Entramos en un pequeño local de la localidad sevillana de Lebrija, esa tierra que tantos grandes artistas del flamenco ha dado. La labor que nos ocupa hoy no es, sin embargo, el cante jondo. Ahí nos esperan Raúl Sánchez y Loli Leal para contarnos su historia. Estamos en ‘Lágrimas de Nebrija’, uno de los locales más raros y quizás más especiales de este pueblo de casi 28.000 habitantes.
Se trata de una bombonería, concretamente una que hace bombones de higos. Al adentrarnos, el olor amargo, ácido y terroso del chocolate y el olor fresco y aromático del higo se entremezclan para impregnar todo el ambiente y crear una fragancia única y cautivadora.
La historia de cómo nació este negocio es única, una rareza entre mil. “Me llamaban loco”, rememora Sánchez, agricultor de profesión y uno de esos soñadores audaces que tan poco abundan por el mundo. Su mente es extremadamente inquieta y rebelde. En muchas ocasiones, desafía incluso a las normas de la lógica común.
Todo comenzó en 2019. Durante una visita a unos amigos de Loli en Badajoz, la chispa de la innovación se encendió en su mente al caminar entre campos de higueras. Fue entonces cuando decidió llevar consigo ese fruto a Lebrija, su tierra natal.
De vuelta a casa, plantó 5.200 higueras en cuatro hectáreas en las fértiles tierras del bajo Guadalquivir con la ambición de ofrecer un producto nuevo en la región. Al año siguiente, cuando el fruto brotó de la planta, Sánchez, agricultor de profesión, se encontró con la disyuntiva de cómo aprovechar mejor esa abundante cosecha. A pesar de contemplar inicialmente la opción de venderla, rápidamente surgió la idea de crear algo especial y único.
Desafiando las expectativas convencionales, Sánchez y Leal decidieron tomar un camino inesperado con su cosecha: optaron por fusionar la dulzura natural de los higos con el tentador mundo del chocolate. “Los habíamos plantado para venderlos, pero en el camino empezamos a bañarlos en chocolate, a hacer pruebas y acabamos enganchándonos”, cuentan.
Sin embargo, ambos recuerdan que el camino no fue sencillo. La creación de este nuevo producto no fue fruto de un día. No surgió de la noche a la mañana. Hubo días marcados por la frustración, momentos donde el deseo de abandonar se hizo presente. Fue un proceso marcado por un constante ensayo y error. “Hemos tenido que tirar muchas cosas, no teníamos ni idea del chocolate”, rememora Leal.
Y de repente, ¡eureka! Descubrieron la fórmula ideal. Unieron el asombroso dulzor natural del higo, una característica que Sánchez atribuye a la peculiaridad de la tierra arcillosa de la región, con la sutil nota de amargor característica del chocolate belga. De esta unión surgieron las ‘Lágrimas de Nebrija’ —en honor a Antonio Nebrija, uno de los humanistas españoles más notorios y lebrijano célebre—, unos higos secos rellenos y bañados de chocolate.
Ante este descubrimiento y viendo que el invento había gustado y mucho, este matrimonio emprendedor se aventuró en la creación de una bombonería en la localidad sevillana, utilizando sus propias higueras como materia prima principal. Para ello, acondicionaron una vieja cochera y la equiparon con maquinaria para la elaboración de chocolate.
La artesanía, clave del éxito
A pesar de ser novatos en el mundo del chocolate, su enfoque tradicional y artesanal ha sido fundamental para su éxito. Leal, responsable de la elaboración de las ‘lágrimas’, detalla que todo el proceso comienza con el escaldado de los higos a 80 grados. Posteriormente, los deja secar y realiza una selección minuciosa antes de rellenarlos y sumergirlos en chocolate. Según explica, gracias al dulzor natural de la fruta, no es necesario añadir azúcares extra.
En la actualidad, tras innumerables pruebas, ofrecen cuatro variantes de las ‘Lágrimas de Nebrija’: chocolate negro, chocolate blanco, chocolate con caramelo y chocolate con leche. Con el tiempo, han ampliado su catálogo con otros productos como el pan de higo, la mermelada de higo o el turrón de higos.
Recientemente, tras un largo proceso de aprendizaje autodidacta, también han creado numerosos tipos de bombones que han llegado a surtir junto a las ‘lágrimas’ al buque Juan Carlos I de la Armada Española. "Gustaron mucho", enfatiza Sánchez con orgullo. Asimismo, han diseñado varios elaborados modelos de pasos para la Semana Santa hispalense, así como nazarenos y capirotes de nazarenos elaborados con chocolate y rellenos de frutos secos.
Según relata Sánchez, el componente artesanal es fundamental en este proceso y es algo innegociable en el desarrollo futuro de la empresa. “Nuestra meta no es producir grandes cantidades, sino asegurar siempre la calidad”, afirma. Esta premisa es también lo que a menudo buscan sus clientes. “Muchos nos dicen que da igual la imperfección del color, que eso le da más gracia al producto”, cuenta.
Y si bien el negocio aún no es el sustento principal de la familia, representa una de las grandes ilusiones del matrimonio. Sin embargo, en ocasiones, este emprendimiento también resulta un gran desafío. Leal, con su gracia andaluza, nos dice con humor que otras veces se convierte también en “un calvario”.