Que la Asociación Retail Textil España (ARTE) ha elegido a una buena comunicadora, de eso no hay duda. De hecho, nos conocimos hace muchos años precisamente en un curso para mejorar la comunicación en público. Le apasionó siempre la moda a esta manchega de Campo de Criptana. Aunque lo cierto es que Ana Isabel López-Casero ha tenido que ponerse a estudiar muy seriamente este amplio sector que no conocía en profundidad, porque ella procede de la farmacia; en su vida anterior, a los 30 años, fue presidenta del Colegio de Farmacéuticos de Ciudad Real.
Hija de pianista y de político farmacéutico, siempre se ha movido entre este trío de mundos, aunque no ha podido evitar ese espacio político de relaciones institucionales que tanto le ha marcado. De hecho, de la farmacia y del “colegio” pasó a la Fundación Globalcaja Horizonte XXII (entidad de Caja Rural dedicada al desarrollo socioeconómico de Castilla-La Mancha), en la dirección de relaciones institucionales y corporativas, para después liderar la Fundación Eurocaja Rural, la Fundación Francisco Luzón y ser miembro del órgano de gobierno del Consejo General de Farmacéuticos.
Así que no es una casualidad que ARTE la haya seleccionado para comandar la gran transformación que le espera al sector del comercio textil en los próximos años. Porque si una condición la caracteriza, es la de muñidora, dialogante y vertebradora. A lo largo de su carrera, ha unido y trabajado con las empresas, instituciones públicas y privadas haciendo eso que tan mal suena en nuestra cultura y que tan buenos frutos puede dar: lobby.
López-Casero lo va a practicar en un ámbito que describe como “apasionante, que aúna retos de transformación digital, sostenibilidad, impacto en las personas y ese intangible de la moda que es la creatividad. Hay muy pocos sectores que unan esas dos partes, la más inspiradora y la de gestión”.
La presidenta de ARTE es académica. Y lo demuestra. De hecho, tras seis meses en el cargo, la primera gran acción que ha realizado ha sido la elaboración del estudio La aportación del retail textil a la economía española, producido por Analistas Financieros Internacionales (AFI), que se ha presentado este 20 de mayo en el Congreso de los Diputados.
“Hemos examinado el peso del sector de forma estructural en la economía, entre 2018 y 2022. Concretamente, la actividad del retail textil significa el 1,62% del PIB en 2022. Es mucho, porque además representa el 60% del valor que aporta la moda al PIB, con lo cual podríamos decir que el comercio es la parte que más valor genera dentro de la cadena de la moda”, recoge el documento.
¿Es un sector tractor?
Desde luego, porque además hay otros que se benefician de él, como el turismo de compras…, y somos el país con más turismo del mundo. Y luego hay una parte muy relevante que es el trabajo, en concreto el femenino, que está muy representado en este último eslabón de la cadena.
¿A cuántas personas emplea?
Estamos hablando de 343.000 empleos generados de forma directa, indirecta e inducida, que significa el 1,72% de afiliación a la Seguridad Social. Y además me gusta decir que es puerta de entrada al empleo de mucha gente joven que incluso lo compagina con sus estudios. También es un sector con una sensibilidad especial con la inclusión de personas con discapacidad.
Y ARTE, ¿qué parte tiene?
Puede funcionar como aglutinador, como impulsor. Más allá de que agrupemos a 16 grandes grupos del comercio textil y representemos a 40 marcas españolas e internacionales, si vamos al propósito, al qué se hace y por y para qué se hace, podemos decir que somos un espacio de encuentro y de crecimiento para desarrollar las sinergias entre ellos y que de esa manera sean capaces de aportar mucho más valor a sus compañías y a la economía española.
A mí me gusta explicar que ARTE es una alianza estratégica del sector que quiere abordar conjuntamente los retos presentes y futuros, muy importantes, en sostenibilidad y en transformación digital.
Y, por cierto, ¿cómo se pasa del sector farmacéutico al de la moda? ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?
Se parecen en algo que a mí me gusta y es que, aunque el farmacéutico es un sector muy esencial porque se dedica a la salud, en ambos en el centro está siempre la persona, si bien desde diferentes puntos de vista. El propósito de la moda yo diría que es doble: por un lado, ser el vehículo por el cual trasladas lo que eres y lo que quieres ser, ya que se trata de un lenguaje y, por otro, estar al servicio de la sociedad y el consumidor, manteniéndose muy pendiente de lo que desea.
El sector farmacéutico está muy regulado desde siempre y creo que por eso interesó mi perfil de haber trabajado tanto en un sector regulado y muy acostumbrado a establecer relaciones de confianza y rigor con la administración y con el regulador, para conformar un sector orientado a la sociedad.
La moda hoy ya empieza a estar muy regulada, después de no estarlo en absoluto…
Ahora mismo tiene grandes retos regulatorios en Europa que ya son realidad y veremos cómo se transponen en España. Como asociación, nos gustaría jugar ese papel de colaborador eficaz y establecer esas alianzas de valor entre los reguladores y nosotros, junto con el resto del ecosistema.
Más allá de Inditex, que también forma parte de ARTE, la moda, las cadenas o las tiendas españolas, ¿nos hacen realmente ser españoles por el mundo?
Totalmente. En 2022, el comercio textil español estaba presente en 35 mercados. Y te doy otro dato: este sector ha invertido 870 millones de euros en mercados fuera de nuestro país. Es decir, que sin duda tiene un papel muy relevante en la internacionalización de nuestra economía. Eso significa que en todos esos lugares, en todos esos mercados están las marcas españolas y está nuestra moda, nuestro diseño y nuestra cultura, con lo cual es un impulsor muy grande de la marca España.
Además, es un sector muy apetecible para otras multinacionales que ven en nosotros una oportunidad. De hecho, estos grupos multinacionales han invertido en nuestro país 722 millones de euros en los últimos años.
¿Somos conscientes de lo importante que es esta bandera del textil?
Quienes trabajamos en el sector sí lo somos, pero en general yo creo que no apreciamos mucho lo que significa el peso de este sector en el impulso de la marca España. Tendríamos que estar muy orgullosos.
¿Qué le sobra y qué le falta a la moda?
Yo llevo seis meses al frente de ARTE y sería muy presuntuoso por mi parte hacer ese diagnóstico. Pero creo que al comercio textil le falta un poco de autoestima. Y la realidad es que los hombres y mujeres, sobre todo ellas, hacen una labor muy importante. Consiguen que la experiencia de compra que los consumidores realizamos sea agradable, con un impacto positivo, que nos sintamos bien, atendidos. Hablo de todos, no solo de los grandes ejecutivos, sino de todas las personas que lo hacen posible, desde quien descarga un camión hasta quien ayuda en las tiendas.
¿Qué papel está llamada a desempeñar la tecnología?
El sector está totalmente enfocado en hacer de la tecnología y de la transformación digital una gran oportunidad para poder estar todavía más cerca de las personas, de la sociedad, de los consumidores, para conocerlos mejor, para ver qué quieren y cómo pueden satisfacer sus necesidades de todo tipo (diseño, sostenibilidad, propósito, etc.). Para eso, la tecnología es una gran aliada, sin duda.
Y luego está muy enfocado a todos los retos de la sostenibilidad, no solo por la regulación que viene de Europa, sino por una gran conciencia de evolucionar hacia un modelo de producción más sostenible, con menor impacto en el cambio climático y en general en el planeta. Están muy concienciados de que es el único camino y llevan tiempo trabajando en diferentes líneas de la economía circular, la descarbonización o la optimización de recursos.
Hoy se habla mucho de omnicanalidad. ¿Crees que el pequeño y el mediano comercio están preparados para asumirla? ¿Está realmente listo el sector para la digitalización o solamente las grandes compañías?
Las grandes, lógicamente, llevan trabajando la omnicanalidad desde hace tiempo. De hecho, una de las cifras que también damos en nuestro informe es la inversión en innovaciones tecnológicas, que es una cantidad muy importante, de más de 800 millones de euros, muy por encima de la de otros sectores. El pequeño comercio tiene un reto muy grande que no puede abordar en solitario y está entendiendo que se necesita una masa crítica, volumen, para poder abordar esa omnicanalidad que es una realidad y una necesidad. Los que tienen un pequeño comercio se están asociando, estableciendo plataformas… No hay otra manera. En solitario es imposible.
¿Y qué ocurre con esas marcas de moda que nacieron digitales y quieren o tienen que pasar a comercio físico?
Los que han nacido muy digitales o han pensado que lo digital era prácticamente lo único, se han visto sorprendidos porque las tiendas físicas de moda no van a desaparecer. El consumidor quiere ir al establecimiento, tener la experiencia de tocar, de probarse, de ver, y al mismo tiempo acude al comercio electrónico, así que la omnicanalidad es una realidad y el futuro nos dirá el peso de cada canal en el mix de compra. Pero yo diría que en este momento, claro, es más necesario abordar lo digital desde lo físico. En la pandemia, lógicamente hubo un crecimiento de lo digital muy importante y todo el mundo pensó que iba a desaparecer lo físico, y no ha sido así. Ha vuelto todo a equilibrarse, la tienda física es muy importante y yo creo que no va a desaparecer.
La cadena de valor de la moda es complicada y larga. ¿Cómo se conceptualiza la sostenibilidad en ese último eslabón que es el comercio?
La sostenibilidad es absolutamente transversal. Ahora mismo, somos plenamente conscientes del impacto que producen todas las actividades en el planeta, y las grandes empresas están implementando en lo posible modelos muchos más sostenibles. De ahí, el auge de todo lo que tiene que ver con la economía circular, con la segunda mano, la recogida de ropa en tienda, con usar menos embalaje, menos plástico.
En el comercio, en concreto, hay dos temas muy importantes por su efecto medioambiental: la última milla y las devoluciones.
Todos están trabajando en ese equilibrio necesario. Por un lado, hay que satisfacer a los consumidores. Y somos complejos; nos gusta recibir rápidamente las cosas en casa, además de tener la posibilidad de ir a la tienda. Hoy por hoy, al consumidor no se le puede etiquetar y por eso es muy importante conocerlo muy bien y al mismo tiempo desarrollar todo tipo de acciones para minimizar su impacto en el planeta.
Y no es fácil, lo que no quiere decir que sea imposible. Yo creo que ahora mismo todo pasa por concienciarnos colectivamente. Primero, es necesaria la labor de educación, sensibilización e información al propio consumidor para que sepa lo que compra, cómo se fabrica, cual es el impacto en el medio ambiente de eso que está comprando.
¿Cómo se está regulando?
Europa acaba de legislar la directiva de empoderamiento de los consumidores y está legislando también sobre toda la información que debe contener la prenda para que el cliente sea consciente de lo que adquiere. Dentro de unos años, veremos que se ha producido una transformación total, de nuestros hábitos de consumo, de nuestro comportamiento, de la fabricación, del transporte y de la venta. Y todo esto hay que hacerlo compatible con la sostenibilidad de las propias empresas para que sigan siendo competitivas y creando empleo.
Hay otro dato muy interesante que es la aportación a los ingresos públicos en recaudación de impuestos, precisamente porque es un sector con una actividad económica muy potente. En 2022, aportó a las arcas públicas el 2,5% de todo lo recaudado. Es mucho dinero. Eso hace posible nuestro Estado de bienestar, nuestra sanidad, nuestra educación, nuestros servicios públicos. Es un sector comprometido con la economía y con el Estado de bienestar.
Mantener los precios en un país muy susceptible a ellos es otro reto…
Si tuviéramos que listar los desafíos del sector para seguir proporcionando moda asequible, de calidad, sostenible… hay muchos. Y llegar al consumidor es uno de ellos. Porque como he dicho es difícil etiquetar a un consumidor que además valora mucho el propósito de las compañías y sus políticas de sostenibilidad en todos los sentidos, también con sus equipos y con las comunidades donde ejercen su acción, y desde luego con el medio ambiente.
Y luego hay otras dos cosas que no se quedan fuera de la ecuación: la geopolítica y la geoestrategia. Estamos hablando de un sector muy internacionalizado, al que por ejemplo impactan la invasión de Ucrania o la guerra entre Israel y Palestina. El impacto se produce en toda la cadena de valor y en las propias actividades en esos países, los ingresos en esos países. Y también tenemos que hablar del talento; a este sector le está costando mucho incorporarlo y retenerlo.
Pones todos esos retos en el mapa y dices con todo esto tengo que conseguir un producto que satisfaga las necesidades del consumidor y con un precio asequible. Y no sé cómo lo hacen, pero lo tienen que hacer porque saben que el precio es muy importante. Por eso se está trabajando para optimizar todos los procesos, sus operaciones, y ahí es donde seguramente se podrá optimizar al máximo para que todos estos cambios que se tienen que producir no repercutan en el precio… Pero igual al final hay que repercutir en el precio.
¿A qué sector le gustaría que mirara el textil, cuál le gustaría emular? ¿Quién ha hecho la transformación o está haciéndola mejor?
Cada uno tiene sus propias fortalezas y una esencia muy especial. Y este simplemente tiene que seguir potenciando las suyas, y a partir de ahí, con el conocimiento que tiene, mirarse a sí mismo y encontrar los aspectos que les hacen diferentes. Además, tiene que conocer muy bien a los nuevos consumidores, valorando los retos que tenemos de impacto en el planeta, en las personas, en las comunidades.
Con todo ello, el sector tiene que construir su propia fórmula magistral para ser sostenible y competitivo, pero debe hacerlo él mismo. Puede inspirarse en ejemplos de otros, como el farmacéutico o el energético, el de las infraestructuras#, pero es él mismo el que tiene que construir su propia hoja de ruta, partiendo de sus fortalezas, porque si no pierde su identidad…
¿Cuáles son esas fortalezas?
Yo creo que la generación de empleo es una grandísima fortaleza. Hay pocos sectores que la tengan tan poderosa. Por tanto, hay que seguir en ese sentido desarrollándolo mucho más, mimando el talento que constituye organizaciones diferentes, competitivas, fuertes…; el reto es atraer talento y que se quede. Y otra fortaleza muy importante es la internacionalización.
Y la transformación digital, porque es uno de los sectores que mejor ha entendido cómo la tecnología es más que un aliado, no solo para hacer más eficientes sus operaciones de forma interna, sino para conocer mejor a su consumidor y para hacer mejor su trabajo. Probablemente sea uno de los sectores que entienden que la transformación digital genera progreso social y económico. Y no hablo de venta online, sino de incorporar la tecnología en todos los procesos. Y eso también es una fortaleza.
¿Y las debilidades?
Tiene un reto muy importante en la parte de sostenibilidad, pero más que como debilidad, lo veo como una oportunidad, aunque en este momento todavía queda mucho camino por recorrer. Es verdad que es uno de los sectores que más ha disminuido su huella de carbono en los últimos años.
¿Las amenazas solo vienen de fuera?
La situación geoestratégica y geopolítica es una amenaza muy importante porque no depende del propio país, sino de la situación internacional. Y cuando llega tienes que actuar rápidamente, sin que afecte a tus ventas y tus compras, pero tampoco al precio porque eso tendría un impacto en el consumidor. Eso hace que este sector sea muy resiliente, muy rápido y capaz de diseñar soluciones de una forma muy eficaz.
¿La mayor oportunidad?
No diría una. La sostenibilidad, desde luego. También para poder desarrollar un sector competitivo que mantenga las cifras actuales, con menor impacto en el planeta y en el cambio climático. Es una oportunidad para este país. Pero fíjate que, pensándolo bien, creo que ARTE es una gran oportunidad para el sector, como lugar de encuentro y alianzas para generar inteligencia y conocimiento del textil a través de estudios específicos, programas de formación y de innovación. Es una oportunidad para reforzar aspectos de gobernanza, de impacto social y para trabajar todos los agentes de manera alineada y coordinada.