La educación de calidad es lo que todo padre quiere para su hijo o hija, y para eso lo primero es un docente preparado. Y en eso, Irene Larriba (Guadalajara, 1995), que estuvo en los comienzos de ENCLAVE ODS como uno de los primeros referentes de este vertical, va sobrada. "Yo uno la formación a algo formal, organizado, con objetivos y métodos. La educación es estar aprendiendo continuamente e incorporando ese conocimiento a tu vida", dijo aquella vez.
El objetivo de la ONU es garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida. Una formación continua y que no se estanque. Esa es la guía que Larriba ha seguido desde que empezó su doble graduación en Humanidades y Educación, para luego seguir con un máster de educación bilingüe en la Universidad de Jaén.
En 2020 ganó una beca de la Fundación 'la Caixa' para cursar otro máster de Educación Internacional y Globalización en la reputada Universidad de Cambridge. "Estudiamos los sistemas educativos de distintos países, sobre todo en vías de desarrollo, y cómo se podrían aplicar los mejores aprendizajes de unos a otros. Era un máster muy enfocado a la investigación", cuenta Larriba en un medio de su Guadalajara natal.
Una de sus líneas de estudio cubría la salud mental del profesor. Quería estudiar la situación de los profesores cuando trabajan en un entrono más desfavorecido. Según ella, "hay una gran diferencia entre lo que les ofrecen las consejerías o las administraciones y lo que necesitan".
Se dice que lo primero que se le pide a un profesor, como otras tantas profesiones, es vocación. Larriba cuenta que ella desde pequeña jugaba con sus peluches a darles clase. Desde el principio quiso hacer educación. Aunque el primer año de universidad lo hizo en Traducción e Interpretación, de ahí que aprendiera idiomas. Hoy dice que maneja nivel experto español, inglés, francés e italiano y el alemán conversacional. Poca cosa.
Combinar educación e IA
Aunque no siempre fue así. Al principio "odiaba el inglés". Dice que venía de una familia que sólo hablaba una lengua y no le veía sentido a aprender inglés. "Luego, saber idiomas me ha ayudado a descubrir otros sistemas educativos, como el italiano y el alemán, y sus contextos", dice. Así es como se aprende a pensar out of the box.
Larriba ha estado, además de en España y Reino Unido, en Bélgica y Alemania, y ahora trabaja en California, Estados Unidos. En su trabajo actual en la French American International School de San Francisco, además, intenta integrar la IA en sus dinámicas de clase, como aplicaciones para hacer juegos con los niños y otras herramientas que facilitan el trabajo al profesor. Dice que cuando descubre un nuevo sistema educativo lo relaciona con la sociedad donde se aplica y se pregunta: "¿Esto funcionaría en España?. Habría que ir más allá y decir ‘¿esto funcionaría en un barrio de las afueras de una gran ciudad? ¿y en la España vaciada?".
Muchas veces se piensa que la educación es el origen de todos los males y, a la vez, la solución que todo lo puede. Pero Larriba recuerda que solo el 30% se aprende en la escuela, el resto lo absorben del entorno en el que se mueven: padres y familia, amigos… Dice: "Considero que para desarrollar el pensamiento crítico tenemos que estar expuestos a varios puntos de vista. Cuantos más entornos conozcan los alumnos, más expuestos estarán a distintas perspectivas". Así que recomienda a las familias que fomenten que alumno se relacionen con niños de otros entornos.
Educación digital
Y cada vez hay más influencias en la educación de los pequeños, especialmente desde el ecosistema digital. Están expuestos a más contenido hecho especialmente para captar su atención. Indudablemente que, como intentan hacer muchos profesores, Larriba, entre ellos, la tecnología tiene un sin fin de posibilidades positivas. Pero también ciertos riesgos.
Y eso es lo que intenta proteger el anteproyecto de Ley Orgánica para la protección de las personas menores de edad en los entornos digitales. Como ya explicó ENCLAVE ODS | EL ESPAÑOL, el Gobierno pretende garantizar los derechos de los menores en el ámbito digital. Aunque parece que el mayor riesgo que tienen es el acceso al porno, la verdad es que es la opacidad con la que navegan, ya que solo uno de cada tres cuenta lo que hace en internet, según UNICEF.
En anteproyecto busca elevar la edad mínima en que el menor puede dar consentimiento para tratar sus propios datos personales, de los 14 a los 16. Así, de forma indirecta no podrían crearse redes sociales, uno de los caballos de Troya que más preocupa a los expertos.
Todo esto son las intenciones del gobierno. Otro asunto es hasta donde les dejaran llegar los propios niños a los docentes y a los padres. Como dice Larriba, los profesores "tenemos que interesarnos por cada uno de los 20 o 25 alumnos en cada aula, pero ellos necesitan atención individual y motivación". Por eso, ¿hasta dónde se deben dejar ayudar por la tecnología?