"Mi día a día en Gaza era desgarrador. Veía en cada evacuación médica cómo los padres tenían un minuto para elegir con qué hijo quedarse porque solo cabía un acompañante en la ambulancia. Yo contenía las lágrimas porque sabía que no era un adiós temporal: era una despedida para siempre. Ellos ponían cara de valientes para que los hijos no vieran su tristeza".
Así narra Laura Jones, primera mujer encargada de dirigir evacuaciones médicas de pacientes en el norte de Gaza, lo que ella denomina "la resiliencia, el coraje y la fuerza en su máxima expresión". Aunque el resto de los mortales lo llamemos "guerra".
Jones, sin embargo, prefiere recordar la capacidad de los gazatíes por mantener su humanidad frente al sufrimiento. "Ellos son los verdaderos héroes y su espíritu es el que me esfuerzo por emular en mi trabajo", se repite día tras día después de aquello.
Este es solo uno de los recuerdos de Jones durante su misión. Pero, como trabajadora humanitaria, tiene una perspectiva del mundo única que ha querido compartir con ENCLAVE ODS.
De Gales a Gaza por solidaridad
Jones nació y se crió en un humilde pueblo de Gales, rodeada de chicos y sin apenas referentes femeninos debido a su pasión por el fútbol. Gracias a este deporte, recibió una beca para la universidad, lo que le hizo salir de su pueblo y mirar el mundo con una visión más amplia: desde la empatía, la solidaridad, la igualdad y la entrega.
Hace tan solo unos meses, viajó a Khan Yunis, en Gaza, con una misión como miembro de un equipo médico especializado. Fue entonces cuando se convirtió en la primera mujer en apoyar misiones de evacuación médica desde el norte de Gaza, formando parte del grupo de Equipos Médicos de Emergencia (EMT) de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Actualmente reside en Barcelona y trabaja como directora Mundial de Salud y Bienestar en Save the Children International, donde lleva a 116 países. Además, ha fundado Almas libres, una asociación cuya misión es empoderar a las mujeres y niñas marginadas por motivos económicos, sociales, religiosos o de identidad. Justo lo que la pequeña Jones nunca tuvo en su infancia es ahora lo que brinda a las demás.
¿Cuál es la mejor manera de concienciar a la población de que este es un problema global que no solo afecta a Gaza?
Imagínate que es tu país. Imagínate perder tu hogar, sentir la incertidumbre y el miedo, y el desgarrador dolor al separarte de tus seres queridos. Esta es la realidad para mucha gente en Gaza y fácilmente podría ser la nuestra. Piensa todas las veces que has buscado comodidad y seguridad en tu familia. Y ahora imagina esos espacios seguros destrozados por la guerra.
La crisis en Gaza no es una tragedia lejana, es un reflejo de nuestra vulnerabilidad y de la necesidad humana de seguridad, amor y comunidad. Cuando vemos a las familias en Gaza luchando por sobrevivir, recordamos a las nuestras propias y creamos un vínculo de empatía.
Si sentimos esa conexión, podemos comprender mejor que la crisis en Gaza es un problema global. Tenemos que actuar, no por obligación, sino por un profundo sentido de empatía y solidaridad. Cuando imaginamos su dolor como propio, reconocemos la urgente necesidad de apoyar a nuestra familia global y trabajar juntos por un mundo más compasivo y justo.
¿Recuerda alguna experiencia con especial cariño? ¿Alguna persona que le haya inspirado durante tu misión en Gaza?
Cada persona que me he encontrado en Gaza ha dejado una huella imborrable en mi alma. La resiliencia y la empatía que presencié a diario fueron extraordinarias. Muchos de mis colegas locales me inspiraron profundamente, y eso que algunos habían perdido sus casas y a sus seres queridos. Pero seguían trabajando incansablemente como voluntarios.
Abu Hassan, por ejemplo, que es el director médico de la organización humanitaria Sociedad de la Media Luna Roja Palestina, encarna este espíritu de dedicación inquebrantable. A pesar de sus tragedias personales, no falló ni un día. Su liderazgo estuvo marcado por la humildad, y los rostros de las personas se iluminaban a su paso. No era sólo un líder, era una fuente de esperanza y resiliencia en medio del caos. Me recordaba el impacto que una persona puede tener en una comunidad.
"Compartía la habitación con siete personas más y la casa temblaba por los ataques con misiles".
¿Necesitaba momentos de desconexión para estar consigo misma entre tanta tragedia? ¿Cómo evadía su mente de tanto estrés?
Entre la tragedia los momentos de desconexión eran esenciales, aunque muy difíciles de conseguir. Necesitaba esos momentos para centrarme, pero a menudo no había ningún lugar para encontrar consuelo. Compartía una habitación con siete personas y la casa temblaba por los constantes ataques con misiles. Así se hacía casi imposible escapar del estrés o dormir bien por la noche.
Aún así, hubo momentos de desconexión que apreciaba mucho. Me despertaba antes que los demás, sobre las cinco de la mañana, para encontrar un momentito de paz. Subir a la azotea para contemplar el amanecer se convirtió en una preciosa rutina y quizás era la parte más tranquila del día. Era un momento raro en el que el mundo parecía contener la respiración.
Ver salir el sol sobre Gaza en medio de la devastación me recordó la resistencia que se puede llegar a tener, incluso en los tiempos más oscuros. Esos momentos de desconexión, aunque fugaces, fueron vitales para mi bienestar mental y emocional, y me ayudaron a continuar mi trabajo con un sentido de propósito y resiliencia.
Además del empoderamiento a través del fútbol, ¿qué otros recursos existen para romper barreras?
Derribar barreras en Gaza depende de las conexiones humanas. Jugar al fútbol ayuda porque no requiere lenguaje, y porque el juego en sí tiende puentes. Incluso ver fútbol une a la gente.
Recuerdo que una noche escuché un fuerte aplauso y al día siguiente, en el hospital, un miembro del personal dijo: "Cuando juegan el Real Madrid y el Barça, nos olvidamos por un segundo de la guerra". Esto demuestra cómo las pasiones compartidas pueden unir comunidades incluso durante un conflicto.
"No soy ningún ídolo. Todo lo contrario: el pueblo de Gaza es mi ídolo".
Todos tenemos un ídolo y, para muchas personas de Gaza el ídolo será usted. Pero, ¿quién es el suyo?
No soy ningún ídolo. Todo lo contrario: las gentes del pueblo de Gaza son mis ídolos. Su resiliencia, coraje y sentido inquebrantable de comunidad me inspiran continuamente. A pesar de afrontar dificultades inimaginables, demuestran una fuerza extraordinaria y un espíritu inquebrantable que es realmente admirable.
Su voluntad de aceptarme como parte de su equipo ha sido una lección de humildad. Han abierto sus corazones, tratándome no como a una extraña, sino como a una de los suyos. Su ejemplo me guía, es su fuerza la que alimenta mi determinación y su esperanza la que me hace seguir adelante.
El pueblo de Gaza encarna cualidades a las que todos deberíamos aspirar: resiliencia ante la adversidad, un profundo sentido de comunidad y el coraje de seguir adelante sin importar cuán difíciles sean las circunstancias. Ellos son los verdaderos héroes y es su espíritu el que me esfuerzo por imitar todos los días en mi trabajo.
Todas las entidades supranacionales auguran que el conflicto de Gaza será uno de los peores, de los más sangrientos, de este siglo. ¿Le ha impactado tanto esta misión como la de otros destinos en los que ha estado anteriormente?
Tener una carrera que me permite apoyar a las personas en sus momentos más vulnerables es un gran honor y una tremenda responsabilidad. A lo largo de mi viaje humanitario, he tenido la suerte de trabajar en todo el mundo, desde Nepal después del terremoto de 2015, Bangladesh en 2017 o el brote de ébola de Uganda en 2019, entre otros.
He visto algunas situaciones increíblemente difíciles que permanecerán conmigo para siempre porque solo soy un ser humano. Pero Gaza ha sido, con diferencia, la peor crisis humanitaria a la que he respondido jamás. Observar la devastación del país, el impacto que ha tenido en la salud mental de todos, y las muertes de niños y familias enteras a diario, han dejado una huella imborrable en mi alma.
Si pudiera viajar al pasado, ¿qué le diría a la pequeña Laura Jones que jugaba sola al fútbol rodeada de chicos?
Déjame decirte algo importante: tu pasión y determinación te llevarán a lugares que ni siquiera puedes imaginar en este momento. Recuerda: ser diferente no es una desventaja, es tu superpoder.
Un día mirarás hacia atrás y te darás cuenta de que estas experiencias te prepararon para aventuras y oportunidades increíbles con las que marcar una diferencia real en el mundo y defender a aquellos que quizás no sientan que tienen voz. Tu camino no siempre será fácil, pero será significativo y auténtico.
"El desarrollo sostenible no puede ocurrir de forma aislada; requiere cooperación global y responsabilidad compartida".
Desde las altas instituciones, ¿es tan difícil revertir esta situación de guerra? ¿Qué mensaje transmitiría a los gobernantes que tienen en sus manos el devenir del mundo?
Que se centren en la paz, la justicia y la igualdad. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son una excelente hoja de ruta para lograrlo, especialmente el Objetivo 16, que trata de promover sociedades pacíficas, garantizar la justicia para todos y construir instituciones sólidas y responsables.
También invertir en educación (ODS 4), trabajar para reducir las desigualdades (ODS 10) y garantizar que todos tengan acceso a una buena salud y bienestar (ODS 3). Estas medidas pueden abordar algunas de las causas profundas del conflicto y ayudar a crear una paz duradera. También es muy importante crear alianzas (ODS 17).
Necesitamos trabajar junto con organizaciones internacionales, la sociedad civil y las comunidades locales. El desarrollo sostenible no puede ocurrir de forma aislada; requiere cooperación global y responsabilidad compartida. Al comprometernos con estos objetivos y trabajar juntos, podemos crear un mundo más pacífico, justo y sostenible para las generaciones futuras.
¿Cree que se acabará el hambre en el mundo algún día? ¿Y las guerras?
Como trabajadora humanitaria, sigo teniendo esperanzas en el futuro, pero también reconozco los inmensos desafíos a los que nos enfrentamos para poner fin al hambre y las guerras en el mundo. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas ofrecen una hoja de ruta para abordar estos problemas.
Dado que el Objetivo 2 apunta a acabar con el hambre y el Objetivo 16 promueve sociedades pacíficas e inclusivas, el progreso es posible a través de la cooperación, la innovación y el compromiso global.
Si bien lograr estos objetivos en el futuro cercano o dentro de los próximos 20 años es ambicioso, los esfuerzos continuos para mejorar la agricultura, abordar la pobreza y fomentar la paz pueden acercarnos más. La acción colectiva y la dedicación sostenida son claves para crear un mundo mejor para todos.