En 2021 Natalia López se sentaba con ENCLAVE ODS como científica del Centro Integral de Neurociencias del Hospital Universitario HM Puerta del Sur, a la espera de mejorar la vida de los enfermos de párkinson. Ahora, tres años después, el objetivo de la madrileña sigue siendo el mismo, pero el escenario sí ha tenido algún que otro cambio.
Le encantaba la literatura, las matemáticas o la ingeniería, pero terminó por decantarse por la carrera médica. A pesar de ello, confiesa, "no tuve —y quizás ni siquiera ahora tengo— una vocación enorme comparada con otra gente que sabe lo que quiere hacer desde el minuto uno".
Pero con vocación o sin ella, poco tardó en encontrar su verdadera 'obsesión': el párkinson y su tratamiento. Lo define como "la enfermedad neurodegenerativa de trastorno de movimiento más abundante" y, añade, "va a aumentar drásticamente" con motivo de una vida cada vez más larga.
Porque si bien es cierto que, según pasan los años, el ser humano tiene 'más vida' —ya que, recordemos, la esperanza de vida en la Edad Media podía rondar los 40 años o, en el caso de pertenecer a las clases más afortunadas, en torno a los 60— parece que esto no va acompañado realmente de un mayor cuidado de la salud. Porque, indica López, "primamos la productividad y otras cosas, y no nos cuidamos".
Tres años de investigación
Por aquel año pospandémico, la científica se centraba, como dice ella, en "las poblaciones vulnerables en la enfermedad de Parkinson". Y lo explicaba: "Es estudiar qué poblaciones presentan distintos marcadores o genes que, de alguna forma, las hacen más vulnerables o al revés, más resistentes a degenerar en enfermedades como esta".
Investigaba a partir de experimentos, trabajando "desde el punto de vista más básico", con cultivos celulares, tejidos, muestras de pacientes, marcadores… En definitiva, "lo que es la anatomía patológica", resume.
Ahora, tres años después, la historia ha cambiado un poco. López terminó aquella tesis doctoral bajo la dirección de los doctores Blesa y Obeso en el centro CINAC del Hospital HM Puerta del Sur. En aquel momento, cuenta, gracias a una beca cuyo acrónimo es ASAP, tuvo la oportunidad de unir "varios grupos internacionales de todas las disciplinas de investigación que tenían un objetivo común: la enfermedad de Parkinson".
Así se creó, explica, "una comunidad para compartir ideas de forma más rápida y fácil, además de poner en contacto a todos los investigadores de forma coordinada para avanzar más ágilmente en la búsqueda de un tratamiento eficaz". Pero la científica no pierde la esperanza: "Ojalá algún día haya una cura a esta enfermedad".
Y es que, en el camino de su tesis doctoral, sus intereses conectaron con el doctor Awatramani, especializado en, tal como explica López, "estudiar los distintos subtipos de neuronas dopaminérgicas [es decir, aquellas que degeneran en el párkinson], que también están implicadas en muchas otras patologías (adicción, TDAH o esquizofrenia)".
En ese contexto, López vio abiertas las puertas para solicitar una posición postdoctoral en el laboratorio de Awatramani en la Northwestern University de Chicago, y así lo hizo. "Los intereses de ambos grupos [HM CINAC y Awatramani] y mi rol en ellos se alinearon casi mágicamente", confiesa. Motivo por el que hoy ya puede decir que suma dos años estudiando qué hace que unas neuronas sean especialmente vulnerables a esta enfermedad.
Rapidez y efectividad
Si algo le ha quedado claro a López en este tiempo es que "la colaboración interdisciplinar" es clave. Y lo matiza: "Me refiero a unir la ciencia de investigación más básica, la de laboratorio y su aplicación clínica, y el lenguaje bidireccional que debe existir para mejorar ambos extremos de este continuo".
Para ella, el éxito en la investigación está en "compartir techo con un objetivo común", tal como pudo ver desde su formación en HM CINAC en el grupo del Dr. Obeso, en donde, explica, "clínicos, ingenieros, biólogos, psicólogos y todas las ramas de la neurociencia" se unieron por un mismo objetivo.
Por eso, señala, "mis inquietudes se inclinan hacia potenciar este intercambio de ideas, el flujo continuo de repensar, aplicar, innovar e incluso reciclar [refiriéndose con esto a reimaginar hallazgos que ya se saben para enfrentar problemas de salud]". Porque, cree, "es importante salir de la ultra focalización y abstraerse para ver el todo" y, así, conseguir "avanzar aún más rápido y más cohesivamente en la búsqueda de una mejor gestión de la salud en general".
Ahora, señala, "su sueño está dividido entre investigar en primera línea en un laboratorio y, quizás, algún día, gestionar y dirigir uno de estos grupos en las que todas las especialidades, ramas tanto puramente de investigación, de aplicación sanitaria, pero también tecnológica, convivan al unísono con un mismo objetivo".