"Esta es la historia de cómo pasamos de limpiar una playa en Calpe (Alicante) a recoger más de 600.000 kilos de plástico en nuestros mares". Eso dice Amaia Rodríguez (Tajonar, 1992), que un día, subida en un barco, cambió toda su vida por una lata de aluminio que acababa de recoger. Vio que había caducado hace más de 30 años, y, dice, fue justo ahí cuando se dio cuenta de que "ya no nos quedan otros 30; somos las personas que estábamos esperando a que llegasen y es momento de actuar".
En 2020, en los primeros compases de la pandemia, la navarra, licenciada en ADE internacional, materializó su interés por el medio ambiente en Gravity Wave. Nació con un doble objetivo: el primero, el de crear una alianza colaborativa con pescadores tradicionales para recoger residuos plásticos procedentes principalmente de las redes de pesca. Su impacto se nota y mucho en los ecosistemas marinos, ya que tardan en degradarse cerca de 600 años. "Las llaman redes fantasma porque nadie las controla una vez se pierden", comenta.
El segundo objetivo, aquel que ha llevado a la joven emprendedora y al equipo que comparte con su hermano Julen a coronarse entre las startups favoritas de las marcas de cosmética e incluso del deporte español, es el de "dar una segunda vida a esa materia prima" para transformarla en envases, fundas para móviles, muebles y otros objetos reutilizados con titánico esmero. "Trazamos los plásticos con tecnología blockchain para medir y entender qué estamos recogiendo del mar para prevenir que siga entrando en él", cuenta.
De residuos a muebles eco
"Decidimos centrarnos en las redes de pesca porque es el residuo más abundante en nuestras aguas, y porque también es el que ninguna planta de reciclaje quiere procesar", cuenta. "Al principio, nos echaban de allí a patadas. Pero ahora, quien visite algún puerto en la costa española seguramente nos encuentre", añade. Hoy, los números reman a su favor: "Trabajamos con más de 7000 pescadores en cuatro países —además del nuestro, Grecia, en el que se hicieron con un récord recogiendo 100 toneladas en cinco días, Italia y Egipto, donde en 2023 arrancaron un proyecto piloto—".
Para que la basura llegue hasta ellos a través de los barcos, "hablamos directamente con las cofradías de pescadores, e implantamos la solución directamente donde pescan; otras veces llegamos a acuerdos con las comunidades, para pasar a la acción en todos los puertos pesqueros" de esa región. "¿Se puede reutilizar toda la recolecta?", preguntamos. "Por desgracia, no, al menos de momento. Porque el plástico puede haber estado degradándose varias décadas y a veceses imposible darle una segunda vida", explica.
En cualquier caso, el porcentaje de aprovechamiento es generoso: "Podemos reciclar hasta el 75% de lo que sacamos del mar; para nosotros es un hito increíble, porque antes se creía que su único destino podía ser un vertedero" pero Gravity Wave ha tumbado esa creencia. En este viaje hasta nuestros hogares, oficinas y día a día, los materiales pasan por un minucioso proceso: "se separa para que coja cada vez más calidad, se tritura y se limpia muy bien, porque a veces viene literalmente con mejillones", bromea. Tras esto, queda listo para llegar a otras industrias.
El día a día de la navarra es ajetreado, pero, aun así, EL ESPAÑOL | ENCLAVE ODS logra reunirse con ella en Mujeres emprendedoras en transición ecológica, evento organizado el pasado 8 de mayo por la Fundación Repsol para destacar la trayectoria de empresarias con proyectos pioneros en materia de sostenibilidad. Según Ane de Ariño, directora de Innovación de la entidad, la jornada surgió con el objetivo de servir como un trampolín más para "reducir la brecha y dar visibilidad a mujeres que hoy están liderando proyectos exitosos que pueden aportar mucho a niñas y adolescentes".
En el radar de las marcas
En el escaso tiempo que el negocio de Amaia Rodríguez lleva sobre ruedas, han recogido más de 630.000 kilos y han colaborado con 150 empresas que apuestan por sus productos de economía circular. Entre ellas, OOTO, ISDIN, "con la que limpiamos cada año 200.000 kilos de plástico del Mediterráneo", BMW, "que por cada Mini que venden nos financian", o la cadena B&B, para la que "hemos revestido hoteles, como el que tienen en Guimarães (Portugal), con materiales hechos 100% con redes de pesca", cuenta.
Lo último, en realidad, no es ninguna novedad para esta prometedora pyme a la que hasta el Real Betis Balompié ha echado el ojo. Desde 2023, las gradas del Benito Villamarín incorporan 30 asientos fabricados con este material de la mano de Reale Seguros. "Al final la cuestión es esa, mostrar cómo se puede aplicar a sectores completamente distintos y, sobre todo, que podamos reducir la cantidad de plástico virgen para usar lo que ya por sí solo está en la naturaleza contaminando los ecosistemas".
A la cartera de colaboraciones también se sumaron en febrero los hermanos más queridos del baloncesto español. Pau y Marc Gasol pasaron a ser inversores y asesores del proyecto para impulsar la misión Plastic Free Oceans hacia nuevos horizontes. "Siempre es un placer apoyar iniciativas que tengan un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente", decía sobre ellos el mayor del dúo al anunciar que se sumaban a Gravity Wave, startup que cada año se hace con nuevos reconocimientos.
Su fundadora celebra estos éxitos sin darse demasiada importancia, aunque lo cierto es que este año, además de ser uno de los referentes de emprendimiento femenino a los que la Fundación Repsol quiere destacar, es una de las finalistas de la XVII Edición de Cartier Women's Initiative. "El 15 de mayo me voy a la final en China con otras 26 mujeres a las que dan visibilidad por sus proyectos de impacto. Será una experiencia increíble en la que podremos hablar de cómo estamos cambiando el mundo y seguir amplificando este movimiento de mujeres", celebra entusiasmada.
"Estamos sobreexplotando el océano"
En la conversación, aprovecha para lanzar algunas reflexiones, entre otras, sobre la pesca industrial. "Estamos sobreexplotando todos los lugares del planeta y el océano es uno de ellos. España es uno de los países con mayor fuerza pesquera del mundo, y aquí entra el juego el sobreconsumo del pescado. De repente, se ha convertido en un producto supersaludable y todos queremos comprarlo, pero ¿a qué precio? Estamos quitando trabajo a los pescadores tradicionales, que son los que más respetan, porque ellos pescan en pequeñas cantidades", asevera.
En su lugar, lamenta, "seguimos apostando por esos buques gigantes que no tienen piedad, y que arrastran todo lo que tengan porque cuesta más dinero separar el pescado que tirarlo, sin importar las consecuencias. Al final, con esta fórmula vamos a por el volumen y a sobreexplotar", denuncia, asegurando que es necesario un cambio de modelo en esta industria, reivindicación a la que en estos últimos meses se han sumado numerosos grupos ecologistas como Greenpeace y celebridades como Rosalía y Björk —en colaboración con la marca Patagonia—.
Preocuparse por la salud del planeta implica, en un contexto como el actual, seguir la actualidad. Amaia Rodríguez lo sabe bien. Suspira al recordar la marea de pellets que invadió las costas asturianas a principios de año, procedentes del buque Toconao. "Lo vivimos fatal", confiesa. Pero, aun con eso, supo ver en la crisis un lado positivo: "En realidad, esas 26 toneladas no fueron gran cosa si las comparamos con que cada minuto vertimos 15 toneladas de plástico en todo el mundo. Pero fue muy visible, despertó una gran conciencia social, por eso sí que nos alegramos".