Entrevistamos en Formentera al reconocido biólogo, Manu San Félix, que ha dedicado 40 años de su vida a estudiar y conservar el Mediterráneo. En la actualidad, encabeza el ambicioso proyecto para recuperar la Gran Pradera de Posidonia en el Parc Natural de Ses Salines (Formentera). La posidonia oceánica es una planta endémica de nuestro mar Mediterráneo similar a un alga que aporta limpieza y vida.

Manu San Félix hizo su primera inmersión en Formentera octubre de 1992. Él había estudiado Biología y llevaba diez años buceando. En ese momento, dice, "ya salían en los periódicos entrevistas a Jacques Cousteau y a Félix Rodríguez de la Fuente alertando de la situación del Mediterráneo".

En la actualidad él es quien promueve preservarlo desde su campaña Reserva 30. Contagia el cambio con las imágenes que, como fotógrafo subacuático de National Geographic, crea desde hace más de 15 años y 50 expediciones a sus espaldas. 

¿Cómo ha cambiado el Mediterráneo en estos 40 años que llevas divulgando su protección?

Lamentablemente, al igual que sucede con otros mares y océanos del planeta, en estos 40 años el Mediterráneo se está agotando. Entre todos estamos dejando una huella que se traduce en menos especies y menos cantidad de peces: langostas, centollos, meros, dentones. Especies como la emblemática Vellmari (foca monje del Mediterráneo) han desaparecido.

Además de quitar especies, añadimos basura con cantidades ingentes de aguas insuficientemente depuradas, incluso sin depurar. A lo que hay que añadir las especies invasoras y los plásticos. 

El biólogo Manu San Félix y la periodista Ana de Santos Gilsanz reforestan posidonia en el Parc Natural de Ses Salines (Asociación Vellmari), Formentera. Cedida

¿Estamos a tiempo de parar esta huella negativa sobre el Mediterráneo?

Este es un cóctel nada inteligente que afecta a nuestro bienestar, nuestra vida, nuestra cultura y forma de ser mediterránea. La base de todo viene del mar, de la vida que había debajo del agua. Cuando destruimos esa vida, destruimos la naturaleza, y destruimos nuestra propia vida, nuestra propia esencia. Tenemos que llevar este mensaje a través de las cosas sencillas que nos gustan. Por ejemplo, todo lo que nos gusta de las vacaciones depende de que haya vida bajo el mar: ir a la playa, tomar pescaito, ir a un chiringuito … Afortunadamente, estamos a tiempo de recuperarlo. 

¿En qué consiste tu iniciativa Reserva 30?

Es una llamada a la acción para recoger firmas con las que inspirar y presionar al Gobierno para que el 30% del Mediterráneo sea reserva en el 2030. 

Ahora mismo tan solo el 0,2% es reserva de pesca. En el caso del mar Mediterráneo Balear, aún menos: solo el 0,07%. Es importantísimo explicar que cuando reservamos y protegemos el mar favorecemos la pesca local que aumenta sus capturas entrono a las zonas protegidas. Reservar lugares para que los peces se multipliquen es la solución para la mala situación de la pesca en las costas mediterráneas, la base de nuestra vida mediterránea. 

¿Por qué es tan difícil contagiar que hay que cuidar el mar?

Cuando algo está vivo tiene agua. Cuando muere se seca. Si podemos respirar, si estamos aquí es porque hay vida en los océanos. Algo muy simple, y muy serio, que fácilmente olvidamos. Es difícil establecer este vínculo con el mar porque probablemente el 99% de las personas jamás en su vida vaya a ver lo que hay debajo de la superficie. Los que pasamos mucho tiempo en el gua: buceadores, fotógrafos submarinos, biólogos… tenemos la obligación de transmitir lo que hay, que además de tener una gran belleza incomparable, es el origen de nuestra vida. Si hay vida en este planeta es porque hay agua. Precisamente lo que buscamos ahora en el espacio, en otros planetas.

La educación es fundamental en la preservación del mar, ¿en qué consisten tus campamentos en Vellmari para niños?

Si educáramos a todas las nuevas generaciones correctamente, el futuro estaría asegurado. Reserva 30 es el medicamento para aliviar el mal estado del mar Mediterráneo y nuestros campamentos de Vellmari son la verdadera manera de aportar salud y conservación a su futuro. Un proyecto educativo por el que ya han pasado cientos de niños desde los 8 años para aprender a bucear y conocer el fondo marino con talleres de posidonia, de plásticos, de plancton, identificación de especies… Lo hacen disfrutando y en tan solo 5 o 6 días absorben como esponjas todos los conocimientos para que se produzca un cambio de mentalidad con la que contagian a toda la familia.

Alumnos del campamento de Vellmari. Cedida

¿Cuál es el primer paso que tenemos que dar para ser activistas del mar?

Llevamos siglos sacando sin control del mar. El cambio pasa por dejar zonas reservadas de pesca en las que la vida crezca, se multiplique y salga fuera donde si se pueda recolectar. Los mares y océanos son muy ricos y productivos. Está demostrado que cuando se reserva el mar se produce un impacto económico positivo en las poblaciones locales. No lo hacemos porque nos cuesta mucho cambiar de mentalidad, pero no tengo ninguna duda que cuando empecemos a gestionar nuestros mares y océanos, como hacemos con la tierra, nos preguntaremos por qué no lo hicimos antes.

Íñigo San Félix, hijo del biólogo Manu San Félix y la periodista Ana de Santos, reforestando posidonia con un sistema de anclajes. Cedida

Eres pionero en la reforestación de posidonia. ¿Qué planes tienes con este proyecto? 

Estamos sembrando en las praderas que han sido destruidas por las anclas de los barcos. Sobre todo, lo que queremos transmitir es qué es muy fácil destruir y muy difícil recuperar, restaurar. Por eso lo más importante de todo es proteger, lo que teníamos y tenemos. Las bondades de la posidonia son muchísimas: libera oxígeno y es el hábitat para muchas especies de las cuales depende la pesca local. También eleva y construye auténticos arrecifes. Mucha gente no sabe que el 80% de la arena de las playas que hay por ejemplo en el parque Natural de SES Salines viene de los millones de esqueletos de organismos que viven en la posidonia, moluscos, equinodermos... cuando son llevados a la orilla, la erosión los convierte en arena de la playa. Esta planta que parece un alga, a su vez, protege las costas del oleaje.

Tan importante y dañada, en las últimas décadas hemos perdido 1/3 de la posidonia que había en el Mediterráneo occidental. En base a ellos hemos empezado a restaurar zonas desaparecidas donde antes se fondeaba (ya está prohibido, lo cual es lógico). Igual que en un trópico no se echa las anclas porque dañan los corales.

Queremos transmitir a la sociedad que destruimos mucho, muy fácilmente sin darnos cuenta. No se hace a propósito y se hace un daño enorme.

Es muy importante la palabra y la imagen para trasladar estos mensajes de preservación. Llevas muchos años siendo pionero y eres fotógrafo de National Geographic. ¿Cuál ha sido tu última expedición?

Es un privilegio trabajar en un el proyecto que se llama Pristine de National Geographic,con el que viajamos por el mundo para proteger los territorios que visitamos y lograr que, para el 2030, el 30% de los mares. Mi última expedición ha sido la número 50, en estos 15 años que llevo como fotógrafo subacuático para National Geographic. Un privilegio de visitar lugares increíbles, conocer muchísima gente que vive del mar, que depende del él. Me gusta llamarlo la Universidad del Mar. Personalmente, siento que una de las obligaciones de todo esto que aprendo es transmitirlo y compartirlo.

Manu San Félix, grabando silky sharks en la isla de San Benedicto para National Geographic. Enric Sala