxima década.
El fin del Antropoceno
El Antropoceno, dice Gray, "había terminado antes de que se anunciara que iba a suceder". Es decir, antes de que se popularizase como era geológica.
[Aprender a vivir en el Antropoceno: "El mundo para el que los humanos nos adaptamos ya no existe"]
Pero ¿qué es —o, para Gray, ha sido— el Antropoceno? Sería, dice el filósfoco, "el momento en el que la posición del animal humano en el planeta se hizo cuestionable". Eso, alerta, "ya ha acabado". Estaría, asegura, en el pasado.
¿Qué toca ahora?
En lo que deberíamos pensar ahora es en adaptarnos, ajustarnos, retirarnos de manera sostenible para preservar la biosfera. O lo que queda de ella. Y tal vez reparar parte de ella, permitir que parte de ella se repare a sí misma, y también para preservar lo que se puede preservar de la civilización humana, que es importante. Eso es lo que realmente importa. Así que deberíamos pensar en el futuro, en 10 o 20 años, y no obsesionarnos con lo inmediato, con desinvertir de golpe, con hacer esto o aquello.
Siempre, dice Gray, cuando hablamos de emergencia climática o de cualquier otro asunto y utilizamos el pronombre nosotros —como ocurre en estas mismas líneas—, debemos preguntarnos quién es el nosotros. "¿Incluye al señor Putin? ¿Y Hamás? ¿Y al señor Xi Jinping? ¿Incluiría a Trump?", se pregunta el filósofo británico. Y responde: "Evidentemente, no".