"Me interesa mucho la acción individual que se transforma en colectiva", decía hace tres años Pablo Rodríguez (Cartagena, 1990), ambientólogo y doctor en Ciencias del Mar, en el lanzamiento de ENCLAVE ODS. Era su forma de decir que la protección del océano y de la vida que hay en él, de la que de un modo u otro dependen tantas familias, es responsabilidad de todos.
En una conversación reciente con este vertical, Rodríguez asegura que "se han perdido muchos años debatiendo acerca de si las acciones locales o individuales importan, si son necesarias o no. La realidad es que, aunque no sean suficientes, son necesarias e imprescindibles".
Rodríguez, hijo y nieto de astilleros de Cartagena, está ligado al mar y a su protección. En su doctorado trabajó sobre un modelo numérico para entender cómo funcionan unos gases que se producen en el fitoplancton marino y forman nubes. Ahora trabaja con la Fundación Marilles en Baleares. "Me centro en que se creen más espacios protegidos en el mar Balear y en el Mediterráneo", cuenta.
Relacionado con el ODS 14, está el objetivo 30x30 de proteger el 30% de los mares y los océanos para 2030. En este sentido, dice Rodríguez, España no lo está haciendo mal, aunque él mira lo particular. "Hemos posicionado muy bien al país para lograr el objetivo de lograr que el 30% de sus aguas estén protegidas para 2030, ahora mismo está en un 21%", indica.
Sin embargo, el truco está en los detalles, "la protección estricta de las aguas españolas, la categoría que más protege a la vida marina, no llega al 1% cuando en 2030 debería alcanzar el 10%".
Objetivo 30x30 por los océanos
El Objetivo 30x30 es una iniciativa global que busca proteger el 30% de las áreas marinas y terrestres del planeta para 2030. En el caso de los océanos, la meta es crear áreas marinas protegidas para conservar ecosistemas críticos, preservar la biodiversidad y restaurar hábitats. Sin embargo, su implementación enfrenta retos como la financiación, el acuerdo internacional y la gestión.
Los principales objetivos del 30x30 para los océanos son proteger las especies marinas, mitigar los efectos del cambio climático con la absorción de gases de efecto invernadero y apoyar la pesca sostenible y los negocios que dependen del mar.
Las áreas protegidas
Como explicó ENCLAVE ODS | EL ESPAÑOL anteriormente, e ilustró con el caso de éxito de las islas Medas en Cataluña, la diferencia entre una zona protegida y otra que no es abismal. Un oasis de vida y color en medio de un desierto muerto y gris.
Rodríguez lo puntualiza: "Tiene múltiples beneficios, desde el aumento de diversidad de especies hasta la mejora de su capacidad de resistir a impactos humanos o de captar CO₂, mejora de las condiciones de la pesca artesanal o ka creación de puestos de trabajo".
Aunque el impacto económico, especialmente en el sector pesquero, es uno de los que más se mencionan, múltiples voces científicas defienden que precisamente estas áreas marinas protegidas sirven de criaderos para tener una población especies submarinas más abundantes. Los peces que allí nacen y crecen luego se mueven a otras zonas.
Rodríguez desarrolla la idea y defiende una gestión participativa y que verdaderamente siga el consejo científico y se monitoree adecuadamente, porque si no "acabamos teniendo 'parques de papel' (paper parks, en inglés), es decir, espacios marinos protegidos 'dibujados' sobre un mapa".
No es solo acción política
El consenso científico es claro y la acción política necesaria, pero no se debe quedar solo ahí, dice Rodríguez. Él cree que "es necesario tomar decisiones políticas que estén basadas en la evidencia científica y que vaya de la mano de la sociedad civil". Son las tres puntas del tridente contra el cambio climático. Así, el mar sufre olas de calor que convierte el Mediterráneo en un 'jacuzzi' a más de 30 °C.
El cambio climático es algo que afecta a todos y, según Rodríguez, la gente se ha dado cuenta de ello. La sociedad ya es consciente de que "esto no va de osos polares, sino de no poder dormir por las noches por el calor, que los fenómenos meteorológicos sean más intensos y frecuentes y causen más daños, o que la gente mayor o con problemas de salud pueda morir".
Y de ahí es necesario que la gente presione a los dirigentes. Según Rodríguez, se necesita que "no alejemos de la tendencia de eliminar zonas verdes y sustituir árboles por cemento".
Pero, además, "hay que mejorar la climatización de las aulas de colegios e institutos, crear y mantener refugios climáticos, restringir el tráfico rodado y favorecer otras formas de movilidad". Y concluye que las ciudades españolas deben sufrir un cambio radical en los próximos años, si no "lo van a pasar verdaderamente mal".