Hay que estar atentos a los libros que propone la editorial De Conatus. Son pocos al año, pero de enorme calidad e interés. Ambas editoras tienen muy buen ojo. Autor por el que apuestan, autor que es premiado. La última alegría, el reciente Nobel de Literatura es un autor suyo, Jon Fosse.
[El escritor noruego Jon Fosse gana el Premio Nobel de Literatura 2023]
Editoras hay muchas, pero fundadoras de una editorial menos. Silvia Bardelás (Vigo, 1967) y Beatriz González (Vigo, 1967) rondaban los 50 cuando se propusieron crear una editorial comprometida con la Literatura (con mayúscula), De Conatus.
Para Spinoza, el conatus es “aquello a lo que tú tiendes, lo que tienes que desarrollar para ser feliz, para, de alguna manera, llegar a ser tu misma. También, los personajes de las novelas luchan por ser ellos mismos frente a la sociedad”, explica Bardelás, también escritora, filósofa y políglota.
De Conatus tiene criterio propio, ajeno a tendencias y modas. Incluso su portada blanca va en contra de los criterios de marketing. “Nos dijeron que no era lo ideal para llamar la atención en una librería. Y nosotros pensábamos todo lo contrario. Las librerías ya están inundadas de libros de colores”, cuenta González, que ejerce más las funciones de empresaria.
Amigas de la infancia, se complementan y hablan sin pisarse. Ambas son grandes lectoras y conversadoras.
Su catálogo tiene voces personalísimas. Jon Fosse, premio Nobel. Percival Everett, premio Pen y finalista del Booker. Joshua Cohen, Pulitzer. Kim de l’Horizon, Premio Nacional de Alemania. Dicen, de Susana Sánchez Arins, Premio al Mejor Libro del Año del gremio de libreros de Madrid. Suma y sigue… Lo cierra, a modo de declaración de intenciones, esta cita de Wittgenstein: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”.
Ustedes descubren autores con una voz potente y original, ¡qué difícil!
Silvia Bardelás: Sí. Sobre todo, cuando empezamos. Tenías que descubrir a alguien que no fuera famoso pero que fuera muy bueno. Los famosos ya están editados. Hemos tenido la suerte de encontrar autores que, con el tiempo, han ganado premios y se han convertido en escritores reconocidos internacionalmente.
Que gane un autor suyo el Nobel es parecido a que le toque la lotería. ¿Cómo lo festejaron?
B.G.: Prácticamente no pudimos. Fue tan abrumador el trabajo que se nos vino encima que aún no hemos tenido ese momento de relajación, de decir: venga, abre la botella de una vez.
Jon Fosse estaba en las listas de favoritos al Nobel, pero era improbable por ser blanco, europeo y hombre. ¿Creen que hay más censura ahora?
S.B.: No es tanto censura como moda. El que escriba algo potente y experimental que no esté en la línea de la moda lo tiene muy difícil en el sistema literario.
¿Eso no ha pasado siempre?
S.B.: No tanto. En este mundo globalizado las conversaciones están muy elegidas y muy pensadas. Romperlas es difícil.
Un católico en un país protestante, ¿quién es Jon Fosse?
S.B.: Lo primero, es un artista. Por eso escribe bien. El catolicismo para él vino como una revelación de algo que necesitaba. Creo que es la idea de la comunión entre las personas. Una constante en su obra es la dificultad de relación con los demás.
En su Septología hay un juego de espejos entre lo que el protagonista podría haber sido y finalmente ha sido, ¿puede influir en ello el libre albedrío?
S.B.: En realidad, no es tanto por libre albedrío como la suerte de conocer a una mujer que lo ama y le enseña qué es el amor. Si no se hubiera encontrado con ella, hubiera terminado como el otro, el que podría haber sido.
La academia sueca ha premiado a Jon Fosse por ser un escritor innovador y dar voz a lo inefable. Esto es, ver lo visible de lo invisible, como cuando el agua del lago se mueve, pero no ves el viento. ¿Por qué leer la Septología o la Trilogía?
S.B.: Es justo eso. Tú sientes, cuando lees a Fosse, que hay algo que anima y no vemos en las cosas que vemos. Por eso, en cierta manera, es un místico. Va a pasar a la historia de la literatura por haber descubierto un narrador nuevo, del siglo XXI, no sólo por el Nobel. Creo que lo más interesante de leer un libro es cuando entras en un sitio en el que nunca has estado. Eso lo consigue él.
¿Qué cambios han notado tras el Nobel?
B.G.: Para nosotros, el Nobel significó tener una repercusión en medios fabulosa y, sobre todo, la posibilidad de llegar a América Latina y EEUU, un mercado enorme respecto a España. El hecho de haber conseguido una alianza con un grupo grande manteniendo tu línea y tu catálogo significa poder abastecer a todo ese mercado. Eso ha sido lo más espectacular.
¿El acuerdo es sólo para Jon Fosse o para otras obras?
B.G.: Nuestro acuerdo con Seix Barral empieza con Jon Fosse. Por eso te decía que no pudimos celebrar mucho. En seguida nos pusimos a trabajar. Teníamos que tener a Fosse en la Feria del Libro de Guadalajara (México).
Además, nos hemos comprometido durante los próximos 5 años a publicar con ellos 3 libros al año, con la idea de lanzar grandes autores que ya tenemos publicados en español u otros que vayamos a publicar. Haremos la selección de manera conjunta.
Blancura que es posterior a Septología ha salido con Random House.
B.G.: Blancura es una pequeña escena. Random House ha comprado no sólo ese, sino toda la obra anterior a Trilogía y Septología. Se trata de una obra menor donde todavía Fosse no había encontrado su estilo.
¿Non como si estos grandes grupos editoriales les quisieran pisar?
Ambas: Por supuesto.
S.B.: Pero eso es un clásico. Los grandes grupos tienen muchos gastos y no pueden asumir libros que no se vayan a vender, así que cuando una pequeña editorial descubre a alguien, se lanzan. La ley de la selva.
B.G.: Cuando estás en las grandes ligas, las cosas no son tan sencillas.
¿En qué se diferencia De Conatus de otras editoriales?
S.B.: Tenemos una idea romántica. Creemos que, como editorial, podemos contribuir a la sociedad. Que se sigan contando historias que tengan valor y calidad.
B.G.: Y tenemos una relación con los autores muy cercana. Conseguimos traer a la mayoría para que presente sus libros aquí.
S.B.: Otra de nuestras características es que no nos da miedo ir contra corriente. Muchas veces piensas cómo va a ser tomado un libro por ciertos lectores. La libertad de la literatura está por encima de todo.
Publican tanto novela como ensayo contemporáneo, ¿qué denominador común encuentran en sus autores?
S.B.: En todos nuestros autores hay una crítica de la identidad como raza o grupo social, una crítica del nacionalismo. Es un tema que también nos preocupa. Además, todos intentan ir más allá de la apariencia, de lo convencional, tienen un lenguaje propio y una enorme calidad de escritura. Y comparten la pasión por encontrar algo nuevo a la hora de escribir. Algunos son más jóvenes, otros mayores.
¿Podrían decir que, a pesar de su nacionalidad o su cultura, en este mundo tan globalizado se parecen entre sí?
B.G.: El punto común es lo humano.
S.B.: Pero sus voces son diferentes. Cada uno tiene la suya. Precisamente eso es lo complicado. Te preguntas ¿qué es lo propio del siglo XXI? Porque Fosse no tiene nada que ver con Percival Everett ni con Joshua Cohen.
Hay un auge del libro a la vez que falta de lectores. En España se publican al día unos 250 libros. ¿Consiguen cuadrar los números?
B.G.: Intentar cuadrar los números depende de cómo ajustes las tiradas a la demanda. Eso es algo que aprendes poco a poco. Tienes que tener un éxito para compensar.
Por otro lado, el pirateo es escandaloso. Llega un momento en que, sencillamente, lo asumes. Por ejemplo, CEDRO, que defiende los derechos de los editores, hace todo lo posible por cerrar las páginas de descarga ilegal de libros. Pero a veces nos dicen que no son capaces. Si hasta hay una piratilla que ha falseado una página de Amazon y ni esta empresa consigue cerrarla…
S.B.: En Alemania, este problema no es tan grave porque hay multas muy fuertes. Aquí no.
¿Cuáles son sus títulos de más éxito?
B.G.: Ahora mismo Fosse. Los árboles, de Percival Everett. Joshua Cohen siempre nos ha traído muchas alegrías. Y Dicen, de Susana Sánchez.
S.B.: Nos gustaría que también tuvieran éxito otros. Por ejemplo, tenemos grandes títulos alemanes y flamencos, pero cuestan muchísimo.
B.G.: Tenemos un libro que es un clásico en la educación secundaria en toda Europa, Mi pequeña guerra, de Louis Paul Boon. Falleció justo antes de que le dieran el Nobel. Es un grandísimo escritor. Lo trajimos para que se leyese en español y es uno de nuestros grandes fiascos. Tenemos muy buenos libros. No se entiende por qué no han llegado al público español.
S.B.: Yo creo que es un tema de gustos nacionales. Igual que las portadas en España son coloridas y en Francia no. Aquí hay más tendencia anglosajona o francófona que alemana. Deberíamos estar más abiertos a cualquier tipo de cultura.
La ironía y el absurdo de Percival Everett son un descubrimiento. ¿Van a publicar algo suyo próximamente?
S.B.: El 7 de febrero saldrá Dr. No, premio Pen de América. Es descacharrante. Todo ese absurdo, ese surrealismo. Sin embargo, te acercan muchísimo a la realidad, a ver cómo somos.
Joshua Cohen, premio Pulitzer 2022, fue su primer autor.
S.B.: Le presentamos el proyecto antes de fundar la editorial. Bien escrito, explicando qué era el conatus y se vino con nosotros. En EEUU está con Random House, pero en Europa quería editoriales que le trataran bien, que pensaran en su literatura y mantuvieran una conversación con los autores.
B.G.: De hecho, toca la guitarra con Álvaro, su marido.
S.B.: Sí, toca el piano, la guitarra… Se ponen a tocar y, si no estoy detrás, llegamos tarde a la presentación de su libro.
Escrita en lengua española, van a publicar próximamente la novela Esta es tu casa, Fidel. Lleva un subtítulo elocuente: La mirada desencantada de un nieto de la Revolución.
S.B.: Mientras en Cuba había una hambruna atroz, en cada casa colgaba un letrero que ponía 'Esta es tu casa, Fidel'. Ayer estuvimos toda la tarde con la corrección. Me decía 'Silvia, me estás matando' [se ríe].
Cuando leí el manuscrito decidimos publicarlo, pero al hablar con él y según me iba contando y yo le preguntaba, vimos que faltaban cosas. Carlos Díaz Lechuga se pasó 3 meses encerrado reescribiendo el libro. Consiguió vencer un miedo atávico y se metió en los papeles desclasificados de la CIA sobre su abuelo.
Para él ha sido doloroso. De hecho, en Cuba la gente le ha dado la espalda. Su madre vino, pero no se ha adaptado a España y ha vuelto a la isla. Les sucede a las personas mayores. Está de acuerdo con el libro, pero ella todavía se siente del régimen.
¿Esa especie de abducción que ejercía la figura de Fidel en Cuba sigue vigente?
S.B.: Por eso está bien contarlo, porque eso se puede repetir. Me da igual que seas de derechas o de izquierdas, pero hay personajes por ahí que son capaces de hipnotizar.
También narra cómo García Márquez, entre otras personalidades, se dejaba agasajar por el régimen mientras la población padecía hambre y represión.
S.B.: Eso se refleja muy bien en el libro, pero, a la vez, describe a García Márquez como una persona fascinante, cariñoso con él y con la gente.
¿Qué opinan de la politización de la cultura?
S.B.: Estoy absolutamente en contra. La literatura no es política. Es un espacio de libertad para intentar comprender quiénes somos y cuáles son nuestros condicionamientos, tanto de manera individual como general. La literatura ilumina los puntos ciegos de la sociedad que no vemos en la vida cotidiana. Si la politizas, dejas de verlos.
Mantienen la pasión y la fe en los libros en un mundo acelerado que quiere resultados inmediatos y tangibles. ¿Por qué leer?
S.B.: Antes, la lectura era parte de la vida cotidiana. Lo natural ahora es coger un móvil, un iPad, ver una serie, la tele… Si quieres leer, has de tomar esa decisión.
Al ver una película eres más pasivo, pero cuando uno lee está siendo un artista, está recreando el libro. De alguna manera la experiencia estética de leer es una experiencia de dos: del autor que propone un texto y del lector que es capaz de decodificarlo. Te mete en mundos diferentes al tuyo en los que nunca entrarías. Yo puedo viajar a Noruega, pero no sentiré Noruega como lo siento leyendo a Jon Fosse.
Ustedes son del 67. ¿Son los nacidos en la década de los 60 una generación perdida o que ha tardado en encontrar su lugar?
B.G.: Yo creo que nuestra generación es más libre que las generaciones posteriores. No nos encasillamos. No tenemos esa tendencia de buscar espacios seguros donde uno se etiqueta y no tiene que explicarse.
S.B.: Me parece increíble cómo hemos llegado las mujeres de esa generación hasta el presente. Tenemos una vitalidad increíble, sabemos trabajar en equipo, tenemos ganas de crear cosas nuevas y de trabajar a fondo y con entusiasmo. Lo he visto en muchas mujeres. Quizá se deba a la edad.
Son de las pocas editoras fundadoras.
S.B.: Además, lo hicimos con 51 años. Cuando teníamos 20, el mundo era más complicado para las mujeres. Quizás no hayamos tenido antes el espacio para hacer lo que pensábamos o queríamos.
B.G.: Yo me estoy encontrando muchas mujeres de nuestra generación que están tomando decisiones muy radicales. De pensar lo que siempre quisieron hacer y hacerlo. En realidad, si te quieres desarrollar plenamente tienes que atender el conatus.